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Cantabria sumaba hasta ayer 289 fallecidos en residencias y centros de dependencia para personas con discapacidad. Una cifra elevada que, sin embargo, se comporta mejor que en el resto de comunidades. Así, la región presenta la tasa de letalidad por covid más baja, ... un 14%. Además, la mortalidad desde que comenzó la pandemia es de un 4,6%, lo que la sitúa en la cuarta menos elevada, sólo por detrás de Canarias, Madrid y Galicia. «No estamos contentos, pero sí de alguna manera satisfechos», afirma prudente Julio Soto, director general de Políticas Sociales del Gobierno de Cantabria.
Estos dos indicadores son los que el Ministerio de Derechos Sociales ha utilizado para contabilizar el número de muertes en los centros asistenciales. El más duro es el de la letalidad, ya que es el que refleja, en términos porcentuales, la relación entre el número de fallecidos y el de positivos por coronavirus registrados. De ahí se desprende que el 14% de los usuarios que se infectaron en una residencia en Cantabria acabaron falleciendo. La mortalidad, por su parte, compara los decesos por covid entre el número de usuarios. En Cantabria hay 6.179. Desde que comenzó la pandemia hace ahora casi un año, 276 han muerto en una residencia de mayores. Los otros 13 restantes lo hicieron en un centro de dependencia. «Hay dos motivos claros que explican este mejor comportamiento. Por un lado, el buen trabajo que desde un primer momento se hizo en todos los centros asistenciales. El segundo, en mi opinión, es el acierto de haber contado con dos centros covid», subraya Soto.
Sin embargo, las residencias no hacen tanto hincapié en las cifras. «Es que nosotros nos centramos en las personas, no nos fijamos tanto en los números. Si sólo hubiera muerto una persona, ya nos parecería muchísimo», afirma Rubén Otero, presidente de la Federación Empresarial de la Dependencia de Cantabria (FED).
La letalidad ha sido menor en Cantabria que en el resto de comunidades, a excepción de la ciudad autónoma de Melilla -mucho más pequeña en extensión y población-. Incluso se ha comportado mejor que en otras con cifras similares de usuarios, como Baleares, Murcia, Navarra o Canarias. El caso del archipiélago canario es particular, ya que desde el desembarco del coronavirus en España ha sido el que mejores cifras ha presentado en la mayoría de indicadores. Sin embargo, este es una excepción. Más de la mitad de los usuarios que se infectaron y desarrollaron el covid -casi un 58%- acabaron falleciendo. En cambio, si se analiza la mortalidad global, presenta el mejor dato. Sólo fallecieron un 0,8% de sus 8.701 usuarios.
«Desconozco las peculiaridades de cada territorio, pero he de reconocer que nosotros tuvimos la fortuna de contar con las instalaciones de Meruelo y Suances para enviar a todos los usuarios y profesionales que se infectaron. Ninguno de los dos propietarios, Grupo Calidad en Dependencia y Mensajeros por la Paz, pusieron ningún reparo en el momento en el que les planteamos la posibilidad. Es de agradecer. Si no, las tasas de mortalidad y letalidad habrían sido muchísimo más altas, sin ninguna duda», afirma Soto. «Esto ha sido lo más importante. Al principio, cuando nos explotaron tantos casos de repente, nos volvíamos locos. Nos han permitido poder seguir funcionando y atendiendo al resto de usuarios en las mejores condiciones», corrobora el presidente de la FED.
Las residencias de mayores están muy cerca de poder regresar al escenario previo a la pandemia y quedar, un año después, libres de covid. Apenas quedan un par de casos activos entre sus usuarios y otros dos en trabajadores. La prueba de esa favorable evolución, a la que ha contribuido de forma definitiva la vacuna, es que el centro covid de Suances, habilitado para aislar a los mayores contagiados, despidió a su último paciente a principios de este mes. Desde la Consejería de Políticas Sociales se optó por mantenerlo disponible hasta esta semana, para poder reaccionar en caso de que hubiera algún brote inesperado, pero finalmente el próximo viernes deja esta función para funcionar como una residencia más.
Tanto la patronal de las residencias como el Gobierno regional muestran un optimismo contenido ante el futuro esperanzador que se abre ahora mismo. «Estamos, por decirlo de alguna manera, en una calma tensa. Todos miramos con cautela a ver qué pasa en el tiempo más cercano. Nos preocupa también la Semana Santa, por ver cómo puede afectar. Parece que, si los mayores se infectan tras haber sido inmunizados, los efectos serían menores; pero no nos queremos confiar», recalca Otero.
«Toquemos madera, nunca se sabe. Aún falta tiempo para que estemos por fin tranquilos, pero los datos que manejamos ahora indican que vamos en la buena dirección», añade el director general de Políticas Sociales. «Llevamos sin un nuevo positivo desde el pasado 18 de febrero, eso sí que es una noticia excelente», apostilla.
Las buenas cifras regionales facilitadas vienen a corroborar el retroceso del covid en las residencias de mayores, sobre todo si se comparan con la sangría de decesos registrados durante la primera y segunda ola. En este sentido, la mortalidad en este tercer envite de la enfermedad se ha reducido un 72,3% con respecto al primero y un 64,2% con respecto al segundo. En lo que va de tercera ola -comenzó el pasado 25 de diciembre-, se han registrado 39 fallecidos en las residencias de mayores y centros de dependencia para personas con discapacidad. «Podemos empezar a estar tranquilos, pero habrá que seguir manteniendo las medidas de protección, seguridad e higiene. No vaya a ser que entre una nueva variante y nos lo arruine todo», sentencia Julio Soto.
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