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Las concentraciones en Caracas contra el régimen de Nicolás Maduro también tienen voz en Cantabria. En la región conviven más de dos mil venezolanos, y decenas de ellos se hicieron oír ayer por la tarde en la Plaza del Ayuntamiento de Santander. La «inquietud» ... domina el testimonio de este grupo que viven la crisis humanitaria y política de su país desde la distancia. «Miedo y esperanza al mismo tiempo», «la seguridad de que el régimen caerá, aunque no sé cómo», y las proclamas contra «un tirano que no quiere salir del poder» fueron algunas de las frases que deja su aliento al tiempo que las fuerzas del Gobierno cargan contra sus compatriotas. Para esas patrullas también tienen un mensaje, «que sean valientes, y apoyen al presidente legítimo de Venezuela, Juan Guaidó».
William Colmenares, en Cantabria desde enero del pasado año, insistía cada vez que podía: «Queremos que se restablezca la democracia. Estamos inquietos porque todos tratamos de hablar con nuestros amigos, familia, pero es prácticamente una misión imposible». El manifestante reveló las dificultades que pasan para poder mantener una conversación telefónica con sus seres queridos. Esta incomunicación sume a los venezolanos de la región en una situación «terrible de incertidumbre», pero se agudiza más para aquellos que lo viven en primera persona. Lo describe William: «Cuando las llamadas no se cortan o podemos mandarnos mensajes, no son ellos los que nos informan de la situación del país, sino nosotros».
El motivo de esta paradoja radica en la presencia casi testimonial de los servicios públicos más básicos. «Luz, agua potable, combustible, medicamentos, pero además internet», enumera Pedro Gil, quien describe la situación del país como «la crisis más grave en las últimas décadas».
La situación dio un vuelco inesperado ayer, cuando el líder opositor Juan Guaidó -reconocido como presidente interino de Venezuela por medio centenar de países- llamó a la sublevación de la población civil y de las fuerzas armadas. Gil vivió ese momento con «miedo, pero también esperanza», y 48 horas después se mantiene a la expectativa ante la posible eficacia del levantamiento. Para él no hay otra opción: «Venezuela necesita salir de ese régimen. Queremos que sea de forma pacífica y que sea el propio Maduro el que abandone el poder». Sabe que esa hipótesis es «improbable», pero la esperanza está más presente que nunca desde que el presidente de la Asamblea Nacional se autoproclamó presidente de la república. «Las fuerzas militares no son cien por cien leales a la dictadura. Estamos avanzando. Espero que sean valiente y fieles a Guaidó, el presidente».
Yubiri Uribe, en Cantabria desde hace doce años, trata de comunicarse con su familia todos los días, pero es «casi inútil». Cuando puede, recibe la imagen del mismo escenario que muchos compatriotas suyos han descrito anteriormente. «No pueden abrir ni siquiera las redes sociales. Todo lo que les digamos tiene que ser de forma escrita. Nada de enlaces a páginas web». A pesar de todo, aseguró que Venezuela debe salir de la crisis sin violencia: «De lo contrario sería aún más trágico. No quiero una intervención de Estados Unidos».
La extrema gravedad de la crisis lo corroboraba Mariana Sinobas, presente en la manifestación: «Un miembro de mi familia está atravesando un cáncer, y el país no tiene los medios para ayudarle». Sabe que una solución pacífica es complicada. Y pidió: «Necesitamos ayuda. Ya se ha demostrado que Maduro no se va a ir democráticamente».
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