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Los estudiosos del tiempo suelen decir con frecuencia que la memoria meteorológica de la gente es muy corta, que el ciudadano de a pie sólo suele recordar los episodios más cercanos. Por eso, los cántabros pueden tener la percepción de que el año hidrológico que ... se cerró el pasado lunes –no coincide con el año natural; va de octubre a octubre– ha sido más bien húmedo, sobre todo teniendo en cuenta este verano donde ha habido meses que ha llovido más de lo habitual y donde el sol apenas se ha dejado ver. Es errónea. La Agencia Estatal de Meteorología, a falta de completar el cálculo global con los datos del 1 al 30 de septiembre –los últimos publicados llegan hasta el 31 de agosto–, considera que el año hidrológico ha sido seco, ya que se ha recogido un 11% menos de precipitaciones. Para llegar a esta conclusión, compara los 1.043,6 litros por metro cuadrado caídos con los 1.169 del promedio de referencia 1991-2020.
Sin embargo, todo podría cambiar tras un septiembre muy húmedo, donde las lluvias acumuladas han sido las protagonistas del final del estío. «Es probable que ese porcentaje del 11% pueda reducirse», explica Arcadio Blasco, delegado territorial de la Aemet, que no descarta que la calificación de año seco pueda variar para convertirse en normal en cuanto a precipitaciones.
70,6 Litros
por metro cuadrado de lluvia cayeron en agosto, un 32% más de lo esperado para esta época del año.
También comparte la teoría de que la memoria meteorológica es escasa. «La gente esperaba más del verano, porque veníamos de otros muy buenos, de sol y playa, y hemos tenido uno más típico de clima oceánico, como los que había antes», recalca. Y pone ejemplos para afirmar su teoría. «En el verano de 1984, por citar uno en concreto, no hubo ninguna estación con temperaturas por encima de los 40º, no hubo noches tropicales por encima de los 20º... y este verano ha habido máximas de más de 40º y más de media docena de noches tropicales. Las cosas han cambiado», concluye.
Aunque, de momento, el año hidrológico está considerado seco –aunque pueda llegar a la categoría de normal, si se confirman las expectativas de las lluvias caídas hasta octubre–, lo cierto es que este ha llovido más que el anterior. El de 2022/2023 fue considerado seco ya que se registraron un 18% menos de precipitaciones. «Se va remontando poco a poco, sí que hay una pequeña diferencia», valora Blasco. Sin embargo, el agua no cayó por igual en toda la comunidad. En zonas como Liébana y Valderredible, por citar algunas, hubo hasta un 30% menos de lluvia; porcentajes que chocaron con los registrados en la franja costera, donde el déficit fue bastante más reducido: un 10%.
Es preciso tener en cuenta que el dato actual del 11% menos de precipitaciones que maneja la agencia pública es una dato medio y global para toda Cantabria, puesto que no en todas las épocas del ejercicio llovió por igual. Por ejemplo, el primer mes del recién acabado año hidrológico (octubre de 2023) fue más bien seco y muy cálido. La localidad de Treto batió el récord de temperatura para un mes de octubre, al registrar 37º. También pulverizó registros la temperatura del mar, al llegar a los 21,92º. De hecho, fue el segundo octubre más cálido de los últimos 62 años.
18% menos de precipitaciones
se registraron en el anterior año hidrológico, el de 2022-2023.
La previsión del invierno era que hubiera más lluvias de lo habitual, pero no se cumplió. Alto Campoo abrió la temporada el 10 de enero –apenas hubo precipitaciones en forma de nieve– para tener que cerrar siete días después. El viento sur elevó los termómetros por encima de los 20º en enero. Fue algo así como una primavera en pleno invierno.
En febrero hubo incluso noches tropicales, con el mercurio por encima de los 20º. Semana Santa y el puente de mayo se mojaron y las previsiones primaverales de cara al verano anunciaban que Cantabria viviría «uno de sus veranos más secos y cálidos».
No comenzó bien el estío. Este pasado junio fue el más frío de los últimos 47 años. Las lluvias también fueron protagonistas, lo que llevaron a que el mes fuera un 8% más húmedo de lo esperado, con una media de 67,6 litros por metro cuadrado. Sin embargo, el año hidrológico en curso tenía hasta entonces el mismo carácter seco, con un déficit de precipitación un punto superior que ahora (12%). Sin embargo, julio fue cálido y seco. Sólo se recogieron 36,1 litros de lluvia, un 29% inferior a la media para el mes de julio –50,6 litros–. Bastante más «húmedo» que julio, agosto dejó sobre la provincia una media de 70,6 litros de lluvia –el doble–, lo que se tradujo en un 32% más de lo habitual.
De cara al recién iniciado otoño –y también al nuevo año hidrológico que comenzó este pasado martes–, los modelos manejados por la Aemet prevén que sea una estación «más calorosa y húmeda» de lo acostumbrado en la serie histórica 1999-2020.
A pesar de que en el último año hidrológico ha llovido más que en el anterior, el embalse del Ebro se encontraba esta semana muy cerca del 37% de su capacidad máxima. Aunque ha sido un verano más bien húmedo, las compuertas de la instalación campurriana sólo acumulaban 199 hectómetros cúbicos de los 540 totales. Aun así, la situación es mejor que hace doce meses, cuando había un 22% menos de agua. Sin embargo, si se retrocede más en el calendario, hace diez años, en esta misma semana, había un 45% más de agua: 244 hectómetros cúbicos.Sin grandes ríos que hagan aportaciones importantes de caudal, el embalse del Ebro se nutre principalmente del deshielo, y este pasado invierno apenas ha nevado.
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