Cantabria es la región de España que ganará más turistas en verano por el cambio climático

Hay un dato de fondo que conviene tener presente. El turismo, incluyendo sus sectores auxiliares, supone directa e indirectamente más del 10% del PIB de la Unión Europea. Y Europa quiere mantener su primer puesto como región más visitada. El informe 'Regional impact of climate change on European tourism demand', del Joint Research Centre (JRC) -un servicio de ciencia y conocimiento que facilita apoyo científico basado en evidencias a la Comisión Europea para la toma de decisiones- señala estos datos. Y define que su objetivo es «el análisis de cómo afectará el cambio climático a la demanda turística europea». «El clima -apuntan- se considera un factor importante para explicar la demanda, ya que las condiciones climáticas y ambientales influyen, por ejemplo, en la elección de destinos». A partir de ahí, los expertos analizan 269 regiones europeas, estudian sus datos turísticos y meteorológicos y definen cada espacio en función del motivo principal de los visitantes que lo eligen (de costa, urbanos, de montaña...). Todo eso influye en los resultados. Cada espacio se coloca en un supuesto de aumento de temperaturas. Los dos primeros recogen situaciones que cumplirían el Acuerdo de París de 2015. Dejar el calentamiento por debajo de los 2 grados y, a poder ser, no más de 1,5.

A partir de ahí, resulta interesante la tabla que acompaña estas páginas y que apareció esta semana en un reportaje firmado por Manuel Planelles en el diario El País (basado en el informe de la UE). Con la subida de un grado y medio, los cambios en el panorama turístico nacional son reducidos. Baleares perdería un 0,7% de sus pernoctaciones y Galicia o Asturias ganarían un 0,5%. Los extremos de la tabla, en la que Cantabria aumentaría las suyas un 0,4%. A partir del segundo escenario, los porcentajes crecen y la región pasa a ser la que más engrosaría sus pernoctaciones. Con dos grados, un 1,8%. En el tercer escenario (ya fuera de los acuerdos de París), con una subida de tres grados, el aumento de pernoctaciones alcanzaría un 5%. Pero es que con cuatro grados -lo descrito en el primer párrafo-, se iría a un aumento del 7,2% (lo más cercano es lo de Asturias, un 4,2%).

El informe, en resumen, habla del efecto norte-sur en Europa y también de un impacto directo en la estacionalidad del viaje (en qué estación se va más a un sitio o a otro en este hipotético contexto). No entra a otras consecuencias del aumento de la temperatura. No habla -hay que dejarlo claro- de repercusiones sobre la flora, la fauna, los fenómenos atmosféricos, las costumbres, los sectores económicos, la regulación... Ni tampoco asuntos propiamente turísticos. No define este aumento de pernoctaciones como beneficioso o perjudicial.

Porque, ¿cómo sería un verano en Cantabria con un 7,2% más de pernoctaciones? «Superar la carga turística puede matar la gallina de los huevos de oro, que es cuando los servicios empiezan a decaer y cuando los visitantes perciben que el territorio se ha saturado y buscan otras alternativas», dijo recientemente la nueva consejera de Turismo, Eva Guillermina Fernández. La masificación. Un debate. Lo hizo al abordar el asunto de las viviendas turísticas. Otro debate. Ahí surgen las peticiones de regulación, como con las autocaravanas. Otro más. Y la seguridad o la limpieza (plantillas de servicios que no dan abasto ante poblaciones sobredimensionadas). O las colas y la sobreexplotación del patrimonio (Cabárceno, Faro del Caballo, Picos de Europa...).

O sea, que el informe describe escenarios posibles para la UE. Señala lo que puede pasar. Para que los políticos decidan.