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Tú a Cantabria y yo a Tailandia

Tú a Cantabria y yo a Tailandia

El covid aumenta exponencialmente el intercambio de casas entre particulares como modelo de viaje

Ana del Castillo

Santander

Lunes, 14 de septiembre 2020, 07:13

El verano pasado José Eugenio García cambió su piso de dos habitaciones de la calle Francisco de Cáceres, en Santander, por una preciosa casita de madera en la isla de Ko Samui (Tailandia). «Fue una experiencia maravillosa. Teníamos complejos de lujo alrededor y estábamos en una playa, rodeados de palmeras», cuenta.

Por detrás de Francia, España es el segundo país del mundo que más intercambia casas entre particulares. Una 'moda' turística que se consolida también en Cantabria, donde hubo 6.600 pernoctaciones de turistas extranjeros en 2017, 9.100 en 2018 y 12.129 en 2019, lo que supone una evolución del 83,77% en los últimos tres años, según datos facilitados por HomeExchange, plataforma con más de 400.000 casas inscritas. Ahora bien, en un verano marcado por la crisis del covid-19, el viajero ha apostado firmemente por un turismo seguro y de proximidad. De ahí los últimos datos: «Se ha multiplicado por casi seis veces la actividad, lo que representa un aumento en las peticiones que roza el 500%».

García tiene 49 años, es responsable de producción en una multinacional de aceros y un firme creyente en la economía colaborativa. De ahí que hace siete años, él, su mujer y sus dos hijas, cambiaran radicalmente su forma de viajar. Dejaron de lado los impersonales hoteles y apartamentos turísticos para vivir una experiencia real, cercana con el entorno y gratuita. Se registraron en una de la decena de páginas web que existen y desde entonces han realizado más de 50 intercambios. A estas alturas, su familia guarda gratos recuerdos de Alemania, Italia, Francia, Suiza, Eslovenia, Hungría, Italia, Holanda... «El piso al que fuimos en Roma estaba lleno de obras de arte. El propietario era un gran artista y su casa un museo. Y en Budapest, nos quedamos en una casa vintage, como las que salen en las películas de la Guerra Fría. Era igual. El dueño estaba allí, porque el intercambio no coincidió en el tiempo, y nos hizo de guía todo el viaje. Fue una experiencia estupenda», señala García.

Los intercambios de José Eugenio y su familia: arriba, en Marsella; abajo, en la casa del artista de Roma y en la isla de Ko Samui, en Tailandia. DM
Imagen principal - Los intercambios de José Eugenio y su familia: arriba, en Marsella; abajo, en la casa del artista de Roma y en la isla de Ko Samui, en Tailandia.
Imagen secundaria 1 - Los intercambios de José Eugenio y su familia: arriba, en Marsella; abajo, en la casa del artista de Roma y en la isla de Ko Samui, en Tailandia.
Imagen secundaria 2 - Los intercambios de José Eugenio y su familia: arriba, en Marsella; abajo, en la casa del artista de Roma y en la isla de Ko Samui, en Tailandia.

Por detrás de Francia, España es el segundo país del mundo que más utiliza el intercambio de casas entre particulares. Una 'moda' turística que se consolida también en Cantabria, donde hubo 6.600 pernoctaciones de turistas extranjeros en 2017, 9.100 en 2018 y 12.129 en 2019, lo que supone una evolución del 83,77% en los últimos tres años, según datos facilitados por HomeExchange, plataforma con más de 400.000 casas en 187 países.

«Te ahorras una pasta». Así de clara se muestra María Puente, de 46 años, abogada y madre de dos niñas de 7 y 9 años, que lleva intercambiando su segunda residencia, ubicada en Piélagos, los últimos cinco años. «No solo te ahorras la estancia, también salir a comer y a cenar a restaurantes, porque lo hacemos en la casa», señala, aunque lo mejor, sin duda, es disfrutar de la parte experiencial y cultural: «Es otra forma de viajar, no tiene nada que ver. Vives su tipo de vida. Vas a barrios que no irías jamás y que no conocerías de otra forma porque los hoteles suelen estar céntricos».

Los intercambios de María Puente y su familia: arriba, en la zona de Cotswolds (UK) y abajo, también en Inglaterra y en Provenza, Francia. DM
Imagen principal - Los intercambios de María Puente y su familia: arriba, en la zona de Cotswolds (UK) y abajo, también en Inglaterra y en Provenza, Francia.
Imagen secundaria 1 - Los intercambios de María Puente y su familia: arriba, en la zona de Cotswolds (UK) y abajo, también en Inglaterra y en Provenza, Francia.
Imagen secundaria 2 - Los intercambios de María Puente y su familia: arriba, en la zona de Cotswolds (UK) y abajo, también en Inglaterra y en Provenza, Francia.

En esa búsqueda hacia lo local, a funcionar como un lugareño, y a buscar una relación diferente con el viaje, María y su familia se encontraron con un documento de Excel: «En Suecia, los dueños de la casa a la que fuimos, nos dejaron en la cocina una tabla explicativa para el reciclaje. Es decir, en el jardín tenían cuatro contenedores y éstos divididos a su vez en distintos departamentos. Los días impares lo orgánico...», recuerda.

Usas sus toallas, su cama, su equipo de música, sus utensilios de cocina, en ocasiones también su coche, e incluso puedes tener que cuidar a sus mascotas. Y viceversa, claro. En esta forma de viajar hay una especie de confianza ciega entre las partes, de ahí que se respete y se cuide la casa del otro incluso más que la propia. «Tienes que tener la mente un poco abierta y ser cooperante, no buscar pegas a las cosas», explica Roberto Páramo, de 37 años, e ingeniero de Telecomunicaciones. Él también es de los que intercambia la casa para ahorrarse -como el verano pasado- «unos 2.000 euros». Viajó con su mujer y su hijo de dos años hasta el pueblo de Essex, en el estado de Vermont (EE.UU.), a una casa tres veces más grande que la que tiene en propiedad en la calle Estudiantes, en Santander. «Era una casa bastante grande, de un matrimonio de tres hijas. Había bastante habitaciones y estaba muy limpia y cuidada. Fuimos todo lo respetuosos que pudimos. Nos dejaron las mascotas, dos perros, que les atendimos sin problema».

El hijo de Roberto Páramo, de dos años, en la casa de Essex (USA). DM

Perfil del usuario

A Sonia y a Vicente salir de vacaciones les cuesta lo mismo que quedarse en su casa de Torrelavega. Son tantos los intercambios realizados que les cuesta poner una cifra. «Unos 60», alcanzan a decir. Vicente Gómez tiene 52 años, es director financiero en una empresa de servicios sociales y el perfecto anfitrión: «Les dejo sobaos, anchoas, cervezas... Bueno, la nevera llena. Les digo que tienen que parar en Regma a comer un helado, mejor de una bola, y que, en Cantabria, lo mejor es consultar el tiempo. Mirando al cielo, les planeo la ruta: Santillana, Comillas, Suances, San Vicente...». Tienen tres hijos, de 14, 18 y 22 años. Motivo por el que metieron la cabeza en este mundillo: «No podíamos asumir el coste de un hotel para cinco, así que nos pasamos a casa rural. Y de ahí terminamos en un chalé con piscina privada en Denia tres semanas de agosto totalmente gratuito. Estamos encantados, es una maravilla y se lo recomiendo a todo el mundo», señala Gómez.

La historia parece de película, como aquella que protagonizó Cameron Díaz, Jud Law y Kate Winslet en 'The Holidays', que por cierto supuso en 2006 un impulso a este tipo de turismo. Pero, ¿y el miedo a que un desconocido te destroce la casa? Todos coinciden en lo mismo, en que hay un acuerdo tácito de cuidar mutuamente las casas: «Después de hacer intercambios no tenemos ningún miedo. Nunca jamás hemos tenido un problema. Además, la plataforma a la que pertenecemos se encarga de la seguridad. Hay una fianza de 500 euros cada vez que se realiza un intercambio, por lo que pudiera pasar. Pero vamos, jamás hemos tenido un problema y mira que llevamos años abriendo las puertas de nuestras casas».

El perfil medio de los usuarios de estas páginas web en Cantabria es de entre 35 y 55 años, de clase media-alta y con dos hijos. A través de HomeExchange, por ejemplo, 701 casas de la región abren sus puertas al intercambio. Una cifra que crece como las ganas de emprender cada verano una nueva aventura. Sin embargo, el dato -por el momento- no preocupa a la Asociación de Hostelería de Cantabria, que poco tiene que decir sobre esta tendencia al alza: «Cumple con la legalidad, por lo tanto no podemos posicionarnos en contra. No tiene nada que ver con el alquiler ilegal, sino que estás dejando tu casa, aunque eso conlleve un riesgo», señala Ángel Cuevas, presidente de los hosteleros cántabros.

Durante el confinamiento, la comunidad de HomeExchange en España quiso ceder de forma gratuita casas para aquellos profesionales sanitarios que lo necesitaron. En total, se pusieron a su disposición más de medio centenar de hogares.

Cómo funcionan estas páginas web

Basta con registrarse. Señalar la descripción y ubicación de tu vivienda. Subir fotografías. Establecer unas normas de uso y fijar la disponibilidad para llevar a cabo el intercambio. Puede ser incluso segunda residencia, en ese caso la otra familia puede hacer uso de tu casa cuando mejor le venga. Así acumulas puntos (reconocimiento dentro de la página web) para tu próximo viaje.

A partir de ahí comienzan a llegar ofertas de todas partes del mundo de otros usuarios interesados en conocer tu ciudad.

No se hacen transferencias bancarias, todo es gratuito. Pero requiere un pequeño esfuerzo: dejar sábanas y toallas limpias, guardar los objetos de valor (más vale prevenir), dejar hueco en los armarios, la nevera llena o vacía (a petición de los usuarios) y confiar.

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