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Un trabajador de Cantabria Acoge asesora a tres jóvenes migrantes. R. Ruiz
Cantabria vuelve a ser atractiva para el extranjero, pero continúa la fuga de jóvenes

Cantabria vuelve a ser atractiva para el extranjero, pero continúa la fuga de jóvenes

La mejora de la economía atrajo el pasado año a 2.907 personas, una cifra que no se veía en la región desde 2009

Lunes, 6 de agosto 2018, 07:43

Diana es paraguaya, tiene 24 años y acaba de llegar a Cantabria, donde ha tenido la suerte de ser recibida por un familiar que previamente ya había cruzado el charco. Su historia no es muy diferente a la de cualquier emigrante que decide dejar su país en busca de una nueva vida. En teoría, mejor: «Me ha costado mucho la despedida, pero tenía que ayudar con mi salario a mi familia. Tengo que sacar adelante a mis padres y hermanos, porque allí no hay posibilidad». La meta es empezar a trabajar como empleada del hogar y, a partir de ahí, ya se verá. El discurso de la compatriota que tiene al lado, una titulada en Bachillerato y Criminalística con ganas de trabajar «de lo que sea» es prácticamente un calco. Y la del resto de los casi 3.000 extranjeros que el año pasado llegaron a la comunidad autónoma también.

Según el último estudio sobre migraciones del Instituto Nacional de Estadística, fueron exactamente 2.907, una cifra que hacía mucho que no se alcanzaba. De hecho, hay que remontarse hasta 2009 para encontrar datos similares. Es cierto que entre ellos también había quien llegaba con argumentos distintos a los laborales. El que elige la región para jubilarse, el que lo hace por motivos personales... Pero estos eran la excepción. La prueba es que durante lo más duro de la crisis económica, la llegada de extranjeros a Cantabria cayó en picado hasta el mínimo de 2014, cuando fue de 1.592 personas.

  • 345 jóvenes cántabros -de 19 a 40 años- salieron de España el pasado año, sobre todo hombres.

  • 202 jóvenes cántabros regresaron a la región desde sus destinos extranjeros durante 2017.

Ahora, después de casi una década, al igual que en el resto de España -en todo el territorio el comportamiento es muy similar- la región vuelve a ser atractiva para los migrantes. Lo confirman los integrantes de Cantabria Acoge, la organización que recibe y asesora en aspectos jurídicos y laborales a Diana y a muchas de las personas que están en su misma situación. En cualquier caso, la llegada no es aún tan masiva como la del pico que se vivió en 2008. En lo más alto del 'boom' del ladrillo, cuando el país estaba en la «Champions League de Europa» y se demandaba mucha mano de obra, llegaron 5.718 extranjeros. La coincidencia de la fechas deja claro que existe una relación directa entre el momento económico del país receptor y esta fluctuación. En Cantabria Acoge se apuntan a esta tesis, aunque subrayan que también influye la situación de estabilidad -habitualmente de inestabilidad- del emisor.

«Encontrar un empleo en España como el que tengo aquí es muy complicado si no tienes enchufes»

Arantxa Abascal | Cántabra en Chile

Durante la etapa de vacas flacas, no sólo se redujo considerablemente el flujo, también muchos extranjeros decidieron regresar a sus países. Otros tenían claro que España seguía siendo la mejor opción. «Aquí no te va a faltar el pan del día. Cuando las cosas se pusieron difíciles pensé en volver, pero me di cuenta de que, aunque con la crisis las condiciones laborales han empeorado, los salarios han caído y las horas de trabajo se han doblado, siempre sale algo», cuenta Edgar, un inmigrante peruano que llegó hace 12 años.

A tenor de los datos del mismo informe, durante 2017 llegaron a la comunidad autónoma 257 compatriotas suyos. La peruana fue la tercera nacionalidad en el ranking regional, aunque muy por detrás de la colombiana. De este país partieron hacia aquí 435 personas en sólo doce meses. El idioma y las conexiones culturales hacen que España sea especialmente atractivo para los sudamericanos, que huyen de «la inseguridad en las calles, las malas condiciones de vida y los peores salarios».

De hecho, el segundo puesto de la tabla se lo llevan los venezolanos, que en el último ejercicio sumaron otros 340 residentes en Cantabria. El perfil es de «médicos, dentistas o profesionales que han tenido empleados a su cargo y que dejan todo por recibir amenazas de su gobierno. De la noche a la mañana lo dejan todo. Son jóvenes de entre 25 y 35 años, que llegan a España solos o con pareja y niños pequeños a su cargo». «Nos ha sorprendido el gran esfuerzo que hacen, su capacidad de trabajo y buena adaptación a puestos laborales precarios, como personal interno para cuidar a mayores o servicio doméstico, que desempeñan con mucho interés», explican los técnicos de la organización. También superan el centenar los moldavos (200) y los rumanos (177). A pesar de que tienen más dificultades con el idioma, estos dos últimos grupos tienen «el perfil mejor valorado por las empresas», explicó Gonzalo Piñeiro, técnico de la asociación y responsable de Comunicación. «Estos ciudadanos tienen menos problemas para encontrar trabajo. Vienen a la asociación a dar clases de idiomas. Tenemos una buena estructura de diez voluntarios que dan clase de español a 90 personas de distintos niveles cada día». Como dato curioso, del total de 2.905 inmigrantes, 1.521 fueron mujeres frente a los 1.386 hombres.

De Cantabria al mundo

Los datos del INE ponen de manifiesto una paradoja. La mejoría económica es suficiente para que Cantabria vuelva a ser atractiva para los emigrantes, pero todavía no genera oportunidades para los jóvenes cualificados de la región. Entre enero y diciembre de 2017 se subieron a un vuelo con destino al extranjero 345 cántabros de entre 19 y 40 años y sobre todo hombres. Muchos más que en 2008, cuando la cifra apenas superaba el centenar, pero menos que en los ejercicios precedentes. Porque fueron 416 en 2016 y hasta 616 en 2015. Nunca en la historia reciente se había alcanzado ese volumen de salidas. En total, de todas las edades, marcharon 823 autóctonos en 2017. Cada uno con sus motivos.

«Tenía un amigo en Perú y me dijo que los ingenieros españoles están muy valorados allí»

Manuel Llano | Cántabro en Perú

Manuel Llano es uno de ellos. Después de tres años buscando trabajo en Torrelavega -allí vive, pero extendía la búsqueda a todo el país y también perfeccionó el inglés en Reino Unido-, le surgió la opción de ir a Perú en febrero del pasado año: «Tenía allí un amigo, me dijo que era un país en crecimiento y que los ingenieros españoles estábamos muy valorados». Cuando empezó Minas aún no se veía la dimensión que iba a alcanzar la crisis económica, pero el último año de carrera ya vio que, muy probablemente, o cogía el pasaporte o tendría muy difícil trabajar.

Llano es ingeniero y Arantxa Abascal también. En su caso, de Caminos. Como su compañero, tiene claro que su objetivo a medio plazo es volver a España, pero reconoce que en Chile, el país donde encontró una oportunidad laboral, está contenta. «Encontrar un empleo como el que tengo en España, ahora mismo, sería bastante complicado, especialmente si no tienes contactos (enchufes) en el mundo de la ingeniería. La mayoría de mis amigos de carrera que se encuentran trabajando actualmente en España, tienen contratos de prácticas de hasta dos años, realizando trabajos similares al que yo tengo en Chile. La gran diferencia es el sueldo», apunta.

Aunque ella siempre ha tenido una visión positiva sobre la inmigración, reconoce que algunos miembros de su familia tenían una posición distinta: «Eran más conservadores respecto a la inmigración en los años en los que España era el destino, pero están tomando mucha conciencia sobre esto viendo que sus hijos y sobrinos tiene que irse al extranjero inevitablemente para poder desarrollar su profesión en condiciones decentes».

Esa mejoría económica -leve- también se aprecia en los retornos de los que se fueron en el pasado y empiezan a regresar. En 2017 fueron 202. Para las sufridas familias que dieron a sus hijos una carrera y todavía están esperando a que vuelvan de Reino Unido, Alemania o cualquier lugar del mundo serán aún insuficientes, pero son más que en los ejercicios anteriores.

Más que los 169 de 2016, que los 151 de 2015, 83 de 2014... «Estamos viendo que ya hay un número importante de ellos y de ellas que deciden volver a Cantabria a desarrollar su proyecto de vida», confirma Jorge Gutiérrez, director general de Juventud, quien señala que, aunque hay otros, vuelve a apuntar a la mejora de la economía como el principal incentivo.

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