La Comunidad Autónoma conserva algunas de las reliquias más veneradas, como el Lignum Crucis de Santo Toribio de Liébana o el sepulcro de Santa Juliana en Santillana del Mar, entre otros muchos restos santos
En la capilla de San José de Liérganes hay un fragmento de un hueso del apóstol Santiago. En la iglesia de Santa María de los Ángeles de San Vicente de la Barquera se encuentra una falange de una mano de San Vicente Mártir. Y del ... mismo santo se conserva una astilla en la iglesia de Potes. Cantabria es tierra de reliquias. Lo es porque en el monasterio de Santo Toribio de Liébana se encuentra el Lignum Crucis, que es el trozo más grande que se conserva de la cruz de Cristo, venerado desde hace cinco siglos. Y lo es porque entre sus monumentos religiosos se esconden más tesoros de la Cristiandad que no son tan conocidos. Como las reliquias del patrón barquereño que los vecinos de la villa marinera veneran cada 22 de enero en procesión. Y así, decenas de ejemplos más se reparten por varios templos de Cantabria.
El origen de las reliquias es medieval. Los restos de santos o mártires se colocaban bajo el altar de las iglesias para que fueran venerados por los fieles el día de cada santo y se le atribuían a estos símbolos divinos poderes sanatorios. Si se fundaba una parroquia, la diócesis podía solicitar una reliquia a la Santa Sede a través del Obispado. Era la forma de acercar la imagen santificada al pueblo fiel. Aunque a veces resultase paradójico por tratarse de restos óseos u orgánicos. Existen tres tipos de reliquias: las de primer grado –resto óseo o tejido del cuerpo–; segundo grado –resto que ha estado en contacto con el cuerpo del santo, como una tela–, y tercer grado –algo que haya tocado el santo–.
Astilla de San Vicente. Urna en la que se encuentra la astilla de San Vicente Mártir en la iglesia parroquial de Potes, que los vecinos veneran cada año el día 22 de enero, cuando se celebra la fiesta patronal.
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Certificado de autenticidad
Para que una reliquia sea considerada como tal debe contar con 'la Auténtica', un documento que emite el obispo que avala la autenticidad de la pieza. Sin certificado, no hay poder divino atribuible que valga. La norma de comprobar la veracidad del objeto o parte del cuerpo a venerar fue impuesta en Roma ante los bulos que alimentaban la superstición de la gente.
En Cantabria hay varios ejemplos de reliquias que merece la pena destacar. La iglesia parroquial de Los Corrales de Buelna cumple este año su centenario y en el retablo principal se encuentra otra reliquia de San Vicente Mártir. La Auténtica se guarda en la Sacristía y el documento reza así: «Damos fe de que en esta fecha, según lo dispuesto en el Santo Concilio de Trento, hemos reconocido y aprobado debidamente las sagradas Reliquias». De igual manera, en esa misma capilla, se conserva otro elemento divino de San Valero, el obispo de la Diócesis en la que el santo patrono predicaba como diácono por padecer el primero problemas en la dicción. No son únicas. La iglesia parroquial cuenta también con una reliquia de San Juan Bautista de La Salle. Se trata de un ex ossibus, un pequeño trozo de un hueso del santo, que fue cedido hace no muchos años por una señora. Está dentro de una caja de plata en una cavidad del altar, junto a las otras reliquias, entre ellas, una de San Víctor.
Dedo del patrón barquereño. En la capilla de Santa María de los Ángeles de San Vicente de la Barquera se encuentra un fragmento de un dedo de la mano de San Vicente Mártir, que el 22 de enero es portado por el párroco y los fieles en procesión.
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También en Los Corrales, pero esta vez en la ermita de San Ramón, se guardan tesoros de San Ramón Nonato desde el año 2015, cuando fue reabierto el templo.
En Liébana, además del archiconocido Lignum Crucis, motivo de peregrinación mundial, que descansa en el Monasterio de Santo Toribio, existen ejemplos de menor entidad y no tan promocionados, más allá de la comunidad de fieles. En la iglesia parroquial de Potes, desde su creación en el año 952, la advocación del patrono de la villa ha sido San Vicente, cuya festividad se celebra también el 22 de enero. Pues bien, en esa fecha pero en el año 2019, con motivo de la misa solemne, el párroco Elías Hoyal presentó a los vecinos la reliquia del santo, nacido en Huesca, perseguido por su fe y fallecido en Valencia en el año 303, después de sufrir un cruel martirio.
Fragmento de la cruz. En torno a 1.400, el abad de Santo Toribio cedió a la Colegiata de Santillana del Mar una astilla del Lignum Crucis, el trozo más grande de la cruz de Cristo que se conserva en el Monasterio de Santo Toribio de Liébana.
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El cura explicó a los feligreses que «en el año 2018, un sacerdote de Zamora se encontró con que había aparecido un arca con más de 200 reliquias y un escrito en el que se explicaba la relación entre todas ellas». El arca contenía una astilla que perteneció a San Vicente Mártir, pero ninguna de las parroquias que llevaba el citado sacerdote de Zamora tenía esa advocación, por lo que le pidió al cura de Potes que agilizara los trámites oportunos para trasladar la reliquia a la iglesia de Potes, «con la correspondiente documentación que acredita la autenticidad de la pieza». La reliquia del santo va encajada en un relicario obra de las monjas de clausura de Las Carmelitas de Toledo, que muestra incrustada la pieza y se expone durante la celebración de la misa, para ser venerada el día de la fiesta patronal.
El mismo día, 22 de enero, celebran en San Vicente de la Barquera a su santo patrón y lo hacen, eminentemente, con actividades ganaderas. Un hecho curioso éste, teniendo en cuenta que en su origen la cita se celebraba en torno al mar, tal y como se explica en un documento del año 1908, que nos permite conocer la manera en que los fieles honraban al santo. «Todos los años, el 22 de enero, una comisión de marineros –dice el escrito– se dirige desde la Ayudantía de Marina a la capilla de San Vicente, propiedad del gremio de Mareantes de esta villa. Lleva una caja de madera y dentro de ella un relicario que contiene, según reza una inscripción, un hueso de la cabeza de San Vicente Mártir, un dedo de su mano, sangre de su santo cuerpo y otras reliquias. Entrega las reliquias al párroco, celebra éste el santo sacrificio de la misa y la oyen con santa religiosidad marineros y familias. Después la recoge, deposita la alhaja en la Ayudantía y hasta otro año. Los marineros pagan al cura su trabajo, y éste, para facilitarles la contabilidad, entrega el correspondiente resguardo». En la actualidad, ese día se celebra una misa en honor al patrón y una sencilla procesión con sus reliquias alrededor de la Iglesia de Santa María de los Ángeles.
Santa Juliana en Santillana del Mar es una de las reliquias más destacadas, en la colegiata se guarda el sepulcro y varios objetos de la joven sacrificada
No se puede hablar de reliquias en Cantabria sin mencionar la Colegiata de Santa Juliana en Santillana del Mar. Entre los 42 capiteles del claustro de este monumento religioso, se encuentra el sepulcro de piedra con los restos de Santa Illana, decapitada en el año 304, cuando tenía 18 años, porque su padre, pagano y perseguidor de los cristianos, prefirió matarla que dejarla ser católica. Sus restos siguen siendo muy venerados. También en la Colegiata se halla una astilla del Lignum Crucis que el abad de Santo Toribio entregó al templo en 1425. El fragmento está metido dentro de una urna en la cruz procesional de plata realizada en el siglo XV. La donación se hizo para que los peregrinos que iban hacia Santiago y paraban en Santillana para adorar las reliquias de Santa Juliana pudiesen adorar también el Lignum Crucis, sin necesidad de desplazarse a Santo Toribio por el Camino Lebaniego.
Sepulcro. El sepulcro y las reliquias de Santa Juliana se encuentran en el centro de la Colegiata de Santillana del Mar y cada año son motivo de peregrinación de fieles.
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Y de Santillana del Mar a Santander. La capilla del Cristo de Santander alberga las reliquias de los mártires Emeterio y Celedonio, halladas en torno a 1.500 bajo un altar en la nave del Evangelio. También se habla de las reliquias de Santa Catalina en el seminario Monte de Corbán, en Santander, aunque de esta santa hay repartidos restos por diferentes partes del mundo que son venerados cada año.
Los restos
El origen de estos tesoros es medieval y en cada capilla debía haber un objeto del santo a venerar
Cantabria es, por tanto, tierra de tesoros divinos que los fieles honran cada año. Según aquellos que han profundizado en el tema, las reliquias están incluso detrás de la fundación de algunas ciudades por su capacidad de atraer multitudes. Tal y como explicaron desde el Obispado, «existe una manera sana de otorgar valor a las reliquias, sin que ello suplante a la Eucaristía». El valor de los restos o las piezas del santo continúa siendo muy alto para muchos creyentes, dispuestos a recorrer cientos de kilómetros para honrar este tipo de elementos. Cada parroquia saca las reliquias por lo general, el día que se celebra la fiesta patronal.
Un hueso de Santiago apóstol en Liérganes
En el barrio de La Vega, en Liérganes, se encuentra la capilla de San José. Es un templo privado que alberga en su interior una de las reliquias más destacadas de Cantabria, después del Lignum Crucis y Santa Juliana. Se trata de un trozo de hueso perteneciente al Apóstol Santiago. Fue un presente entregado a don José Labín, Canónigo Rectoral de la Catedral de Santiago, originario del pueblo de Liérganes y como premio a su trabajo como supervisor de la comisión científica que se formó en aquella época para la determinación de la veracidad de los restos acabados de encontrar en Compostela y con los que se determinó que pertenecían al apóstol.
De tal calado es la reliquia que en 1999 la Xunta de Galicia la reclamó para una exposición junto a la Catedral de Santiago en Año Santo. Un coche «blindado» se encargó de transportar el preciado tesoro que la familia Labín custodia desde hace más de un siglo en el templo construido para venerarlo.
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