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MADA MARTÍNEZ
Lunes, 14 de noviembre 2022, 01:00
Con delicadeza y guantes de látex, Mónica Fernández-García coloca un diente de bisonte en la mesa del laboratorio y comienza a 'rascar' el esmalte de la pieza. Extrae un polvo fino y blanquecino. Esta operación forma parte de la innovadora metodología que el grupo ... Evoadapta de la Universidad de Cantabria aplica para conocer la dieta que llevó este animal en el pasado. «Es una técnica novedosa porque vamos un paso más allá», dice Ana B. Marín-Arroyo, la científica que lidera este grupo y el proyecto Subsilience, reconocido en 2019 con una ayuda ERC, es decir, con 2 millones de euros y el crédito de haber logrado el mejor aval científico que otorga la UE.
Marín-Arroyo observa cómo la investigadora posdoctoral trata la pieza con pulcritud, y cómo la técnico Andrea Cicero completa el proceso, compactando con pericia pequeñas cantidades de polvo para su análisis. Si Evoadapta «va más allá» es porque no solo analiza el carbonato del esmalte, sino que además examina el fosfato en busca de una mayor precisión en sus resultados. Y esa es una de las fortalezas de Subsilience: que plantea un enfoque y técnicas innovadores a muchas de las grandes preguntas de la prehistoria.
Este y otros métodos contribuyen a obtener respuestas en dos de las líneas de investigación que sustentan el proyecto: las reconstrucciones paleoambiental y paleoclimática en un momento histórico crucial, ese en el que convivieron las últimas poblaciones de neandertales y las primeras de sapiens. En esa horquilla de 20.000 años las preguntas afloran y muchas de ellas se las ha hecho Marín-Arroyo.
Los neandertales se extinguieron y los sapiens pueblan, poblamos, el planeta. Conocer en qué condiciones se produjo esa coexistencia, cómo transitaron por el territorio los miembros de aquella especie en declive y cómo finalmente acabaron extinguiéndose son cuestiones que vertebran Subsilience. La idea de Marín-Arroyo, ungida por Europa y que ya provee de datos y publicaciones al Grupo, es precisamente «reconstruir esas condiciones», primero en la Península y luego en Serbia, Croacia, Francia e Italia, puntos que forman un gran rectángulo que atraviesa Europa de este a oeste. Reproducirá para ello tres aspectos: el climático y ambiental, la dieta y el ecológico.
El corazón de Evoadapta es un laboratorio ubicado en un edificio del campus de Las Llamas, en Santander, en el que una mañana de estos días, casi tan cálida como las de verano, trabajan una docena de historiadores, biólogos, ecólogos, arqueólogos y técnicos. La osteoteca ocupa una de las paredes de una estancia aprovechada al milímetro. Aunque sean réplicas, impone la grandeza de los cráneos de neandertal expuestos en una vitrina. Los cajones rebosan de huesos de animales -una vaca, una musaraña- y en las paredes se exhiben ya las publicaciones firmadas por el equipo. La última, en la prestigiosa revista Nature Ecology and Evolution, es un pequeño hito para la ciencia. La investigadora y Marco Vidal han iluminado con inédita precisión las causas de la extinción de los neandertales en la Península. Su estudio se sustenta en el análisis de las oscilaciones climáticas durante la transición del Paleolítico Medio al Superior -hace entre 30.000 y 50.000 años- y en cómo afectaron a la biomasa de plantas y herbívoros (cabras, ciervos, caballos o bisontes). Los resultados revelan que en la región cantábrica la desaparición del neandertal está íntimamente ligada con una caída significativa de esos recursos.
Las causas de su final, en cualquier caso, son aún una zona umbría para la ciencia que Marín-Arroyo se ha propuesto iluminar desde un laboratorio en el que a esta hora de la mañana se imponen los ruidos del torno, de las teclas y del roce de los huesecillos que manipulan un par de estudiantes de Historia, que arman el esqueleto de un zorro como parte de su aprendizaje práctico. ¿Qué se sabe ya? Que «un colapso en su ecosistema» llevó a los neandertales a desplazarse por la Península, a zonas donde aún disponían de recursos hasta que, finalmente, hace unos 35.000 años, desaparecieron en el litoral mediterráneo. Como «no había sido testado científicamente», hasta ahora se pensaba que, con la entrada de los humanos modernos en la escena continental, el neandertal se había ido replegando «a zonas más empobrecidas, quedando aislado». Pero Marín-Arroyo va probando lo contrario: las poblaciones se movieron hacia el sur, sí, pero lo hicieron porque allí tenían sustento; es decir, migraron «para sobrevivir». ¿Y qué causó su final? «No lo sabemos aún y parece responder a un efecto multicausal».
Lo que Subsilience se propone es «evaluar cómo el cambio climático afectó a las últimas poblaciones de neandertales justo en el momento en el que entra en escena el ser humano moderno», incide Marín-Arroyo. Los primeros vivieron «exitosamente» en Euroasia durante más de 300.000 años, pero tras la aparición de los sapiens su extinción se produjo en apenas 7.000. ¿Qué ocurrió en ese lapso?
Los datos hasta ahora son prometedores y los venideros también. El grupo, como recoge Nature, ha puesto en relación las variables espacio-tiempo con los recursos. «Ese cálculo de la productividad primaria del medio ambiente nunca se había hecho», indica Marín, y menos por regiones, lo que procurará una visión global y local del tema.
Ella, que de pequeña soñaba con excavar la tierra, que en 8º de EGB deseaba investigar en un laboratorio, que trabajó durante años en Cambridge y que ahora «es feliz» en su trabajo, ha sembrado hipótesis en los grupos científicos que trabajan en Europa al servicio de Subsilience. «He creado un grupo de investigación inédito. Estamos a la vanguardia de la investigación prehistórica. Formamos a gente joven que va logrando puestos permanentes y me enorgullece como mentora». Porque los resultados permiten crecer a Evoadapta. En estos años, ha captado tres 'marie curie', dos 'juan de la cierva' y un plan nacional. «Lo he conseguido porque publicamos al más alto nivel. Todo mi afán es publicar los resultados científicos: soy consciente de que mi financiación es pública y tengo que devolver a la sociedad los resultados de mi investigación».
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