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El turismo es uno de los sectores más susceptibles a los vaivenes de la economía. Cuando el contexto es positivo y los individuos tienen dinero ... en su bolsillo se lanzan a viajar, pero cuando ocurre lo contrario y se genera un clima de opinión negativa el gasto en hoteles, campings o restaurantes se resiente. La prueba está en las estadísticas de la última década y la influencia que tuvo en ellas la crisis económica a partir de 2008, pero también en los resultados del último ejercicio, en el que Cantabria ha superado por segunda vez consecutiva la barrera de los cinco millones de visitantes entre nacionales y extranjeros. Entre las cifras generales más relevantes está otra de tono positivo: el aumento del gasto medio por persona. Todo a pesar de que, en cambio, cae la estancia media en la comunidad autónoma. Este último apartado es, precisamente, el más negativo de cuantos aparecen en el informe que acaba de publicar el Instituto Cántabro de Estadística (Icane), que también recoge el freno en la recepción de extranjeros.
Los cinco millones de turistas incluyen no sólo a los que se alojaron el pasado año en un hotel, un camping o un albergue, también a los que vienen a su casa de verano o al apartamento que les ha prestado un amigo o familiar. Incluso a los propios cántabros que utilizan su segunda vivienda. «Se usa el concepto turistas en términos estadísticos, que incluye a cualquier persona que duerme al menos una noche fuera de su hogar habitual», apunta Francisco Parra, responsable del estudio.
De ahí que entre los nacionales, el segundo grupo más importante por su origen sean los mismos vecinos de Cantabria -el primer puesto lo ocupan los vascos-, o que la cifra absoluta de la región sea mayor que la de un destino eminentemente turístico como Baleares, donde el número de visitantes se queda en 3,5 millones. El peso del sector en la economía por ingresos o generación de puestos de trabajo es mucho mayor en las islas, pero aquí una misma persona puede hacer al año varios viajes, mientras que el turista que elige Mallorca, Ibiza o Formentera suele acudir normalmente sólo una vez. Allí el número de segundas viviendas es muy inferior, pero en cambio se disparan las pernoctaciones hasta cifras impensables para los hosteleros cántabros.
El mismo informe del Icane de 2009 ponía de manifiestos que entonces los que se acercaban hasta la Cantabria empleaban casi cinco días y ahora apenas pasa de cuatro. En concreto, los nacionales se quedan aquí 4,1 días, frente a los 4,3 de 2017. «Baja por los propios cántabros que están unos dos días fuera de casa. Es lógico, porque es justo el fin de semana. En cambio aumentan esa media los madrileños, que están aquí 5,9 días», insiste Parra.
Ya hace doce meses, desde la Asociación de Hostelería de Cantabria confirmaban que estos números cuadran a la perfección con la realidad, porque «aunque hay más visitantes, las estancias son algo menores», algo que atribuían a los cambios en las costumbres de los usuarios. Ahora, en vez de una estancia larga, prefieren dos o tres más cortas. Pese a la caída, es más tiempo que el que la mayoría de territorios de España y sólo pueden presumir de datos mejores Murcia, Valencia y los archipiélagos.
En el último informe, los residentes en España gastaron 44,2 euros al día durante su visita a la región. No sólo es más que los 38,8 del ejercicio anterior, también supera los 42,6 de los momentos previos a la crisis. En cambio, la tendencia en este apartado entre extranjeros es distinta y en los últimos doce meses a pasado de un gasto medio por persona y día de 107,7 euros a los 102 actuales, que a su vez son 17 euros menos que la media nacional.
La mitad de los que llegan a la región de fuera de las fronteras nacionales se quedan en hoteles frente al 18% de los autóctonos, que en nueve de cada diez casos se acerca en su propio automóvil. Entonces, ¿cuáles son sus alternativas? Pues los campings y casas rurales, las viviendas de alquiler y, sobre todo, la segunda residencia. Especialmente en la costa, muchos castellanos, madrileños o vascos tienen una vivienda en propiedad. El 28% de los viajeros las utiliza para pasar sus estancias en Cantabria y otro 33% hace lo mismo después de que le preste su apartamento un amigo o un familiar. Aunque no paguen por la habitación, su llegada produce actividad económica en restaurantes, terrazas, bares, actuaciones musicales...
Por su origen, de los más de cinco millones de turistas, 4,6 eran españoles y son 16.000 más que hace un año, un número que equilibra los 10.000 foráneos menos. Este fenómeno también se aprecia en las estadísticas nacionales y los expertos lo achacan al mejor comportamiento de la economía interna. El 27,8% son vascos, el 17,4% de Castilla y León y el 15,9% de Madrid (ver infografía). Con todos esos datos, y con el análisis de los rangos de edad y el nivel socioeconómico de los turistas, se puede construir un prototipo del viajero que elige la comunidad autónoma. A grandes rasgos, se podría decir que es vasco, con trabajo, estudios superiores, de entre 45 y 65 años y que se queda en un apartamento prestado por un amigo o familiar.
Y entre los no españoles vuelven a ganar los franceses (154.996 visitantes), que doblan a británicos, el colectivo que más crece frente a la caída generalizada de los extranjeros. La cifra total se quedó en 401.554, con un descenso anual del 3% pero con un incremento del 15% desde 2009. Ellos también llegan mayoritariamente en coche (45,6%), pero por motivos obvios se dispara el porcentaje de los que lo hacen en avión hasta el 37,3% y hasta el 14% en el caso del barco.
Los condicionantes anteriores -sobre todo la existencia de mucha segunda vivienda- hace que entre los visitantes españoles el reparto por el territorio regional sea muy variado. Vence y sigue creciendo Santander, con 1.200.000 visitantes, pero también las comarcas de Trasmiera y el Asón se acercan al millón. En cambio cae un 25% Liébana, que durante buena parte de 2017 celebró el Año Jubilar. El dominio de la capital es más evidente entre los no extranjeros.
Como ha ocurrido históricamente, Santander es la zona más visitada. Sobrepasa de sobra el millón de turistas, pero cada vez se encuentran a menos distancia comarcas de la costa oriental como Asón-Agüera y Trasmiera, con 808.000 y 997.000 llegadas, respectivamente. Entre todas las zonas, la región sumó el año pasado 20 millones de pernoctaciones entre hoteles, casas rurales, apartamentos, segunda vivienda... En cambio, entre los extranjeros, la capital sí que gana por goleada.
Los turistas que vinieron a Cantabria gastaron, durante 2018, 1.141 millones de euros. Una parte se quedó directamente en la región y otra -por ejemplo, el precio del avión- tuvo repercusión indirecta en la actividad económica. En el caso de los nacionales, la cifra total de gasto fue de 833,5 millones. Buena parte se quedó en bares y restaurantes (242,3 millones), otros 220,6 en el hotel, 166 en el transporte y el resto en actividades de ocio y otros conceptos.
El hecho de que la parte que va a hostelería sea mayor que la de los alojamientos se debe a que muchos vienen a disfrutar de su segunda residencia.
Por su parte, los extranjeros gastaron 308 millones (12,4 en paquetes turísticos, 45 en alojamiento, 113,2 en transporte y 137,4 en otros conceptos). Las cifras son ligeramente superiores a las de 2017. En total, ese año se gastaron 1.100 millones de euros, 770 correspondieron a los nacionales y 325 a los extranjeros.
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