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La Constitución está vigente, en plena «adolescencia», aunque algunos se empeñan en calificarla de «viejuna», lo que no significa que no haya «imperfecciones» y sea necesario «blindar» el Estado del Bienestar y la igualdad efectiva entre hombres y mujeres, pero hay que esperar a ... que «los vientos no sean huracanados» para lograr un «consenso» y reformar de forma «sosegada» la Carta Magna.
El chequeo a los 40 años de la «Ley de leyes» lo firmó Dolores Gorostiaga, presidenta del Parlamento, que usó las banderas de las 17 autonomías que la rodeaban en el escenario a modo de mensaje contra las «fuerzas pre-sistema», que llegan con «indisimuladas» propuestas que retrotraen a épocas pasadas. Fue una de las muchas alusiones veladas a Vox, el partido que ha conseguido 12 diputados en el Parlamento andaluz, que precisamente quiere suprimir comunidades autónomas desde dentro. Con un traje de chaqueta rojo, la tercera autoridad de la región concitó bajo el paraguas de su mensaje a PRC, PP y Ciudadanos. Podemos se quedó sólo en la necesidad de abordar de forma inmediata las reformas.
La presidenta del Parlamento afrontó su último discurso de la Constitución invocando los derechos y libertades que la Carta Magna trajo a todos los españoles como un muro de contención contra aquellos que defienden «regresar a la España una, grande y muy poco libre» que había antes de 1978. Viajó en una máquina del tiempo para recordar a los presentes que antes una mujer no podía divorciarse ni disponer de sus bienes si no tenía una autorización por escrito de su marido, que los trabajadores estaban obligados a hacer jornadas de 10 horas y no contaban con representación sindical, que no existía separación de poderes, a pesar de que hoy en día nos quejamos de que no es tan efectiva como sería deseable, y, lo que es peor, no se respetaban los derechos fundamentales, la igualdad entre hombres y mujeres, la libertad religiosa e ideológica y ni siquiera la vida.
El espíritu de un documento que «cambió la vida de los españoles de forma superlativa» es el que reivindicó la presidenta del Parlamento y el que siguieron, a pies juntillas, el presidente de Cantabria, Miguel Ángel Revilla; la líder del PP, María José Sáenz de Buruaga;y el portavoz parlamentario de Ciudadanos, Rubén Gómez. «La Constitución ha sido un dique de contención en estos años contra tentaciones totalitarias», prosiguió la dirigente socialista, quien alertó de que en la actualidad se observan, tanto en los sectores «ultra» como en los «secesionistas», que la libertad de expresión y la convivencia «se pueden poner en peligro». Lo primero para ella –ha sido líder del PSOE, vicepresidenta de Cantabria, senadora y diputada nacional– es lograr el «sosiego y la tranquilidad» que ahora faltan en el panorama político y ni siquiera permiten «alcanzar acuerdos sobre los temas a discutir».
A partir de ahí aboga por seguir «el camino que nos indicó y aún indica la Carta Magna y las lindes que nunca debe superar una sociedad democrática» para «blindar» así los logros conseguidos durante las últimas cuatro décadas en ámbitos como la atención a las personas dependientes, la sanidad pública y universal; los mecanismos de relación entre las comunidades autónomas y el Estado, para «evitar la constante interpretación en las zonas competenciales fronterizas»; integración en una estructura superior como la Unión Europea, donde «nos ha ido mejor sumando esfuerzos que guerreando», el compromiso de lucha contra la violencia de género, el respeto a los derechos LGTBI, o el derecho a la intimidad, honor y propia imagen en el contexto de las nuevas tecnologías.
Las reflexiones de Gorostiaga fueron compartidas al cien por cien por Miguel Ángel Revilla, quien consideró que abrir el melón de una reforma constitucional ahora mismo es como «soñar». «Es imposible», zanjó el líder del PRC, para aludir así al contexto en Cataluña y, también, a la irrupción de la ultraderecha, con las elecciones en Andalucía. «Pero algún día habrá que hacerlo», sentenció. Sin embargo, «ahora mismo», hablar de reforma constitucional es «una quimera». «Yo la voté y estoy encantado de haberla votado. Si se puede modificar bien, pero si no a seguir con ella que no es tan mala», dijo.
La misma idea que tiene María José Sáenz de Buruaga, quien analizó que solo un «consenso histórico» como del que nació la Carta Magna en 1978 puede modificarla, porque hacerlo con «menos» acuerdo daría pie a una Constitución «ideológica» en la que «media España» se impondría a la otra mitad. En este sentido, advirtió de que «no procede abrir la Constitución en canal» para poner «en bandeja» a los populistas la oportunidad de promover un referéndum sobre la Monarquía y a los independentistas o separatistas otro sobre la autodeterminación.
El portavoz de Ciudadanos, Rubén Gómez, se mostró de acuerdo con reformar la Constitución, pero cree que ahora no es el momento, menos aún si el cambio se hace para conceder «más privilegios» a los independentistas. Y también pidió «moderación», «diálogo» y «consenso».
La única fuerza partidaria de poner ahora mismo manos a la obra fue Podemos. Su portavoz, Verónica Ordóñez, insistió en que la sociedad actual es lo «suficientemente madura» como para abordar la reforma del texto constitucional en el que, a su juicio, se deberían «blindar» derechos logrados en los últimos años.
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