Secciones
Servicios
Destacamos
El 18 de junio el número de casos activos en Cantabria era de 44. Durante esa jornada se detectaron tres nuevos positivos y cuatro personas permanecían en el hospital (ninguna de ellas en la Unidad de Cuidados Intensivos). La fecha no está tomada al azar. ... Fue justo un día antes de que la comunidad autónoma y el País Vasco decidieran abrir sus fronteras y permitir el tránsito. El ingreso en esa etapa que los políticos definieron como 'nueva normalidad'. Un viernes, horas antes que otros territorios para aprovechar el fin de semana. Desde ese momento se puede hacer una cuenta por semanas. Un balance de viernes a viernes. La evolución, utilizando las mismas palabras que han usado desde el Ejecutivo regional, ha ido del «goteo» a la «preocupación». De semanas con nueve, siete y diez positivos –y por el medio una de quince por el brote de Nicolás Salmerón–, a unas cifras de 34 y 58. De 37 casos activos a 103 (y si se incluyen los últimos datos conocidos, 137). Cantabria, aseguran los expertos, «está mejor» que otras comunidades. Y es cierto. Pero Sanidad, mirando las cifras, afronta un agosto preocupante inmersa en su propio estado de alarma.
No es sólo el número de positivos que se detectan lo que ha encendido la luz roja (sólo en las dos últimas semanas más del doble que en las cuatro anteriores juntas, cifras similares a las que se registraban a primeros de mayo). Son las consecuencias que se palpan. Las colas en los 'coroautos' ante la necesidad de hacer más pruebas a los contactos de los contagiados, los diez hospitalizados (todos por encima de los 65 años), el hecho de que la mayoría de los positivos sea de jóvenes (que sufren menos la enfermedad, pero suponen un mayor peligro de transmisión por su vida social), la aparición del virus otra vez en una residencia... De ahí, las medidas, que también han ido evolucionando. Primero, la orden de mascarilla obligatoria (o más obligatoria que antes). Después, la limitación del horario de cierre de los locales de ocio nocturno a las dos de la mañana (muy protestada por los hosteleros) y la reducción a quince del número máximo de personas que pueden reunirse. Y, por último –y ya pensando en agosto–, la contratación de diez nuevos rastreadores, las obras para acondicionar los bajos del pabellón 17 de Valdecilla como nueva zona UCI o la ampliación del número de respiradores disponibles. Medidas, y es un matiz importante, ya no sólo para intentar frenar la propagación, sino para hacer frente a la situación de las personas contagiadas, llegado el caso.
En este escenario dos son los conceptos que quitan el sueño. Uno es el de 'segunda ola' (y el debate entre los que dicen que ya ha llegado, que va a llegar o que vendrá en otoño) y el otro el de los temidos brotes. Como tales (o como focos, porque hay confusiones con los términos), en Cantabria se han señalado siete. A finales de junio se hizo público el que obligó a cerrar un edificio –con sus vecinos dentro– en la santanderina calle Nicolás Salmerón. Ya en julio, se detectaron casos entre unos pescadores de Burela atracados en Santoña, lo que obligó a confinar a un grupo en el albergue de Solórzano. Estos dos –que elevaron los positivos en sus respectivas semanas– ya se dieron por finalizados.
Quedan cinco. Tres «controlados», según Sanidad, pero no con la etiqueta de cerrados. De hecho, dos están detrás del fin de semana que encendió definitivamente las alarmas. Del 17 al 19 de julio. En esas jornadas se detectó la mayor parte de los casos con origen en una fiesta de una veintena de chavales en una casa de Campoo de Suso. También los generados tras el aterrizaje en Barajas de un avión procedente de Sudamérica y el posterior desplazamiento por carretera de uno de los viajeros y sus familiares hasta Santander. Justo en esos días las cifras empezaron a dispararse. Del quinto foco activo ha trascendido poco. Lo reveló el consejero de Sanidad durante el Día de las Instituciones (28 de julio). Otro caso importado «del extranjero» que obligó a ingresar en el hospital a una mujer de 87 años y que estaría detrás de, al menos, cinco positivos.
Y hay dos más. De las últimas horas. Se han conocido, de hecho, este mismo fin de semana (sólo entre el viernes y la mitad del domingo, 46 casos nuevos). Dos familias «interconectadas» y varios positivos en una residencia –el mayor de los temores–.
El resto corresponde a «casos aislados», que cada vez son más (entre ellos, se han citado los procedentes del País Vasco, en relación a la gran afluencia de visitantes en la zona oriental). Casos puntuales que se detectan o los positivos que se derivan en los días siguientes del rastreo de sus contactos primarios o secundarios (los contactos de los contactos), sin que estos tengan relación entre sí (por eso no son brotes). Algunos, por el esfuerzo de seguir la huella, de rastrear, especialmente llamativos. Se puso como ejemplo para entender el riesgo en cuanto a la transmisión que supone el contagio de los más jóvenes un episodio concreto. El de un chico de 21 años. Si, en general, la media de contactos a los que se hace prueba por cada positivo es de unos veinte, para seguir los pasos de este joven en las últimas horas hubo que hacer el test a 67 personas.
También contaron desde Sanidad –para explicar, en parte, las colas que se produjeron en el 'coroauto' de Liencres el día festivo (el 28)– que se registraron positivos en un campamento de verano y en una escuela de surf.
«Tenemos que convivir con los brotes. Van a seguir apareciendo», insistía el consejero de Sanidad semanas atrás. Pero su mensaje se ha endurecido. Dejando claro que «estamos mejor» que en otras comunidades dijo hasta dos veces en tres días que es «cuestión de tiempo» que los contagios llegaran a las personas de los grupos de mayor riesgo. El sábado ya anunció un caso en una residencia (ayer otros tres) y por su cabeza rondaban los diez hospitalizados (casi todos con más de 85 años).
Rodríguez fue aún más lejos. De seguir así (46 casos en dos días y medio, suponen, de mantenerse, cifras de 129 a la semana), dijo, el trabajo de los rastreadores ya no serviría de nada.
La idea es que no sea algo puntual. La atención del mayor número de consultas de atención primaria de forma no presencial, por medios telefónicos y telemáticos, «ha venido para quedarse». Por seguridad y también para mejorar la eficiencia del sistema, dicen. Lo explica, en declaraciones a la agencia Efe, la gerente de Atención Primaria del Servicio Cántabro de Salud (SCS), Alicia Gómez. «Creo que hay muchas cosas que en este tiempo se ha visto que son eficientes y que no debieran desaparecer. Pero esto es como el péndulo. Creo que hemos pasado de un extremo a otro y la situación ideal es cuando se está en el punto medio. Y cuando se equilibra».
Gómez reconoce que en el SCS saben que la población está «muy desconcertada». Ahora se llama por teléfono, se valora lo que requiere el usuario y, sólo si procede, se genera la consulta presencial. Según los datos que maneja, solamente un 20% de esas demandas de atención se convierte en consultas presenciales. Gómez admite el «error» de la Administración, que debe «informar» a los usuarios y explicarles que «las cosas ahora no son como antes». «Hay que empezar a educar en que ni son como antes ni van a volver a ser como antes, porque realmente no se era eficiente». Y abunda en que no era eficiente que un facultativo viera todos los días «a cincuenta pacientes y que realmente aportara algo de valor sólo a quince».
La Administración, según defiende, va a tener que poner medidas también para facilitar una accesibilidad mayor. Por ejemplo, el abrir la cita por la web, que se cerró con la pandemia y que no se ha habilitado aún. «La población tiene dificultad para la accesibilidad telefónica y eso es responsabilidad nuestra. No puede ser que uno esté dos horas llamando por teléfono, que al final se presente en el centro de salud, y que le manden a casa diciéndole que no le van a ver. Tenemos que limar porque nos coge a todos un poco de nuevas».
¿Ya eres suscriptor/a? Inicia sesión
Publicidad
Publicidad
Te puede interesar
Publicidad
Publicidad
Esta funcionalidad es exclusiva para suscriptores.
Reporta un error en esta noticia
Comentar es una ventaja exclusiva para suscriptores
¿Ya eres suscriptor?
Inicia sesiónNecesitas ser suscriptor para poder votar.