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En octubre de 1957 vinieron al mundo 897 niños en Cantabria. Nunca antes en la historia se había registrado una cifra tan elevada. Desde entonces esa barrera no se ha superado y, a no ser que la tendencia dé un giro de 180 grados, ... tampoco se va a rebasar en el futuro. El Instituto Nacional de Estadística (INE) publicó ayer su estudio sobre movimientos naturales de población que volvió a poner de manifiesto la gravedad de la crisis demográfica que sufre el país y que toca de lleno a la región. En este informe hay muchos datos que hacen saltar las alarmas y demuestran la gravedad del problema, pero uno es especialmente gráfico: por cada diez cántabros que fallecieron en 2017 sólo nacieron 7,14.
Únicamente Galicia, Asturias y Castilla y León, tres comunidades asociadas al envejecimiento y a la salida de jóvenes -los que están en edad de tener hijos- hacia otros territorios en busca de mejores oportunidades están en peor posición que Cantabria. Así, los servicios funerarios tuvieron el pasado año bastante más trabajo que los de obstetricia de los hospitales. Frente a los 4.113 nacimientos hubo 5.958 muertes. La diferencia, lo que técnicamente se conoce como saldo vegetativo, es de casi 2.000 personas, pero la pérdida de población de Cantabria se pudo atenuar gracias a la llegada de 1.116 extranjeros, que son el 5,17% de la población frente al 9,5 estatal.
4.113 niños nacieron el último año en Cantabria, la cifra absoluta más baja desde 1999 y la mínima relativa de la historia.
5.958 fallecimientos se registraron en 2017 en la región. La tasa de mortalidad fue récord y es la sexta más alta del país.
83,29 años es la esperanza de vida de los nacidos en Cantabria, la séptima más alta de España y 51 días superior a la de 2016.
45,04 años es la edad media de los cántabros, la quinta más elevada tras las de Asturias, Castilla y León, Galicia y País Vasco.
5,17 Es el porcentaje de población extranjera que actualmente reside en Cantabria. Es casi la mitad que la media nacional.
Tanto la tasa de natalidad (7,07 por cada mil habitantes) como la de mortalidad (10,25) registraron en 2017 datos nunca vistos con anterioridad. El primero por bajo y el segundo por alto. En ambos casos para mal, porque los expertos advierten de que la caída de población tiene consecuencias directas en la economía y en las posibilidades de desarrollo. Para encontrar un dato similar en el número de nacimientos hay que remontarse hasta 1999, claro que entonces el número total de vecinos que tenía Cantabria era menor y por eso la proporción era más favorable, de ahí que los números del último ejercicio, porcentualmente, sean récord. Frente a los 897 niños de aquel lejano -en el tiempo y en la estadística- octubre de 1957, ahora de media nacen al mes 342, una tercera parte.
El estudio del INE confirma que las proyecciones de población que el pasado año realizó el Instituto Cántabro de Estadística (Icane) no van muy desencaminadas. Según el organismo regional, la comunidad autónoma perderá en las próximas dos décadas 50.000 habitantes y tan solo once municipios ganarán vecinos hasta 2037. De 580.000 a menos de 530.000. Esto, sumado al envejecimiento, se traduce en más pensiones y gasto en servicios sociales y menos trabajadores y actividad productiva para mantener el sistema. El informe nacional también toca este último aspecto, el de la edad media, que en toda España se sitúa en los 41,28 años y en Cantabria escala hasta los 45,04. Más todavía, porque hace una década era 42,66; hace dos, 40,20; hace tres, 36,51, y en 1977 tan solo de 34,01 años. En este apartado, la región vuelve a estar en lo alto de la tabla. Sólo Asturias (47,75), Castilla y León (47,00), Galicia (46,75) y País Vasco (45,07) la superan. Las mismas que están pidiendo en la negociación de la financiación autonómica que uno de los factores a tener en cuenta a la hora de repartir el dinero sea el envejecimiento de la población. Les toca de lleno.
La buena noticia la aporta la esperanza de vida de los cántabros al nacer, que en los últimos doce meses creció en 51 días hasta los 83,29 años (80,3 en el caso de los hombres y 86,1 en el de las mujeres). Es significativo, porque en nueve comunidades autonomías experimentó un descenso en 2017.
El Instituto Nacional de Estadística también dio a conocer ayer los nombres más comunes para los recién nacidos en Cantabria durante 2017. Y la lista no sufre cambios respecto al año anterior. Martín, para chicos, y Lucía, para chicas, siguen siendo los favoritos entre los padres de la región.
En varones, Daniel recuperó terreno respecto a otros de moda en la última década como Lucas, Mateo, Hugo o Leo. También están entre los preferidos algunos más asentados como Pablo y Adrián, así como Marcos y Marco. Para ellas, Sofía escala hasta la segunda posición, que desmarca a Valeria –ahora séptima opción– y Martina, que abandona un 'top ten' en el que sí están Julia, Marina, Noa o Daniela.
En el conjunto de la población, los nombres tradicionales siguen teniendo más peso. Actualmente hay en Cantabria 13.500 mujeres que se llaman María del Carmen o Carmen –a secas–, mientras que el segundo puesto es para María. Los Manuel (6.478) y los José Luis (5.931) ganan en hombres.
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