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Una de las primeras cosas que Fernando Rodríguez (Orense, 1969) quiere hacer como decano del Colegio de Industriales de Cantabria es modernizar la institución, ... tanto la imagen que la sociedad tiene de ella como el remozado de unas instalaciones, en pleno centro de Santander, desde las que el sector defiende y divulga su labor. Parece simple, pero cambiar la percepción que la ciudadanía tiene de los ingenieros -en ocasiones, grandes desconocidos- y del peso que la industria tiene en suelo cántabro es un reto mayúsculo. Porque Cantabria es una «región industrializada», repetirá el también exdirector general de Industria (2011-15) a lo largo de la entrevista; una región con sus fortalezas, como la capacidad de innovación y la presencia de una centro universitario específico, y debilidades, como el coste de la energía, una burocracia que a veces «ahoga» y una tendencia a la deslocalización.
Seguir reforzando la captación de nuevos colegiados -«sin ellos no hay colegio»- y darles un servicio adecuado a sus necesidades son otros dos de sus objetivos prioritarios. Y todo sin dejar de lado el esencia del colegio: «Defender una profesión» que podría ser, incluso, más atractiva porque tiene un alto nivel de empleabilidad.
-¿Y qué porcentajes de empleabilidad se manejan el sector?
-Están muy altos, en torno al 95%. La empleabilidad es tan alta porque no solo estamos en la industria. Somos ingenieros acostumbrados a resolver los problemas que nos pongan por delante. Ante problemas complejos, buscamos la solución más eficiente. Es curioso, hace años, cuando yo acabé la carrera, se opositaba mucho a inspector de Hacienda. Entonces era un grupo en el que los ingenieros éramos el segundo o tercer cuerpo después de los abogados. Somos bastante versátiles.
-Una de las misiones del Colegio es promover el desarrollo industrial de Cantabria. ¿De qué situación se parte?
-Históricamente, Cantabria es una región industrializada, pero, cuando sales, no hay esa sensación. Cuando hablas de industria, la gente de fuera piensa en Asturias, en el País Vasco, y no son las más industrializadas. La que más lo está es Navarra, que tiene un 26% o 27% del PIB industrial. Nosotros siempre estamos en torno a lo que dice la UE, que es lo mínimo que se debe tener para ser una sociedad desarrollada, en torno a un 20%. Hemos llegado a estar en el 21% y ahora me parece que estamos en el 19% porque ha habido un retroceso del PIB industrial bastante acusado en este último trimestre. Solo hay cuatro o cinco regiones de España que superan ese porcentaje. Somos realmente una región industrializada, y no es la percepción que se tiene. Pero lo somos y no lo podemos obviar, tenemos que cuidar mucho las industrias. El sector industrial, quitando el de la banca, es el que tiene los salarios medios más altos de todos los sectores, y, quizá, con una calidad temporal y de estabilidad mayor. Hay una correlación que suelen sacar los institutos de estadística entre el PIB industrial y la tasa de desempleo; y las regiones más industrializadas tienen las menores tasas de desempleo. Eso es así, es una realidad.
-Habla de la industria como de un activo que hay que cuidar.
-Desde luego, a la industria hay que cuidarla. Todo aquel que ha estado al frente de un negocio sabe que cuesta mucho ponerlo en marcha. Me da igual un restaurante, una clínica estética, una asesoría o una industria: hay una fase de inversión, otra de desarrollo de negocio y de mantenimiento. Las industrias cuesta mucho ponerlas en marcha. Hay muchos elementos que tienen que converger para que funcionen, se consoliden, o que el mercado -que es muy competitivo- te acepte. Es fácil que las industrias se detengan, especialmente, las grandes, como las que tenemos. Hace poco salía la noticia de que el PIB industrial trimestral de Cantabria caía un 4%. Ese PIB está en torno a los 3.200 millones e industrias como Ferroatlántica o Sidenor, por citar dos, que tienen una facturación anual de 100-150 millones, han estado en ERTE -son electrointensivas y no podían funcionar-, y los 150 millones son ese 4%. Esas industrias grandes, que son tractoras, son las que hay que cuidar y mimar hasta el extremo. Hay que crearles espacio y suelo. Esa es una de las necesidades.
Cantabria es una región industrializada porque la sociedad es industrializada, hay técnicos cualificados y mano de obra; porque hay tradición, hay una escuela (la ETS de Ingeniería Industrial y Telecomunicación en la UC). Por suerte, desde las décadas de los 2000 y los 2010, Cantabria ha desarrollado una industria desde el punto de vista tecnológico y de innovación.
-¿Qué efecto puede tener quedar fuera del corredor ferroviario?
-Quedarte fuera de elementos que se consideran estratégicos en Europa nunca es bueno. Pero tenemos una ventaja: un puerto que se está desarrollando bastante y que, además, ya empieza a ser receptor de mercancías por contenedores. Aquí tenemos industria que saca productos a granel, como puede ser Solvay, que llena barcos graneleros de sus productos y otras que sacan palets que van en contenedores. Y el puerto de Santander está desarrollando ya la terminal de contenedores y desde luego eso es una gran oportunidad. El puerto es lo que en su día posibilitó que en Cantabria hubiera industrias.
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Ana del Castillo
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