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Dicen que los héroes no son los que ganan, sino los que jamás se rinden. Esta heroicidad se ve en la gente que se une hasta el final para cambiar el mundo o salvar un árbol; para exigir justicia o defender su tierra. El ... movimiento ciudadano surgido en los valles pasiegos contra los eólicos es el último de una larga lista de grupos nacidos en Cantabria para plantar cara al poder. Ellos, de momento, ya han conseguido crear una abrumadora corriente en los municipios afectados por el megaproyecto de 100 aerogeneradores que ven como una amenaza a su forma de vida. Y los sueños de paisajes con aspas empiezan a derrumbarse...
Al margen de la razón que les mueva, la creciente existencia de plataformas reivindicativas es en sí una buena noticia. «Significa que estamos construyendo una sociedad democrática, participativa, donde existe libertad para exponer públicamente opiniones y defender intereses», considera el catedrático y sociólogo de la Universidad de Cantabria Juan Carlos Zubieta, para quien estos grupos son la muestra de que «la población está viva» y tiene voz para alzarla. En ocasiones recaban tanto apoyo popular que consiguen cambiar la agenda política y el discurso de las más altas esferas; el devenir del mundo, en definitiva. Sirvan de ejemplo, además de la plataforma contra los eólicos, las gestas de La Asociación de Maltratados por la Administración (AMA), la victoria de la Asamblea contra la Fractura Hidráulica de Cantabria o la guerra contra las líneas de alta tensión que en su día encabezó el alcalde de Penagos José Francisco Montejo.
En el año 2001 comenzaron a manifestarse los afectados por sentencias de derribo. Aquellas protestas fueron cobrando peso y en 2005 se constituyó una asociación formada por gente desesperada. «La soledad, el sufrimiento y el miedo de muchas familias hizo que naciera AMA», cuenta Antonio Vilela, el presidente de un colectivo que lleva dos décadas en pie de guerra, que hoy tiene más de 4.000 socios y que ya es un referente nacional en la protección del 'tercero de buena fe'.
Sus acciones de protesta son míticas, como sus 'marchas a Santander', sus 'trenes de los inocentes' y tantas manifestaciones ante instituciones cántabras. Entre sus hitos, han conseguido el apoyo del Defensor del Pueblo y del presidente de la Comisión de Peticiones del Parlamento Europeo; han motivado declaraciones institucionales, incluso que se reconozca su derecho a indemnización por daños morales... La última batalla ganada fue el 3 de mayo, con la proposición no de ley instando al Gobierno regional y a los ayuntamientos a darles una solución este mismo año. Dos décadas después. «Es muy duro y frustrante ver cómo cerca de 200 amigos se nos han ido de este mundo sin que se haga justicia». Por eso, hasta el último aliento seguirán pidiendo «justicia, justicia y justicia...».
La Asamblea contra la Fractura Hidráulica de Cantabria nació en el año 2011, convocada por un grupo del 15M de Cabezón de la Sal, y en poco tiempo consiguió la adhesión de una aplastante mayoría de los cántabros. Gracias a la labor de investigación y difusión de este colectivo, la población pudo saber qué era eso del fracking para extraer gas del subsuelo. Fueron ejemplo de coordinación de muchos pequeños grupos locales, en Cantabria y luego con otras zonas del país. Para el recuerdo, la primera gran manifestación contra el fracking celebrada simultáneamente en Santander y en Vitoria en octubre de 2012. Pocos años después ya pudieron celebrar la caída de los permisos de uso de la fractura hidráulica en Cantabria y la cascada de desestimientos de las empresas.
«Nuestro principal logro fue formar parte de un movimiento social muy transversal en la región», cuenta Pablo, un miembro de aquella asamblea que admite que, a pesar de haber conseguido el objetivo, les hubiera gustado llegar más lejos, involucrándose en otras causas sobre generación y niveles de consumo de energía y, tal vez, «haber estado más cerca de otros procesos análogos en otros rincones del planeta». Aunque la asamblea original ya no existe, siguen «juntos y organizados, colaborando para que cada vez los montes sean más verdes y las costas más azules (...)».
En 1991, el mismo día en el que José Francisco Montejo era nombrado alcalde de Penagos, empezó su lucha para paralizar las líneas de alta tensión, liderando un movimiento que supo aunar a la mayoría de los vecinos y concitó el apoyo de otros municipios de Cantabria, Asturias y País Vasco afectados por las mismas líneas. Tan fuerte fue la oposición de este grupo que «puso contra las cuerdas a los gobiernos nacionales desde 1991 hasta 2003, y el ejemplo de Penagos se extendió por otros lugares, como Algeciras o las afueras de Madrid», rememora el actual alcalde, José Carlos Lavín.
En el año 2003, siendo presidente Aznar, se cerraron las puertas al control municipal de la construcción de líneas de alta tensión o de la ampliación de subestaciones. Montejo acabó condenado por su oposición a los tendidos eléctricos, dejó su cargo un mes de mayo de 2006 y murió en noviembre víctima de un cáncer a los 46 años de edad. «Pero aún hoy perdura su talante batallador por los derechos de los ciudadanos de Penagos y en los municipios en los que tomó parte activa», ensalza su sucesor.
El pasado verano cundió la preocupación en los valles pasiegos por los polígonos eólicos que se estaban proyectando en sus tierras, un faraónico plan para instalar un centenar de aerogeneradores de entre 160 y 200 metros de altura. El motivo bastó para aglutinar a toda una marea en torno a la Plataforma para la Defensa de los Valles Pasiegos y se pudo formar un equipo técnico multidisciplinar. Gracias a ello, el primer proyecto los pilló bien preparados, «listos para presentar alegaciones al estudio de impacto ambiental de Garma Blanca y empezar a informar en los pueblos, vecino a vecino», destaca el portavoz, Aitor Lobato.
La organización ha sido puramente vecinal, en cada pueblo y cada valle, y en todos los territorios afectados ya han surgido grupos adheridos a esta corriente, dispuestos a plantar batalla a los proyectos que están al caer. Celebran reuniones, hay redes de trabajo y hasta se hizo una consulta popular en Miera. Recogieron miles de alegaciones a los dos primeros proyectos y ya han conseguido irrumpir en la agenda mediática y política, impulsando cambios de discurso y posicionamiento público.
El sociólogo Juan Carlos Zubieta señala que hay movimientos ciudadanos en Cantabria que se manifiestan por asuntos más próximos: por la situación de un barrio, el abandono de un patrimonio cultural, para evitar un destrozo urbanístico o hasta para evitar la tala de unos árboles, como en su día protagonizó la Asociación de Amigos del Parque de La Marga (que además consiguió su objetivo). Ejemplos cercanos de este tipo de grupos son los que han alzado la voz en contra (y a favor) de los espigones de La Magdalena, también contra la modificación de la fachada de la sede del Banco Santander, la Plataforma Transporte Santander contra el MetroTUS, la Coordinadora Meruelo sin Okupas o el grupo creado en San Vicente para oponerse a la construcción del 'superpuerto'.
Zubieta explica que la capacidad de influencia de estos movimientos está condicionada por los objetivos que pretenden (algunos alcanzan más apoyos que otros), por el número de miembros, el prestigio de sus líderes, su capacidad de organización, su presencia en los medios de comunicación... «Los que consiguen sintonizar con los problemas de amplios sectores de la población recaban más apoyo popular y, por tanto, tienen más capacidad de influir».
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