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La red viaria autonómica cuenta con casi 2.000 kilómetros. Exactamente, según la última actualización del catálogo de hace dos años, con 1.984 kilómetros de asfalto de titularidad regional. Se trata en todos los casos de carreteras ordinarias de un sólo carril por ... sentido. Todas las autovías asentadas sobre suelo cántabro pertenecen al Estado. La del Cantábrico (A-8), la de la Meseta (A-67) y las tres que facilitan el acceso a Santander por todos sus flancos (S-10, S-20 y S-30). Una situación que podría cambiar a medio plazo porque la Consejería de Obras Públicas tiene en la mesa el proyecto para la construcción de su primera vía de alta capacidad con el objetivo de dar servicio al futuro centro logístico de La Pasiega, el polo industrial llamado a ejercer de motor de la economía regional.
Además de mejorar la comunicación del polígono industrial de Parbayón, esta nueva infraestructura serviría, a la vez, para crear un enlace directo entre las dos autovías que transcurren de forma paralela al norte y al sur de este punto: la S-30, con la que se conectaría a la altura de Villaescusa, y el tramo Torrelavega-Solares de la A-8, con la que se conectaría a la altura de Renedo de Piélagos. El plan está muy avanzado sobre el papel, pero para que salga adelante el Gobierno de Cantabria ha establecido un condicionante, que las estadísticas de circulación de vehículos confirmen que es necesaria. Por eso, se esperará a que La Pasiega entre en funcionamiento para tomar la decisión. Eso sí, para entonces, el documento técnico estará ya redactado y no habría que comenzar todo el trabajo de cero.
Lo que pretende la Consejería es «estar preparados» por si, como se prevé, el nuevo centro logístico aumenta notablemente el tráfico en esta zona, especialmente el de vehículos pesados. Como ya avanzó este periódico, Obras Públicas hará primeramente una carretera autonómica ordinaria de 7 kilómetros para dar servicio al centro logístico y enlazarlo con la S-30 en el mismo punto (Villaescusa) y con final en Carandía. El diseño se realizará de tal forma que, en el momento en que esta vía alcance el 70% de su uso -si finalmente llega ese momento por el aumento del tráfico que está previsto-, se producirá el desdoblamiento y se convertirá en autovía. Es decir, que los dos carriles iniciales se convertirán en cuatro, dos para cada sentido de circulación. Y no sólo eso, sino que en vez de concluir en Parbayón, se prolongará hasta Renedo de Piélagos para penetrar en la nueva circunvalación de la localidad.
Desde el departamento que dirige José Luis Gochicoa entienden que se trata de uno de los proyectos más ambiciosos a los que se ha enfrentado el área de Obras Públicas. El eje vial tendría una longitud de 14,2 kilómetros y distintos puntos de complejidad técnica, como un túnel de cerca de 500 metros en las inmediaciones de Carandía. Además, contaría con nueve estructuras (puentes o elevaciones similares) que suman 1.300 metros, alguna de ellas singulares. La mayor, de 400 metros. En cuanto a la duplicación de la carretera original, está previsto que se desdoble la calzada derecha en el sentido de Villaescusa a Renedo. Primeramente se hará la interior y después, si sale adelante esta primera autovía autonómica, se hará la exterior.
Evidentemente, debido a las características y a los condicionantes de la actuación en cuanto a alcanzar una capacidad concreta, no hay plazos para el inicio de los trabajos. Tampoco un presupuesto cerrado, pero en cualquier caso sí se sabe que sería muy superior al de cualquiera de las obras en carreteras que ha asumido el Gobierno de Cantabria en los últimos años. Además, sería gratuita, al igual que los otros 255 kilómetros de autovía de la red estatal que tiene la región. De hecho, junto a Extremadura, es la única comunidad autónoma peninsular en la que no hay ni un solo tramo de peaje.
Los que tengan memoria recordarán que ya en el pasado se intentó sacar adelante un proyecto similar. Fue en la última legislatura de José María Aznar (PP), cuando se planteó la creación de una autopista con unos planos casi idénticos a la actual, aunque en aquella ocasión sí era de peaje. La Zurita-Parbayón era aquella alternativa para dar continuidad a la A-8 que no salió adelante y finalmente -eso sí, con bastante retraso- se impuso la opción que está ahora en funcionamiento: la Solares-Torrelavega.
Antes incluso de que estuviera acabada la Ronda de la Bahía, el Ministerio de Fomento la sacó a licitación con un presupuesto de 94 millones. Lo que ocurrió fue que ninguna empresa constructora se presentó al concurso, que quedó desierto. Así, posteriormente, fue desechada por el Gobierno de José Luis Rodríguez Zapatero.
La obra fallida tenía dos tramos diferenciados. El primero de 2,65 kilómetros de longitud, que consistía en el desdoblamiento de la calzada de la N-634 entre las proximidades del enlace de Zurita y el extremo final del tramo Sierrapando-Torres de la Autovía del Cantábrico. El segundo, entre Zurita y Parbayón, de 13,3 kilómetros, era de nuevo trazado y se extiende en su mayor parte por el término municipal de Piélagos y en menor medida por el de Villaescusa.
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