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La cantera de nuevos médicos de familia, con la que la Gerencia del Servicio Cántabro de Salud aspiraba a reforzar los centros de salud y los Servicios de Urgencias (SUAP) este verano, va a dar para menos de lo previsto. Según el dato que aporta ... el Sindicato Médico, a través de la consulta con los tutores de los residentes -toda vez que desde la Consejería se niegan a facilitar esa información-, Cantabria sólo podrá contar con «11 de los 32 facultativos» que han terminado en mayo el MIR de Medicina de Familia y Comunitaria. «Menos que nunca», subraya la organización sindical, cuando las necesidades son cada vez mayores, porque el relevo no llega para cubrir la oleada de jubilaciones en la plantilla de los centros de salud.
Cierto es que el grueso del colectivo en formación de este caso procede de otras comunidades autónomas -apenas un tercio son cántabros, mientras en las especialidades hospitalarias se acercan a la mitad-, con lo cual el retorno a sus lugares de origen suele ser una de las opciones que primero se valoran. Sobre todo cuando en todas ellas van a encontrar ofertas laborales, las mismas que aquí o «más apetecibles», dado que el déficit de facultativos es un problema que se extiende por toda la red de Atención Primaria de España. «Está claro que cuando hay un mercado laboral propicio, coges la opción que consideras más jugosa, ya sea por condiciones laborales, por estabilidad, por sueldo o por proyección profesional», señala uno de los médicos que acaba de dar ese salto tras sus cuatro años de residencia y que añade otro factor más a tener en cuenta: las relaciones personales (hay quien busca establecerse allí donde tiene trabajo su pareja o quien se queda precisamente por esa razón). Entre sus compañeros de promoción, los hay que confiesan su «total desencanto» por la situación que vive la especialidad, hasta el punto de plantearse si seguir adelante o no en el mundo de la Medicina. «Es frustrante y muy triste que no se valore el talento que hay en Cantabria», critica una de esas personas, que prefiere no hacer pública su identidad.
«Trabajo va a haber», es la frase con la que el aún gerente del Servicio Cántabro de Salud, Rafael Sotoca, respondió a los sindicatos hace un par de semanas cuando le preguntaban por las ofertas previstas para los nuevos médicos. «Pero me niego a trabajar a cualquier precio», añade uno de los aludidos que finalmente ha dicho que no al SCS. El contrato máximo que se ofrece en Cantabria, como explicó el propio Sotoca a este periódico, es de «nueve meses, lo que permite la ley».
De entrada, como cada año, la bolsa de médicos de familia recién formados está enfocada a los refuerzos del verano, sobre todo en las zonas de mayor afluencia turística, y con preferencia en los SUAP, cuya plantilla acaba de salir de una huelga precisamente para reivindicar que se les dote de personal para no ver denegados sus permisos y vacaciones. Pero eso implica «una movilidad continua y no estar sujeto a un cupo de pacientes concreto, lo que quema mucho», dice un aspirante a sustituto. Mientras tanto, hay comunidades que han sabido buscar la manera de ser más competitivas «con contratos de dos y tres años y asignados a una zona básica de salud; puede que sea en plazas de difícil cobertura, pero como compensación a esa penosidad te liberan de la obligación de hacer guardias, por ejemplo», subraya uno de los facultativos, que admite que hay compañeros que lo prefieren.
De las 37 plazas de formación de Medicina de Familia que se ofertan cada año en Cantabria -20 en Valdecilla, 10 en Sierrallana y 7 en Laredo-, «han completado la residencia 32 (algunos se han retirado por el camino), y de esos sólo 11 cuentan con trabajar en el SCS», señala Santiago Raba, vicepresidente del Sindicato Médico, que lamenta que la Consejería de Sanidad haya sido «incapaz, una vez más, de retener a los profesionales que forma, y que se van a comunidades que brindan propuestas más atractivas». A día de hoy, los médicos que han comunicado su disposición a trabajar en Cantabria desconocen la oferta concreta del SCS, con lo cual dentro del colectivo que espera conocer las condiciones de su futuro laboral no se descarta alguna baja más.
Y cabe recordar que de las últimas hornadas de licenciados que han empezado su formación especializada han quedado plazas vacantes, justamente de Medicina de Familia, a la cola en la lista en la elección de destino de los nuevos MIR. Ya ocurrió el año pasado y se ha vuelto a producir en el proceso de asignación de plazas de 2023, cuando en toda España quedaron más de 200 puestos desiertos, de ellos cuatro en el área de salud de Laredo -tampoco en la repesca se adjudicaron-. Lo que supondrá que a la vuelta de cuatro años, cuando finalizará el periodo MIR de estas nuevas incorporaciones, saldrán menos médicos de los calculados para equilibrar las plantillas. Un escenario que complicará aún más la cobertura sanitaria.
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