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Después de la crisis económica y financiera que arrancó en 2008 y que supuso una brutal caída de los ingresos que ni mucho menos se compensó con los recortes en las políticas públicas, el mayor sobresalto que han vivido las cuentas de Cantabria se produjo ... con la llegada de la pandemia en el primer trimestre de 2020. Como el resto de territorios, la comunidad autónoma tuvo que hacer frente al covid aumentando su gasto sanitario y social a la vez que la riqueza de la región caía en picado. En ese año, la deuda autonómica tocó techo al alcanzar el 26% del Producto Interior Bruto (PIB). Desde entonces, la tendencia ha sido a la baja hasta alcanzar otro hito en 2023, esta vez en positivo. Por primera vez en una década el pasivo de Cantabria cae por debajo del 20%.
En concreto, a 31 de diciembre se quedó en el 19,9%, que a su vez son 2,1 puntos menos que doce meses antes. «Es un dato muy positivo y en 2024 va a volver a ser muy positivo», explica el consejero de Economía, Luis Ángel Agüeros (PP), que detalla que la reducción del porcentaje de deuda respecto al PIB es tan abultada por el buen comportamiento de las dos variables con las que se calcula esta estadística, ya que a la vez que crecía la riqueza ha caído la cifra absoluta de deuda, que es lo mismo que el montante total amortizado.
Según el Banco de España, en este momento Cantabria debe 3.316 millones de euros a sus acreedores. Sobre todo al Estado a través del Fondo de Liquidez (FLA) y en menor medida a los bancos. Son 62 millones menos que el ejercicio anterior y 110 menos que tras el primer año del covid, cuando se llegó al máximo histórico. Durante el actual ejercicio, el Ejecutivo popular espera dar otro mordisco importante a la deuda, que irá entre los 50 y los 70 millones de euros.
Lo hará a pesar de que la comunidad autónoma no contará con transferencias extraordinarias del Estado como los 55 millones de euros que sí llegaron el año pasado para saldar la deuda de Valdecilla (33 millones de euros) y para colaborar en las obras del Mupac y La Pasiega (22 millones). En el primero de los casos no habrá más cheques porque la deuda está finiquitada y en el segundo porque no se puede renovar el compromiso del Estado con ambos proyectos con unos Presupuestos Generales del Estado prorrogados. En cambio, sí se transferirán 133 millones de euros más de lo que había previsto Cantabria en concepto de entregas a cuenta, el dinero que Madrid reparte a los territorios atendiendo a los criterios fijados en el sistema de financiación autonómica.
La senda por la que avanza la deuda es positiva, pero por relajar un poco la euforia cabe recordar que esos 3.316 millones pendientes de pagar son prácticamente la misma cantidad que gastará la región este año -el Presupuesto de 2024 asciende a 3.542 millones- en desarrollar todas sus políticas. Es decir, que para dejar la cuenta a cero de golpe Cantabria tendría que dedicar todos sus ingresos anuales a pagar deuda y no gastar ni un euro en sanidad, educación, sueldos públicos y el resto de partidas de cada una de las nueve consejerías del Gobierno regional.
«Por primera vez se ha hecho un esfuerzo real por bajar la deuda y aquí se ven los resultados. La base de todo ha sido que hemos hecho una buena ejecución del Presupuesto de 2023», apunta el consejero popular. Un Presupuesto que fue elaborado por la anterior titular de Economía, Ana Belén Álvarez (PSOE), a la que Agüeros reconoce parte del mérito. De hecho, aunque en 2023 la deuda cayó en 2,1 puntos, en 2022 ya lo hizo en 2,4 puntos. El actual titular de la cartera subraya que, además de reducir el pasivo, se ha intervenido para que las deudas de entes públicos como la Sociedad Regional de Cultura o la Fundación Camino Lebaniego no afecten negativamente a la cuenta general. «De no haber cogido el toro por los cuernos en estos ámbitos habríamos tenido un problema grave», apunta Agüeros, que recuerda que en ambos casos se han pagado durante 2023 facturas de ejercicios anteriores y, aún con todo, Cantabria ha podido cerrar el ejercicio con un pequeño superávit.
Concretamente, con 11 millones de euros de números verdes, siendo una de las cinco autonomías que gastó menos de lo que ingresó junto a Navarra, Asturias, Baleares y Canarias. Ese dato se contrapone al déficit cántabro de 2022, que fue de 86 millones.
El comportamiento de la deuda cántabra es muy similar al del resto de comunidades autónomas y también al de la administración central del Estado. Porque aunque en cifras absolutas el pasivo del Gobierno central aún sigue subiendo -asciende, aunque menos-, el mayor crecimiento de la economía nacional hace que la deuda se haya reducido 4 puntos respecto a 2022 hasta el 107,7% del PIB, un evolución por la que sacaba pecho la pasada semana la ministra de Hacienda, María Jesús Montero. En el ranking territorial, la deuda está dos puntos por debajo de la media nacional, aunque también es cierto que hay ocho autonomías más saneadas.
De lo que no hay noticias es de la quita que prometió Pedro Sánchez. La que el PSOE pactó con Esquerra Republicana para propiciar la investidura del socialista y que garantiza que extenderá a todas las autonomías. Agüeros recuerda que Hacienda prometió hablar de este tema y concretar la cifra que le correspondería a Cantabria a partir de enero, pero tres meses después en la Consejería no saben nada.
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