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En Cantabria hay, por el momento, 25 especies vegetales bajo amenaza, bien en peligro de extinción, bien en situación de vulnerabilidad. Son, por ejemplo, la ‘estrella de agua’, el ‘helecho de colchoneros’, la ‘lechetrezna de playa’ o la ‘estrella de los Pirineos’. Así queda ... recogido en el Catálogo Regional de Especies Amenazadas de Cantabria (que incluye otras dos ya declaradas extintas), publicado en el Boletín Oficial de Cantabria del 26 de diciembre de 2008. Ese catálogo, que sigue vigente, es un registro público en el que incluir «aquellas especies, subespecies, variedade s o poblaciones concretas, o la totalidad de las especies de un género, que requieran medidas específicas de protección en el territorio», según se definió en el BOC. En el caso de la flora, se trata en su mayoría de plantas de pequeño tamaño, amenazadas, en gran medida por la acción humana –sobrepastoreo, vertidos, las obras públicas...–,pero cuya conservación es necesaria para garantizar la biodiversidad en el territorio.
La Dirección General de Medio Natural ha tomado este texto como base para desarrollar, una década después, la estrategia de recuperación de la flora cántabra amenazada. Ángel Serdio, jefe del Servicio de Conservación de la Naturaleza –que depende de la Consejería de Medio Rural, Pesca y Alimentación–, indica que, si bien en estos últimos años se han realizado acciones con varias especies, los planes aportarán coherencia. Además, el Gobierno está obligado a redactarlos. «El plan es una obligación legal, el decreto de 2008 lo exige».
Serdio anunció hace un mes que el Gobierno ya tiene sobre la mesa varios borradores para un plan global de recuperación de la flora amenazada. Y anunció que estaba previsto un convenio con el Jardín Botánico Atlántico de Gijón, para crear un banco de germoplasma de todas las especies. Jesús Varas, jefe de la Sección de Especies Protegidas en el Servicio de Conservación de la Naturaleza, explica que los primeros pasos de la estrategia de conservación de la flora cántabra serán dos planes de gestión: uno para helechos y otro para plantas vinculadas al medio acuático. ¿Por qué ‘de gestión? Porque incluye las dos categorías de protección: la vulnerabilidad y el peligro de extinción.
En el caso de los helechos, que por lo general crecen en zonas umbrías, el trabajo incluirá la recogida de esporas y hojas, o la recuperación en viveros, es decir, será trabajo in situ y ex situ, indica Jesús Varas. ¿Y con qué especies se va a trabajar? Con el ‘Helecho de colchoneros’ [‘Culcita macrocarpa C. Presl.’] , que cuenta con poblaciones en Liendo, Guriezo y Castro Urdiales; con ‘Dryopteriscorleyi Fraser-Jenkins’, del que hay ejemplares en Val de San Vicente y Peñarrubia; con ‘Hymenophyllum tunbrigense (L.) Sm’, con poblaciones en Selaya o Vega de Pas, y con ‘Vandenboschia speciosa’, en las mismas zonas que el anterior.
Estas cuatro especies −la primera en peligro de extinción y las tres siguientes en situación vulnerable− se incluían en el catálogo de 2008. En el próximo plan de gestión de helechos entra una más: ‘Woodwardia radicans’, dado que tiene muchas similitudes con las anteriores, y cuyas principales poblaciones se hallan en Alfoz de Lloredo, en Vega de Pas, Riotuerto, Ruente y Val de San Vicente. «Es bastante más común, aparece disperso por casi toda la zona costera», indica Varas.
La inclusión de ‘Woodwardia radicans’ revela que en la estrategia de la Administración habrá cambios. Diez años después de redactarse el catálogo, Medio Natural quiere actualizarlo, incluir especies que hayan sufrido un declive y revisar la situación de las catalogadas. «Queremos sacar una actualización del catálogo. Pretendemos revisarlo y sacarlo a finales de este año», indica Serdio. Varas señala que la observación y el trabajo de los últimos años da una idea de cómo puede variar el catálogo. Ha ocurrido con las plantas ligadas al medio acuático cuyo plan de gestión tendrá efectos colaterales: la ‘Soldanella villosa’ no está estrictamente ligada al agua, pero se beneficiará.
«Es un plan ambicioso, bonito y también es complicado. Queremos que sea un plan que marque las pautas para tomar decisiones en el futuro», dice Varas de la estrategia para las plantas ligadas al medio acuático. Por lo general, se desarrollan en humedales y turberas, que son hábitats bastante sensibles. Se trabajará, por ejemplo, con ‘Rumex hydrolapathum Huds’. En 2008, se habían localizado poblaciones de esta hierba perenne, en peligro de extinción, en Ribamontán al Mar y San Vicente. Ahora, los técnicos han catalogado ejemplares en el Parque Natural de Oyambre. Parte de la traza de la polémica carretera que atravesaba el Parque pasaba encima de una población. Tragsa avisó a la Dirección general, se tomaron medidas y se traslocaron varios ejemplares a un humedal cercano. Ha sido «un éxito total», dice Varas, «todos los bulbos han arraigado», y ya se puede hablar de dos poblaciones de ‘rumex’ estables. «Hemos conseguido mejorar las condiciones in situ y, con la ayuda del Jardín Botánico de Gijón, haremos conservación ex situ».
También se trabajará con ‘Pilularia globulifera L.’, un helecho en peligro de extinción con un desarrollo muy ligado al medio acuático y con ejemplares localizados únicamente en Campoo de Yuso. En el plan también entra la ‘estrella de agua’ [‘Callitriche palustris L.’], con poblaciones vulnerables en el macizo Oriental de Picos de Europa, en Campoo de Yuso y en Campoo de Suso, que vive y se desarrolla en charcas de agua dulce y en la montaña, y también con la delicada ‘Hibiscus palustris L.’, cuya única población en España se encuentra, por el momento, en Ribamontán al Mar. En el caso de la ‘utricularia’, que no está ahora mismo catalogada, Varas anuncia que se actuará directamente sobre sus poblaciones en Campoo de Yuso y Polanco.
Lo del de nenúfar amarillo es otra historia. El río Camesa se asemeja a un arroyo, sus aguas avanzan a poca velocidad y no es excesivamente profundo. Un enclave perfecto para que el ‘nenúfar amarillo’ viva en esas aguas tranquilas que discurren por Valdeolea. Puede desplegar allí sus raíces y tocar el fondo. El Camesa, que pertenece a la cuenca del Duero, es el único hábitat en suelo cántabro donde se desarrolla esta hermosa y delicada planta. Sus poblaciones han crecido gracias al ‘Proyecto Ríos’, donde la Red Cambera se comprometió con la custodia territorial del Camesa. La Confederación Hidrográfica del Duero procedió a la eliminación de un azud en desuso, avisados por Cambera. Medio Natural colaboró con las traslocaciones de los ejemplares. «Las traslocaciones han salido bien, y en 2018, buscaremos zonas en otras cuencas para seguir avanzando» en la conservación del ‘Nuphar luteum’.
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