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Extremeño de 57 años, el coronel del Ejército de Tierra Emiliano Blanco llegó el pasado diciembre como delegado de Defensa a Cantabria tras una intensa carrera militar en La Rioja, Aragón, Marruecos y Madrid. En Logroño fue piloto de helicópteros, en Zaragoza –entre otros cometidos– ... estuvo destinado en la Brigada de Caballería y en el campo de maniobras de San Gregorio. También ejerció como profesor de la Academia de Oficiales en la Escuela del Estado Mayor de Kenitra (cerca de Rabat) y, finalmente, en la capital española trabajó en el Estado Mayor de la Defensa, en el área de Inteligencia. Blanco se toma su cometido en esta comunidad autónoma –en su última fase como militar en activo– como el «culmen» para un profesional de su graduación. Le consta que este puesto tenía decenas de aspirantes porque en las Fuerzas Armadas hay un «gran número» de cántabros o personas relacionadas con la región que hubieran estado encantadas de ejercer este papel. «En Cantabria siempre ha existido un fuerte apego a la patria y la bandera».
–¿Cuál está siendo su trabajo desde que llegó a Cantabria? En cuatro meses, es de suponer que estará todavía aterrizando...
–Estoy centrado en la difusión de la cultura de la Defensa, que es hacer llegar a la sociedad el papel de los militares para la seguridad y la estabilidad del país. Hoy, la función de las Fuerzas Armadas está fuera de las fronteras nacionales pero en lugares que afectan directamente a nuestra seguridad: que aquí vivamos en paz tiene mucho que ver con la labor que desarrollan las misiones en Oriente Medio, Afganistán o Irak. Si conseguimos que la situación allí esté calmada, repercute aquí. Desgraciadamente, hay cosas que sólo se logran con medios militares.
–En Cantabria el peso del Ejército es reducido: el Patronato de Estudiantes de Santoña y el centro de cría caballar en Ibio. ¿Hay algún proyecto en el horizonte para estos dos lugares?
–Ningún proyecto distinto a los que desarrollan ahora porque los dos están cumpliendo a la perfección. En Santoña, el Ejército de Tierra se dedica a la formación de la tropa con un rendimiento altísimo: prácticamente el cien por cien de los aspirantes que pasa por allí ingresa en la Academia. Nos interesa que el centro siga trabajando en esta línea puesto que los resultados están siendo muy buenos. La instalación de Ibio se está implicando cada vez más con la comunidad autónoma en cuestiones de formación relacionadas con el mundo del caballo, lo que está siendo útil para la Mancomunidad Saja-Nansa. Puede que vaya a más porque los talleres y cursos son muy exitosos y tenemos una relación fluida y habitual con la Consejería de Empleo. En esa zona hay interés por el mundo del caballo y puede ser una salida de futuro para fijar población.
La Remonta
Fuerzas Armadas
–¿Ve factible que Cantabria pueda tener en algún momento mayor presencia militar?
–En las circunstancias actuales lo veo difícil. El Ejército de Tierra, por ejemplo, tiene un plan para dar más vida a la España vaciada, pero no me atrevo a decir que Cantabria cumpla las condiciones y pueda entrar en este proyecto... Hay que tener en cuenta que contar con una instalación de las Fuerzas Armadas genera una repercusión en las poblaciones que, a veces, provoca rechazo. Además, el Ejército está ya muy dimensionado para lo que requiere el país. No sólo está todo muy tasado (hay lugares en los que hay que estar por obligación) sino que las limitaciones presupuestarias condicionan las decisiones, más en esta época. También le digo que este sería un territorio muy fácil para las Fuerzas Armadas porque aquí hay una adhesión hacia ellas que hacía mucho tiempo que no veía.
–¿Cómo valora el papel del Ejército en la pandemia, con las Unidades Militares de Emergencia (UME) y otras en las calles?
–Nuestra gente se toma estas misiones con un cariño tremendo: nuestra razón de ser es apoyar a la sociedad y las especiales circunstancias de la pandemia nos han permitido demostrar que somos útiles a todos. La sociedad nos financia con sus impuestos y nosotros sabemos responder con eficacia cuando se nos requiere. Durante el confinamiento y en los periodos en los que hubo que desinfectar lugares concretos se vio que la llegada de las Fuerzas Armadas genera tranquilidad y evita desmanes de la población. Tenemos planes por si pasa algo grave, porque nosotros nunca vamos a la aventura –no se deja nada a la improvisación– y he de decir, por otra parte, que la acogida de la gente suele ser magnífica. También lo es cuando las UME colaboran cuando ocurre algún desastre natural... De hecho, el Ministerio está gestionando unas Fuerzas Armadas que no tienen nada que ver con las del pasado. Ahora todo se apoya en la formación y profesionalización con el objetivo de que cada día podamos ser más operativos. La gente lo agradece mucho y yo estoy gratamente sorprendido por el amor a la patria que he visto en todas partes.
–En estos días es obligatorio preguntarle qué sabe del futuro de la finca de La Remonta de Santander y qué puede contar de las negociaciones que están en marcha entre el Ayuntamiento y el Ministerio.
–Pues la verdad es que saber, sé bastante poco. Las gestiones se están llevando al más alto nivel en Defensa y esto está lejos de mis competencias, así que no sé cómo acabará. No conozco ni la propuesta del Ministerio ni la de Santander, por lo que no puedo contar gran cosa. Sé lo que sabe todo el mundo por los medios de comunicación: que allí hubo un proyecto para levantar una urbanización y que ahora se prefiere mantener como zona verde, y así lo recoge el Plan General de Ordenación Urbana. En el recinto todavía existen unas viviendas que están ocupadas y, lógicamente, formarán parte de la negociación pero... nada más. Eso sí, espero que todo llegue a buen término.
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