![Cantabria, contra las superbacterias](https://s2.ppllstatics.com/eldiariomontanes/www/multimedia/2023/12/05/bacterias%20(2)-k7VF-U2109205007283aB-1200x840@Diario%20Montanes.jpg)
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«Por suerte, a día de hoy todavía hay antibióticos para hacer frente a las bacterias multirresistentes». Esta afirmación de Carlos Armiñanzas, especialista en Enfermedades Infecciosas del Hospital Universitario Marqués de Valdecilla (HUMV), retrata las dos caras de una realidad, la del auge de las ... bacterias multirresistentes a los antibióticos, que supone un grave riesgo sanitario a escala global. Porque por un lado ilustra la capacidad de los profesionales y sistemas sanitarios para enfrentar un fenómeno que puede convertirse en una de las grandes amenazas para la salud en el siglo XXI, pero, por otro, ese «todavía» apunta al incierto horizonte que caracteriza a este escenario. Se trata de una realidad que no es nueva, pero cuya evolución preocupa seriamente a las autoridades sanitarias de todo el planeta, empezando por la Organización Mundial de la Salud (OMS), que la ha convertido en uno de sus principales caballos de batalla.
El problema no es menor, y las cifras así lo indican. Según la Sociedad Española de Enfermedades Infecciosas y Microbiología Clínica (Seimc), este año fallecerán en España más de 23.300 personas a causa de bacterias multirresistentes, una cifra que multiplica por 20 a los fallecidos por accidentes de tráfico en nuestro país. La misma entidad, cuyas proyecciones apuntan a que en 2030 las muertes provocadas por esta causa en España superarán a las del cáncer, destaca también que en 2019 hubo casi cinco millones de muertes asociadas a la resistencia a nivel mundial, con 1.27 millones directamente relacionadas con este fenómeno.
23.300 personas
murieron en España en 2023 por problemas generados por estos organismos, según la Seimc.
La raíz de este problema tiene varias causas. Por un lado, las biológicas, ya que se trata de un proceso natural por el que «las bacterias, al entrar en contacto con los antibióticos y quedar eliminadas las más sensibles a estos, acaban seleccionándose e imperando las resistentes», explica Armiñanzas. La mala gestión de estos medicamentos, causa de carácter social, es la que mayor impacto tiene en el aumento del riesgo que suponen este tipo de organismos. «La automedicación y la administración indiscriminada de antibióticos han sido dos de las principales causas del problema», resalta Armiñanzas, quien insiste una y otra vez en que se trata de «un problema contra el que hay que luchar todos juntos, tanto los profesionales sanitarios como la población en general».
7 veces más caros
son los tratamientos de infecciones causadas por bacterias multirresistentes.
Los frentes son muchos, porque es una cuestión en la que intervienen gran cantidad de factores. Por un lado, las dinámicas de consumo de antibióticos entre la población en las últimas décadas, que en muchos casos ha abusado de estas sustancias. Por otro, los patrones de administración de los profesionales sanitarios. A ellas se suma el abuso que se ha dado y se da en otras zonas del planeta, especialmente en los países en desarrollo, que disponen de menor variedad de fórmulas, tiende a abusar de ellas y en los que además el control del consumo de estos recursos sanitarios brilla a menudo por su ausencia. El resultado es el incremento de las variedades de bacterias a las que cada vez cuesta más, cuando no es ya imposible, controlar con antibióticos. Un hecho que provoca que afecciones que hasta ahora eran razonablemente sencillas de gestionar se conviertan de nuevo en un problema de gran envergadura: «Las infecciones pueden afectar a cualquier órgano y las más habituales son las que tienen que ver con la piel, por una parte, y luego tanto las que afectan al aparato gastrointestinal como aquellas que se dan en la zona urinaria», explica Carlos Armiñanzas.
En un escenario tan complejo, el especialista cántabro aporta varios puntos de luz. Uno de los principales, el hecho de que «aunque a nivel mundial cada vez hay menos posibilidades, a nivel local, en España, todavía tenemos la suerte de contar con antibióticos efectivos». A ello se suma el hecho de que, como reconoce el especialista, en Cantabria «no vemos muchos casos de este tipo». En ese sentido, explica que «aquí ha habido brotes concretos, como en todos los sitios». «En Cantabria el primero se produjo en 2016 o 2017 y se dio una respuesta muy rápida, por lo que se controló muy bien», añade. «Costó mucho centrar la respuesta, hubo que estudiar y analizar mucho para encontrar el origen pero, una vez que se consiguió, se controló bien», destaca.
La resistencia es un proceso que se da de forma natural. Al entrar en contacto con los antibióticos algunas bacterias desarrollan mecanismos para protegerse de ellos.
Las bacterias que se hacen resistentes mutan y se hacen fuertes. Al eliminarse las bacterias sensibles, las resistentes se hacen dominantes.
Cuanto mayor es la exposición a los diferentes tipos de antibióticos, más capacidad de resistencia generan. La sobremedicación o la medicación inadecuada agravan el problema.
Este fenómeno se produce con diferentes grados de intensidad. Por ello ya existen bacterias multirresistentes y bacterias extremadamente resistentes.
Cuando las bacterias se hacen muy resistentes, los antibióticos dejan de ser efectivos. Entonces solo queda aplicar tratamientos subóptimos y combinarlos para ver si se obtienen resultados. Los casos en los que no hay respuesta positiva son los que generan mayor mortalidad.
Otro de los elementos que invitan a la esperanza es la existencia de potentes programas destinados a revertir las causas que han dado lugar a la proliferación de este tipo de bacterias. El médico cántabro resalta que «hay diversos programas de control en los que intervenimos no solamente Enfermedades Infecciosas, sino también Microbiología, Preventiva, Farmacia y otros mucho servicios». Una dinámica en la que la coordinación es fundamental: «Todos están coordinados desde Dirección, desde la Consejería de Sanidad y desde los ministerios. Son planes que vienen desde muy arriba. El más importante es el PRAN», añade. Son las siglas del Plan Nacional frente a la Resistencia a los Antibióticos, que lleva funcionando desde el año 2014. Su principal objetivo es «el control del uso adecuado de los antibióticos», única vía realmente eficaz para limitar el aumento de bacterias multirresistentes.
El problema es de tal magnitud que puede llegar a generar situaciones de riesgo que afecten a miles de personas. ¿Puede uno de esos brotes provocados por bacterias multirresistentes llegar a convertirse en una nueva pandemia? Porque en el peor escenario, si una de esas bacterias se extiende y los medicamentos no son capaces de responder y mantener la infección bajo control, podría legar a pasar. «Con las bacterias multirresistentes en realidad casi estamos hablando de una pandemia, sin ánimo de alarmar a nadie», asegura Carlos Armiñanzas. De ahí que preservar la capacidad de los antibióticos sea un objetivo fundamental.
El especialista reitera la importancia de la implicación de toda la sociedad: «Tenemos que colaborar todos. Por una parte los pacientes, aceptando el consejo del médico, que muchas veces es un antibiótico que no es el que cubre más bacterias, o en casos en los que no es necesario antibiótico porque hay otros remedios mejores para su infección», explica. «Por parte de los profesionales sanitarios, debemos estar concienciados de que tenemos que dar el antibiótico más adecuado a cada caso, y si no es necesario no suministrarlo». Armiñanzas también destaca que el actual control de la prescripción de antibióticos mediante recetas médicas es un elemento que está ayudando mucho a mejorar la situación.
Dentro de las diversas líneas impulsadas desde el PRAN, Armiñanzas destaca los Programas de Optimización de Uso de los Antibióticos (PROA): «Son uno de los grandes retos y de las grandes herramientas que tenemos para afrontar este problema». Cantabria, con Valdecilla a la cabeza, es parte implicada en estas iniciativas, que « han supuesto un cambio importante de mentalidad de todos, tanto profesionales como ciudadanos». Estos programas tienen diferentes facetas y todas ellas «están marcadas por un carácter didáctico que es fundamental», explica. En el caso de los profesionales sanitarios, los especialistas en Enfermedades Infecciosas ofrecen su asesoramiento a otros servicios para que los médicos puedan «ofrecer el mejor antibiótico posible, tanto en el espectro más reducido –variedad de bacterias a las que afecta– como en cuestión de tiempo de prescripción».
Esa labor de asesoramiento también se presta a Atención Primaria, una medida fundamental: «Es muy útil porque la cuestión que le resuelves al médico puede implicar tanto que le soluciones el problema al paciente como que el profesional sepa cómo afrontar mejor casos similares en el futuro».
Estos programas son esenciales en un escenario que amenaza con complicarse paulatinamente: «Algunas bacterias son resistentes a tipos concretos de antibióticos y hay otras que pueden llegar a ser resistentes a todos», destaca Armiñanzas. Evitar su proliferación es una cuestión vital, porque en los casos en los que los antibióticos no funcionan la mortalidad se dispara.
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