Cantabria se prepara para septiembre

La Consejería piensa que, en estos momentos, la opción 'híbrida' es la más probable, pero el departamento que gestiona Marina Lombó se preparará para las tres. Educación trabaja, por tanto, con supuestos derivados de la evolución del coronavirus, un material voluble. La vuelta voluntaria a las aulas de los bachilleres y estudiantes de FP, en junio, puede funcionar como un ensayo general y a pequeña escala de las situaciones futuras.

Hay distintas posibilidades sobre la mesa: doblar aulas, reorganizar horarios, reconvertir espacios. Y hay ideas que cobran fuerza. La meta de la Consejería es que, aunque el modelo venidero sea mixto, el mayor número posible de alumnos pueda asistir a clase el próximo curso, es decir, que reciban educación de manera presencial. Si no es factible en todos los casos, se priorizará la docencia en el aula para las etapas de Infantil, Primaria y ESO. ¿Por qué hacerlo así? Educación entiende que los alumnos de más edad, es decir, los de Bachillerato y FP, pueden seguir con más facilidad la docencia telemática que los más pequeños.

Pase lo que pase, cada centro escolar tendrá su propio plan de contingencia el próximo año escolar. Cada colegio, instituto o escuela tendrá que cumplir el objetivo de educar con garantías, pero podrá hacerlo atendiendo a sus características espaciales, a sus horarios, a su profesorado o alumnado. Para ello, la Consejería ha enviado a los centros un documento con metas y directrices que cumplir, y estos le devolverán sus propuestas de adaptación. Se analizará cada centro. Lo contó Lombó en este periódico el 17 de mayo: «Lo primero es tener una evaluación clara de los espacios, edificio a edificio. Puede ocurrir que lo que se pueda aplicar en un centro no se aplique en otro. Esa va ser la peculiaridad de este año: que habrá niños que podrán ir todos de manera presencial si la situación sanitaria lo permite, y en otros, con limitaciones de espacio, que no».

Con toda probabilidad, los centros de los entornos rurales lo tendrán más fácil para funcionar con normas de distancia o protección: las ratios de sus aulas son más bajas y cuentan con espacio al aire libre en muchos casos. En cambio, los colegios e institutos de Santander, Torrelavega, Medio Cudeyo o Colindres, por ejemplo, no tienen tanto margen de maniobra. En todos los casos, la ratio máxima de 15 alumnos por clase.

Los servicios de comedor y transporte escolar tienen también papeletas para sufrir modificaciones. Se baraja la posibilidad de ampliar las rutas o establecer turnos. ¿Y cómo se gestionarán otros espacios comunes, como los gimnasios, las bibliotecas, los laboratorios, el patio del recreo? Los centros y la Consejería tendrán que trabajar conjuntamente para concretar su uso. Además, Educación se ha comprometido a tratar los planes de contingencia con la Junta de Personal, muy pendiente de las medidas para el cierre de este curso y el arranque del próximo. «Si hay que bajar las ratios, habrá que aumentar profesorado», entiende la Junta, que quiere negociar ya el cupo docente.