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Mar Bolado (Bata, Guinea Ecuatorial, 1966) llegó a Cantabria cuando tenía tres años por los problemas políticos en su país natal. Su familia «fue afortunada y logró regresar en el 79, aunque yo me crié aquí». Con su ingreso en la universidad llegó su ... primer contacto con el tiro con arco, que, de afición, pasó a convertirse en forma de vida cuando fundó la empresa de cuerdas de arco Flexarchery, que se exportan a medio mundo. Al igual que un buen arquero, la disciplina y la necesidad de superarse marcan su carácter. No da rodeos. Va directa a dar en el centro de la diana.
-¿Cómo se llega de estudiante de Derecho en la Universidad de Cantabria a participar en el Campeonato del Mundo de Tiro con Arco?
-Llegué por sorpresa y de casualidad. Cuando entré en la universidad, tenía horario de mañana y empecé a buscar un deporte para llenar las tardes, junto a una amiga. La condición que teníamos era que no se sudara demasiado y así llegamos al tiro con arco. Pensábamos que era algo tranquilo y relajado y resultó ser muy duro, difícil, que requiere una gran disciplina. Al año de empezar a practicar fui campeona de España y así empecé una evolución deportiva en gran competición. También participé con el equipo nacional en el Campeonato del Mundo, donde quedé decimoprimera, en el Gran Prix de Bulgaria en 1991. Hice viajes muy interesantes.
-Es un deporte tradicionalmente dominado por hombres. ¿Se ha sentido presionada durante la época en la que lo practicaba por el hecho de ser mujer?
-No, porque es un deporte muy técnico y hombres y mujeres compiten a la par. Hace años que dejé de competir, pero por entonces empezaban los equipos mixtos, cosa que no ocurre en otras disciplinas, aunque se mantienen separadas clasificaciones masculinas y femeninas.
-¿Siente que la mujer sigue sin estar lo suficientemente apoyada en el deporte?
-Sí, rotundamente. El acceso al deporte en los colegios es equitativo, pero cuando se empieza a competir, a la hora de llegar a los estamentos federativos, te encuentras con que los puestos directivos siguen estando en manos de los hombres, tanto los técnicos, como jueces o los propios federativos que lo dirigen. Suceden cosas como que, en caso de una falta de presupuesto, siempre se prioriza el equipo masculino frente al femenino.
-Empezó su empresa con una pequeña tienda, en la calle Castilla, en 1988. ¿Cómo evolucionó el negocio hasta crear una fábrica de cuerdas para arcos?
-Empezamos cuando estaba compitiendo, para satisfacer mi necesidad de material. En el año 1988 era preciso importar todo el material, porque aquí no había nada. Fue una experiencia importar, en una época en la que no había internet, pero sí aduanas. Un arco está compuesto por un cuerpo y unas palas, que van por separado, no tienes que comprar las dos cosas juntas al mismo proveedor o fabricante. Pero siempre me faltaba la cuerda para mis clientes y pensé que esto mismo le tenía que estar pasando a otras tiendas de arcos. Fue cuando decidí ponerme a fabricar para los demás y para mi propia tienda. Empezamos vendiendo principalmente fuera de Cantabria, porque esta es una región muy pequeña para este deporte. Más tarde llegaron otros países. Ya en el año 2002 pusimos un estand en un Campeonato del Mundo. En Cantabria siempre ha habido afición a este deporte y han salido varios campeones de España. La Federación Cántabra es muy antigua. Lo que sucede es que es un deporte minoritario. También hay que tener en cuenta que manejamos un arma, lo cual nos limita y provoca que no vaya a ser popular nunca, aunque es una disciplina olímpica.
-Creo que tiene una maquinaria única en el mundo. En 2003 lanzó su propia marca, 'StringFlex', de cuerdas de arcos deportivos, posicionándose como líder del sector en Europa y que también distribuye en EEUU y Japón. Si consigo colarme en su taller, ¿tendría que matarme?
-Sí (risas). ¡Solo me queda poner inhibidores para los móviles! Ha sido una evolución de diez, quince años. Cualquier arquero sabe hacerse su cuerda. Pero lo que nosotros hemos conseguido es hacer mil exactamente iguales, que es lo que busca todo arquero. Hemos logrado la estandarización necesaria para competir. Si se te rompe una en medio de una competición, no tienes tiempo para hacerte una o probar si la que tienes hecha te sirve exactamente igual. Hemos conseguido garantizar el mismo rendimiento y somos los primeros en conseguir el control total de la fabricación, con nuestros propios materiales. Nuestro principal mercado es Europa, pero tenemos clientes de más de 70 países de todo el mundo.
-¿La internalización es la cuenta pendiente de las empresas cántabras?
-Creo que somos demasiado pequeños y tenemos un problema de visibilidad. Esta es una asignatura pendiente de los gobiernos regionales: potenciar Cantabaria como una marca. Se echa en falta un sello de 'hecho en Cantabria' que nos sitúe en el mundo. Aquí hay un gran potencial emprendedor y al desarrollar su negocio, ahora todo el mundo lo hace pensando en un ámbito global. Esta visibilidad nos hace falta no solo como empresa, sino también como Gobierno.
«He tenido que luchar bastante para dar una imagen de seriedad y profesionalidad, aunque a estas alturas, esto ya no me sucede, ya no me ven como una muchacha, con un artículo pintoresco, sino como una empresaria que genera diez puestos de trabajo. Ahora, en un banco, a una mujer la atienden con seriedad. Antes me hacía falta un aval, me preguntaban si estaba casada».
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