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El 31 de octubre era la última fecha marcada en el calendario para la salida del Reino Unido de la Unión Europea. El día límite para que los británicos abandonen el bloque comunitario, bien de forma no negociada, abrupta, como parece más probable por las ... intenciones del primer ministro británico, Boris Johnson, o tras un acuerdo de última hora en Bruselas, que es lo que desean el resto de los Estados miembro. Pero el guion dio el viernes un nuevo giro de tuerca. Otro más. Johnson ha confirmado en documentos presentados a un tribunal de Escocia que enviará una carta a la UE solicitando una extensión del plazo del 'Brexit' más allá del día 31 si no se llega a un acuerdo en el Consejo Europeo del 17 y 18 de octubre para una salida ordenada. Es decir, que cumplirá la ley aprobada en septiembre por el Parlamento, por iniciativa de los partidos de la oposición y con el apoyo de rebeldes conservadores opuestos a la marcha abrupta. Pero, a la vez, la BBC publicó que un portavoz del primer ministro ha confirmado que ese acatamiento de la ley «no le impide hacer otras cosas que causarían una no extensión del plazo», que ya «está explicando privadamente su verdadera posición en Europa» y que se conocerá «pronto».
Sea como fuere, un 'Brexit' duro conllevará en España graves consecuencias para el turismo, el empleo, la industria y el comercio exterior, entre otros ámbitos, por el fin del mercado libre, las mayores trabas al tráfico de mercancías y personas, la devaluación de la libra... ¿Y en Cantabria? Representantes del turismo, la industria, el tráfico marítimo, el comercio, la hostelería y el empresariado analizan las repercusiones del 'Brexit' para la economía regional en medio del actual contexto de incertidumbre provocado por el desconocimiento de cuál va a ser la modalidad definitiva de salida, lo que hace más compleja la toma de muchas decisiones. Aún se confía en una salida negociada que reduzca las consecuencias «más dañinas» del proceso.
Cantabria es una región con fuertes vínculos económicos con el Reino Unido y viceversa. El 'Brexit' impactará en las relaciones económicas y comerciales entre ambas áreas, con efectos más acusados en los sectores del automóvil, la maquinaria y la fabricación de productos minerales no metálicos. Igualmente, el tráfico portuario, el turismo y el sector financiero son otros ámbitos en donde dejará su huella en los próximos años.
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Reino Unido es el cuarto país de destino de las exportaciones de Cantabria y allí operan y venden más de un centenar de empresas de la región. Según los datos recogidos en el Icane (Instituto Cántabro de Estadística), en 2018 Cantabria logró un superávit de 63 millones de euros por el comercio exterior de bienes con Reino Unido. Si se analizan los últimos cinco años, la media supera los 50 millones.
Los sectores más expuestos al 'Brexit' son la industria de la alimentación, la automovilística, la de otros minerales no metálicos, la química, la metalurgia, la fabricación de productos de caucho y plásticos y la maquinaria y equipos. En todas estas industrias se agrupan el 78,8% de las exportaciones de Cantabria al Reino Unido. Mientras, desde el punto de vista de las importaciones, la industria que va a verse más afectada es la del automóvil, en la cual se han importado más de 72 millones de media en los últimos cinco años. Por detrás, la agricultura, ganadería y caza, las industrias de recogida, tratamiento y eliminación de residuos, y la metalurgia.
Carmen Cabrero, directora territorial adjunta de Comercio en Cantabria de la Secretaría de Estado de Comercio (ICEX), apunta que, desde el punto de vista de la Administración, «estamos relativamente tranquilos». Por un lado, porque que se han hecho «los deberes»: el Puesto de Inspección Fronterizo (PIF) está ya reabierto en el Puerto de Santander, «imprescindible en caso de que a partir del día 31 hubiera ya que aplicar la normativa de tercer país a lo que llegue en el ferri». Y por otro lado, porque considera que todas las empresas que tienen regularmente relaciones con el Reino Unido «están preparadas» para lo que se avecina, fin para el que han recibido formación de la mano de Sodercán, CEOE-Cepyme, ICEX, la Cámara de Comercio... El próximo 18 de octubre habrá otra sesión informativa al respecto. «Este es el tercer plazo ya de salida y creo que no nos pilla a nadie de sorpresa», afirma. «Otra cosa –continúa Cabrero– es el impacto del encarecimiento de las operaciones. Hoy en día realizar cálculos al respecto es muy difícil, aún es pronto».
Una de las empresas cántabras que más operan en Reino Unido es Cisternas Cobo, dedicada a la fabricación, reparación y comercialización de camiones y semirremolques cisterna para el transporte de mercancías y que ha basado su desarrollo en la exportación. Tras el nacional, el mercado británico es el segundo en el que más trabaja e, incluso, cuenta con una filial en Inglaterra.
Por ello, su director gerente, Federico Cobo, espera que los responsables del Reino Unido y la UE «terminen llegando a un acuerdo para evitar un 'Brexit' duro, tienen que encontrar una solución, un punto de encuentro, porque si no sería como volver a la Edad Media: aranceles, restricciones al libre mercado, al trafico de personas...». Un panorama que le despierta «temores», ya que «afectaría de forma notable» a su empresa, aunque, por el momento, prefiere ser «prudente» hasta que se tome una resolución definitiva, que confía sea «la menos perjudicial posible».
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La estructura del comercio exterior con Reino Unido tiene también otra lectura, que es el efecto que se deriva sobre el tráfico de mercancías a través del Puerto de Santander. Un total de 1.157.094 toneladas fueron embarcadas o desembarcadas durante 2017 con origen o destino las islas británicas, lo que supone más del 20% de la actividad portuaria generada en la capital cántabra.
Sobre las consecuencias más perjudiciales del 'Brexit', el presidente de la Autoridad Portuaria de Santander, Jaime González, ha alertado de las tasas y aranceles que van a gravar el transporte de mercancías, lo que supone «un factor de penalización en competitividad para los exportadores y un encarecimiento para los importadores», que puede causar incluso la «paralización» de inversiones en curso; y también de la «mayor complejidad» de la tramitación aduanera.
En un foro reciente, González destacó la necesidad de «llegar a un escenario final lo antes posible» y conocer «de forma definitiva» el tipo de 'Brexit' que finalmente se va a aplicar, porque la incertidumbre y la improvisación conforman «el peor de los caminos».
A este efecto hay que añadir el tráfico de pasajeros transportados por el ferri entre el Puerto de Santander y los de Portsmouth, Plymouth y Poole, que en 2017, según los datos del Icane, ascendió a 215.505 personas: 106.271 embarcadas y 109.234 desembarcadas. Un sector para el que el 'Brexit' va a causar «muchos quebraderos de cabeza». Así lo indica Manuel Pascual, director de Brittany Ferries, compañía que conecta el puerto de la capital cántabra con los británicos. «Pasar de un mercado libre a un mercado con controles complica toda la operativa sobre manera, sobre todo en el caso de ferris como los nuestros que mezclan pasajeros con carga. El 'Brexit' es perjudicial para todos los sectores y, especialmente, para nosotros. Cuando se materialice, va a haber que realizar muchos más controles –pasaportes, aduanas de cargas, control de mascotas, papeleo interminable a cumplimentar y miles de justificantes para que determinados artículos atraviesen la frontera–, lo que va a suponer largas colas para salir y entrar de los barcos», explica.
Incide Pascual en que si no hay «sentido común» entre los políticos y no se ponen de acuerdo en los documentos que van a exigir, «el desembarco será mucho más lento y no habrá espacio en las terminales para la gente». Unos problemas que afectarán directamente a la línea de actuación de la naviera que dirige, porque cambiará su manera de circular. «Nuestra política es siempre la misma: tres horas de escala. El barco gana dinero cuando está navegando, nunca en los puertos. Así que la mayor lentitud en las operativas nos complica mucho la vida, porque el barco tiene un horario y hay que cumplirlo, todo depende de que podamos o no podamos hacerlo en tiempo y forma».
Precisamente buena parte que las medidas que está poniendo en marcha la Autoridad Portuaria para intentar contrarrestar los posibles efectos del 'Brexit', en coordinación con el servicio de aduanas, los cuerpos y fuerzas de seguridad del Estado y servicios de inspecciones, buscan que las operaciones de las líneas de ferri que conectan Santander con Reino Unido «no se ralenticen o se deterioren» para que no acaben sufriendo un impacto negativo «significativo». Para la naviera bretona será «vital» la gestión de la estancia y que los tiempos no se alarguen también se convertirá en «fundamental» para la Autoridad Portuaria, porque Brittany Ferries mueve más de 200.000 pasajeros al año –el 92% del total del Puerto– y otros varios miles de vehículos.
Sea como fuere, Manuel Pascual refleja de forma contundente que «en España el 'Brexit' no va a venir bien a nadie, no es ningún caso una oportunidad de negocio como han querido ver algunos».
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La inversión de Cantabria en el extranjero entre 2014 y 2018 alcanzó los 11.543 millones de euros, de los cuales 1.334 millones tenían como destino el Reino Unido (el 11,5%). En el caso de la inversión extranjera en la región, el Reino Unido tuvo un peso del 6,48%: en ese periodo, casi tres millones de euros correspondieron a inversiones británicas.
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El año pasado visitaron Cantabria 90.000 turistas británicos, la cifra más alta de siempre, 13.000 más que en 2017, lo que hace que ya un 20% de los visitantes extranjeros que llegan a la región procedan del Reino Unido. Por su parte, el gasto turístico asociado al viajero británico en Cantabria se estima en 60 millones de euros, el 18% del que realizan todos los visitantes extranjeros. En 2018 este gasto presentó un incremento cercano al 20%.
Teniendo en cuenta la importancia del turismo en la economía de Cantabria, el 'Brexit' se convierte en una amenaza, en una espada de Damocles, para el sector. «El turismo es un sector muy vulnerable que nota de forma inmediata los efectos de una situación convulsa, incierta, como la actual, no como la industria, que lo nota más a largo plazo», analiza Eva Bartolomé, directora general de Turismo del Gobierno de Cantabria.
Analiza que la principal consecuencia puede ser un descenso del turismo, por el endurecimiento de las medidas de control en las fronteras, con la consiguiente lentitud e incomodidad que se producirá, y por la pérdida de poder adquisitivo de los ciudadanos británicos por la devaluación de la libra con respecto al euro. «Lógicamente, los viajes al extranjero les van a costar más y eso, en cierta medida, puede retraer el mercado», señala Bartolomé.
En cualquier caso, cree que esta situación afectará más a otro tipo de viajero que el que llega a Cantabria. «El perfil del turista británico que acude a España de forma masiva, el de sol y playa, no es el que viene aquí, que es el que apuesta por la naturaleza, el entorno rural...». Por eso, la responsable de Turismo estima que las consecuencias para el turismo en la región serán «menores» que en otras comunidades del Levante y del sur y en las islas. «Soy optimista, estimo que el 'Brexit' nos va a afectar, pero en mucha menor medida. Primero por cantidad de viajeros, más reducida, y después, por el perfil del viajero que comentaba anteriormente y el modelo de negocio turístico que se desarrolla en Cantabria», manifiesta Bartolomé.
La directora general añade que lo que «me puede dar un poco más de miedo» es el efecto general del 'Brexit' sobre Ryanair «en cuanto al incremento de aranceles y tasas en los aeropuertos, que a nosotros nos afectaría directamente en dos rutas, las de Londres y Edimburgo, que funcionan estupendamente». Apunta que la aerolínea irlandesa lleva una etapa «diversificando sus compañías» para que el impacto sea menor, «pero está claro que les puede afectar y, de rebote, a nosotros».
Eva Bartolomé aún confía en que se puede alcanzar un acuerdo para que la salida del Reino Unido de la UE sea negociada y traiga consecuencias «menos dañinas», pero, en el caso de que no sea así, apunta que el Plan de Contingencia diseñado por el Gobierno central para paliar esos efectos «es bastante bueno».
El mismo contiene medidas normativas nacionales que se dirigen a contrarrestar, en la medida de lo posible, los efectos indeseados derivados de una retirada sin acuerdo, en aquellos ámbitos de competencia estatal que se juzgan indispensables para favorecer una transición adecuada a la nueva situación, con objeto de preservar, tanto los intereses de los ciudadanos, españoles y británicos, que ejercieron su derecho a la libre circulación antes de la fecha de retirada, como el normal desenvolvimiento de los flujos comerciales y los intereses económicos de España. Se trata, en cualquier caso, de medidas de carácter temporal, dirigidas a facilitar el tránsito hacia la nueva situación derivada de la consideración del Reino Unido como un tercer estado.
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«Mucha preocupación» es la sensación que expresa Ángel Cuevas, presidente de la Asociación Empresarial de Hostelería de Cantabria, cuando se le cuestiona por las consecuencias del 'Brexit' en su sector. Teme sobre todo que las trabas burocráticas para poder viajar supongan «un freno» a la llegada de turistas del Reino Unido, cuando es precisamente un mercado creciente en la región. «En Cantabria, casi uno de cada cuatro visitantes extranjeros son británicos, misma media que en el resto de España; su aportación al turismo nacional y regional es muy grande», valora. Como medida para intentar atenuar la posible pérdida de viajeros, Cuevas anuncia que el Gobierno nacional y la Confederación Española de Hoteles y Alojamientos Turísticos (Cehat) han decidido lanzar una potente y «amigable» campaña de promoción destinada al turismo británico.
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A 1 de enero de 2018 –fecha que se publicaron las últimas cifras oficiales–, residiendo en el Reino Unido hay al menos 1.543 cántabros (el 3,5% del total de españoles que viven en el extranjero), que se verían afectados por las nuevas condiciones de acceso al país y por los servicios sociales, entre otros aspectos, mientras que en Cantabria apenas hay empadronados medio millar de británicos.
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