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Cantabria es la segunda región de España, solo por detrás de La Rioja, que menos invierte en innovación, concretamente 116 millones de euros, según el informe 'Gasto en I+D en las comunidades autónomas' de la Fundación Cotec, con datos del INE y Contabilidad regional ... de 2018. Es cierto que las cifras admiten todo tipo de combinaciones y que la región sube puestos si lo que se compara es el porcentaje destinado a innovación en relación al PIB (un 0,85%), o se valora el crecimiento de la inversión en tal concepto. Pero, en dinero, es la segunda por la cola.
La clasificación por millones invertidos la lideran Madrid, con 3.913, y Cataluña, con 3.496. Asturias, por citar una autonomía más cercana, destina 188 millones, y el País Vasco, 1.450. Si se establecen los puestos en función del PIB, País Vasco, Madrid y Navarra ocupan los primeros puestos con porcentajes del 1,96; 1,71 y 1,68, respectivamente. Cantabria es la undécima de 17.
A estas alturas parece innecesario insistir en que la innovación es uno de los principales motores del crecimiento económico: si la investigación puede entenderse como una inversión de capital para obtener conocimiento, la innovación consistiría en invertir conocimiento para obtener dinero. Precisamente por esa aparente convicción generalizada de los beneficios de la innovación llama más la atención que esté tan desatendida.
En Cantabria, suelen tomarse como referencia –en realidad, como aspiración–, los números correspondientes a 2010, cuando la región marcó su máximo en gasto en innovación, el 1,16% del PIB, teniendo en cuenta que cinco años antes solo llegaba al 0,45. La crisis frenó esa progresión y forzó su descenso, y en 2015 se llegó al 0,85%, un porcentaje que se mantiene en la actualidad.
Pero, ¿por qué la recuperación económica no ha supuesto a la vez la de la inversión en innovación? «La I+D no se recupera igual, y lo que se pierde cuesta más recuperarlo –explica Jorge Muyo, director general de Innovación del Gobierno de Cantabria–; cuesta también mantenerlo, y el objetivo es mantenerlo para, a partir de ahí, seguir creciendo. Cuando las empresas y el tejido empresarial viven momentos de recesión, de lo primero que recortan es de ahí».
Muyo subraya también que esta situación no afecta exclusivamente a la región, sino que es común a todo el país. «El problema de España es estructural, no acabamos de recuperar porque nuestra economía está muy centrada en el sector servicios y no tiene la I+D+i más desarrollada. Muchas veces no existe una confianza sólida en cuanto a la recuperación de esas inversiones: a los empresarios se les motiva, pero no saben cuándo van a recibir esos retornos».
El 'Cuadro Europeo de Indicadores de la Innovación' confirma el escaso peso de la innovación en España. Se trata de un informe que elabora la Comisión Europea y clasifica a los Estados miembros en cuatro grupos en función de su Índice Sintético de Innovación, que se establece a partir de 27 parámetros: 'líderes', 'fuertemente innovadores', 'moderadamente innovadores' y 'modestamente innovadores'. El último documento, con datos de 2018, sitúa en cabeza a Dinamarca, Finlandia, los Países Bajos y Suecia. España se coloca en el grupo de innovadores moderados –por debajo de la media de la UE–, junto a, entre otros, Chequia, Chipre, Grecia y Hungría, solo por encima de los 'modestos' Bulgaria y Rumanía.
El director general de Innovación apunta otro mal que afecta a la innovación y es su excesiva dependencia del sector público. «Nuestra economía y nuestro país son muy dependientes de la I+D pública en relación con otros países europeos, donde la privada tiene mayor peso. Cuando la empresa tira un poco más de la inversión, esos niveles de porcentaje del PIB suben también». De vuelta al informe de Cotec, este señala que la inversión de las empresas en innovación en Cantabria supone el 40% del total, y representa el 0,34% del PIB.
La Universidad de Cantabria (UC) origina buena parte de la investigación y la innovación, y es a la vez una gran captadora de fondos. En opinión del rector, Ángel Pazos, los años de crisis y recortes siguen pesando en los totales. El reto, por tanto, es claro y resumido: «Tenemos que mejorar». ¿Y qué se puede hacer? El rector apunta a un Plan Estatal de Investigación para elevar la inversión y los porcentajes, ya que en España «seguimos con cifras de financiación estatal más bajas que las de los países que nos rodean».
En la esfera autonómica, Pazos también detecta la necesidad de una estrategia para elevar los fondos de la investigación, los de la UC, pero no solo. «Un plan regional que sea ambicioso a la hora de movilizar estos fondos», interpreta el rector. Para que la inversión siga progresando en la empresa, propone que las grandes apuesten por la I+D, pero, sobre todo, las pymes.
«Cuando se habla de recuperación económica, son las empresas grandes las que primero notan sus efectos», recuerda el presidente de la patronal cántabra, Enrique Conde. «El tejido económico de Cantabria está compuesto en más de un 90% por pequeñas y medianas empresas a las que la recuperación les llega más tarde. Por eso, aunque a nivel nacional escuchemos hablar de recuperación, aquí hay aún un gran porcentaje de empresas que están solo sobreviviendo. Y ese no es el contexto que necesita la innovación». El presidente de CEOE-Cepyme coincide en que «innovar sale caro, pero no hacerlo es más caro aún». «Por una parte, falta músculo empresarial porque nuestras empresas son pequeñas, y por otro puede que falte aún conciencia de hasta qué punto innovar es decisivo para el futuro de un negocio y de una comunidad».
¿Qué se hace para cambiar esta situación? La Dirección general de Innovación cuenta con su Estrategia 2016-2030, sostenida por cuatro pilares (cambio cultural y de modelo industrial, generación de conocimiento, transferencia de tecnología y emprendimiento industrial y explotación de resultados). En la UC, Pazos destaca su condición de «potencia internacional» en investigación de los ciclos del agua y la energía, a través del IH y las escuelas de ingeniería, y su fortaleza en física y matemáticas (a través del IFCA, la Facultad de Ciencias y las sinergias con el CERN de Ginebra); en salud y biomedicina (Ibbtec, Idival, Valdecilla...); en historia y prehistoria (el Iiipc acaba de cumplir 15 años); en economía y banca, educación o ciencias jurídicas. Por su parte, CEOE, con la Asociación de Consultoras, ha creado una Agencia de Innovación que ofrece asesoramiento especializado para que los proyectos puedan beneficiarse de subvenciones europeas, y pretende abrir otra para facilitar el acceso a ayudas regionales.
Lo cierto es que el mejor estímulo debería proceder de un hecho contrastado: cada euro invertido en los 307 proyectos aprobados por la Dirección general de Innovación desde 2015, se ha multiplicado por cuatro.
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