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El número de alumnos que se ha incorporado por la base al sistema educativo cántabro en el último lustro ha sufrido un descenso del 16,2% debido a la crisis demográfica. La caída continuada de la natalidad se ha convertido en una amenaza para los empleos de los docentes, para la calidad de la enseñanza y para la propia viabilidad de algunos centros. En Educación Infantil, concretamente en el 2º ciclo (alumnado de 3, 4 y 5 años), cuya escolarización está generalizada al cien por cien en toda la región, se han matriculado en el presente curso 13.866 estudiantes entre los colegios públicos, concertados y privados, que suponen 2.672 menos que hace cinco años.
Un problema que, además, no es coyuntural, sino que se manifiesta de forma prolongada a lo largo de la presente década. Así, la matriculación en Educación Infantil creció en Cantabria hasta el curso 2012/2013, cuando se alcanzó el tope de 16.651 alumnos. En el ejercicio siguiente se produjo un ligero descenso (16.538 estudiantes) que rompió una larga tendencia de crecimiento. Fue un punto de inflexión, porque a partir del curso 2014/15, los colegios cántabros empezaron a perder alumnos ya de forma notable en su etapa inicial. Así, ese año se matricularon 483 escolares menos que el ejercicio anterior (-2,9%); en el 2015/16, otro descenso de 529 (-3,3%); en el 2016/17, 579 niños menos (-3,7%); en el 2017/18 se perdieron 648 alumnos (-4,3%); y ya en el actual, otros 433 (-3,1%), hasta dejar el total de este ciclo en 13.866 estudiantes. «Si la situación ya el curso pasado decíamos que era preocupante, ahora la calificamos de alarmante», señala Jesús Aguayo, portavoz del sindicato STEC.
Al contrario que en los periodos de crecimiento de este siglo, cuando la red pública concentró el aumento de matrícula, durante esta última época de descenso en Educación Infantil la correlación ha quedado prácticamente estable, lo que revela que el problema afecta por igual a centros públicos y concertados. Los primeros reúnen en la actualidad el 69,9% de los estudiantes de esta etapa inicial de la enseñanza (9.695) y los segundos, el 30,1% (4.171), porcentaje casi idéntico al que existía hace cinco años, antes de que empezara la caída de nuevos alumnos.
La disminución de la matrícula ya se empieza a traducir también en supresión de unidades (aulas) en Infantil. Este curso hay 43 clases menosen los colegios públicos de Cantabria que hace cinco años: 536 frente a 579. Sin embargo, la red concertada, pese a perder un porcentaje muy parecido de matrícula en este mismo periodo, apenas ha sufrido supresión de aulas: de 225 a 221 en la actualidad.
Este descenso de matrículas y clases no se ha trasladado «aún» al profesorado, que se mantiene en cifras estables. «La pérdida de clases en esta etapa, que tenían sus docentes correspondientes, se ha compensado con la entrada de maestros de apoyo y con los desdobles de aulas que se han producido fruto de las ratios elevadas, pero a corto plazo va a ser inevitable si no se toman medidas», explica Aguayo.
Con estos datos, STEC considera que si sigue manteniendo en 25 el número máximo de alumnos por aula –el tope legal fijado en Infantil y Primaria–, la supresión de unidades y la pérdida de puestos de trabajo generará «un problema a corto plazo». Por ello, insta a la Consejería de Educación a negociar una solución antes del final de la legislatura. «De no mediar una solución, el problema derivará inevitablemente en un conflicto entre la red pública y la concertada sostenida con fondos públicos para evitar esas supresiones y para captar el mayor número posible de alumnado», indica el representante sindical.
«Es necesario establecer un plan a corto, medio y largo plazo de reducción de las ratios. Si queremos evitar un conflicto serio en el futuro hay que plantearse ya que la ratio máxima no puede ser 25 alumnos por aula», añade Aguayo, que aboga por situarla en menos de 20. «Educación debe aprovechar esta circunstancia para reducir la masificación de las clases, no para disminuir el número de aulas; debe verlo como una oportunidad para mejorar la calidad del sistema educativo cántabro, no para ahorrar dinero», critica.
En el lado opuesto de la enseñanza infantil se encuentra la Educación Secundaria Obligatoria (ESO): si en el curso 2013/14 había en todo el sistema (centros públicos, concertados y privados) un total de 20.016 alumnos, ahora hay 22.401. Unas cifras que son consecuencia del boom demográfico que se vivió en el primer lustro del siglo. La cohorte de edad en la que hay más estudiantes es 2º de la ESO: 5.947.
El aumento se ha trasladado también al número de aulas habilitadas en esta etapa educativa, que han pasado de las 845 a las 932 actuales. En los centros públicos, en concreto, se ha crecido de 548 grupos a 640. Una masificación que, por otro lado, provoca que haya hasta 81 clases que sobrepasan la ratio de 25 alumnos por aula –aunque la recogida por ley en Secundaria es de 30, se intenta cerrar en 25, al igual que en Infantil y Primaria–.
Sus palabras encuentran respuesta en Isabel Fernández, directora general de Innovación y Centros Educativos del Gobierno de Cantabria. «La realidad es que, a día de hoy, hay muchísimos colegios por debajo de la ratio de 20 alumnos que solicita este sindicato. Solamente hay clases de 25 o 26 escolares en zonas muy concretas, allí donde ha habido más concentración de la población en los últimos años, donde ha habido un aumento demográfico porque se ha construido mucha vivienda y ha atraído a parejas jóvenes, como Santa María de Cayón, Bezana o Renedo de Piélagos».
Fernández añade que en la práctica totalidad de los centros donde se superaba la ratio se han producido desdobles de clases, también en muchos que estaban en el límite y que incluso «ha habido más problema de espacios físicos en los colegios que de recursos humanos para poder propiciar esos desdobles y rebajar las ratios».
La directora general no entiende la preocupación de STEC sobre la posible pérdida de empleo docente en un corto-medio plazo cuando se vive «uno de los momentos más esperanzadores para el profesorado». Se refiere a que este año la oferta de empleo público en Cantabria convoca 574 plazas del cuerpo de maestros de Infantil y Primaria, la cifra más alta de la historia –cabe recordar que el pasado año se pusieron en juego otras 406 plazas para profesores de Secundaria–. «Toda la atención a las necesidades que han ido surgiendo en los últimos años se han ido cubriendo con personal interino y ahora se va a dar estabilidad a esas plazas con estas oposiciones».
Este decrecimiento de niños que se incorporan al sistema educativo por su base es una constante a lo largo de toda la geografía regional. En estos últimos cinco años, la matriculación en Educación Infantil en Santander ha caído en 642 alumnos, lo que supone un descenso porcentual del 13,9%; Camargo tiene 350 escolares menos en esta etapa (31,9%); Torrelavega, 254 (15,8%); Castro Urdiales, 189 (20,5%)...
Este curso ha cerrado sus puertas el colegio Simón Cabarga de Santander, después de 30 años de actividad. Su escaso alumnado hacía inviable su continuidad. Los estudiantes y el profesorado han recalado en el antiguo Ramón Pelayo, también en el entorno de la calle Alta, que se ha fusionado igualmente con Los Viveros. ¿Puede haber más cierres el próximo curso? La Consejería de Educación no se lo plantea, según traslada Fernández. Ni siquiera en las zonas rurales, donde se ha llegado a situaciones límite. Hasta una quincena de colegios públicos cuentan con menos de 15 escolares entre toda la Educación Infantil, cinco casos más que el ejercicio pasado. Se llevan la palma los colegios San Andrés de Luena, con tan solo dos niños matriculados de entre 3 y 5 años; San Roque (Oreña), con tres; y Nuestra Señora del Roble (San Pedro del Romeral) y Bielva (Herrerías), con cuatro. Aquí lo de reunir a niños de distintas edades en las aulas para evitar su aislamiento y racionalizar los recursos educativos es ya una constante desde hace años.
«Para intentar fijar la población en estas zonas hay que garantizar la existencia de colegios. Cuantos más, mejor, a pesar de que se han alcanzado mínimos de mínimos. La Consejería tiene la obligación de asegurar la enseñanza», señala la directora general.
El problema que ahora se advierte en Infantil, con el paso de los años se irá trasladando a Primaria, Secundaria... Y mientras tanto, por debajo, la realidad demográfica de Cantabria hace perder las esperanzas de que se pueda revertir la tendencia en un futuro cercano: en 2018 volvieron a nacer menos niños que en 2017, aumentaron las defunciones, el saldo vegetativo fue otra vez negativo, la llegada de inmigrantes no frena la caída de población, los jóvenes emigran en busca de trabajo, la edad media de los habitantes de la región roza ya los 45 años... Una tormenta perfecta que obliga a repensar la estructura y las dotaciones educativas.
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Ana del Castillo
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