Dos cántabros tras los montajes fotográficos en un orfanato de África sin moverse del sofá

La empresa lanzó su nuevo negocio en redes sociales a finales de abril y las reacciones no tardaron en llegar. Instagram eliminó dos perfiles de 'PicHelpers' tras las denuncias de los usuarios y la conversación en Twitter parecía no tener fin entre críticas e improperios. Hasta que, a los seis días, se destapó la mentira. 'PicHelpers' no existe y detrás de este negocio ficticio se encuentra el objetivo de concienciar sobre la frivolidad de las personas que se retratan en forma de 'selfie' en contextos de pobreza. Y tras esta campaña se esconden dos santanderinos: Iñigo Reyna Maiztegui, encargado de la campaña de comunicación y Óscar Pérez Marcos, cofundador de 'The social MBA', el máster de innovación social que encargó la acción.

«Queríamos dar un golpe encima de la mesa, generar debate y conversación sobre ese postureo que vemos en redes sociales de gente que se va a ciertos países dos semanas para sacarse fotos, nuestro objetivo era cuestionar qué es lo que realmente aporta valor y qué no», cuenta a este periódico el encargado de comunicación.

La polémica gira también en torno a la práctica del 'white savior' o síndrome del salvador blanco, un concepto que se utiliza para referirse al comportamiento de personas occidentales que se fotografían en contextos desfavorecidos o de pobreza en países del sur, generalmente africanos, para publicarlo en redes sociales. Un comportamiento que encierra una especie de sentimiento de «salvador» de desigualdades que convierte en muchos casos a la población de estos países, sobre todo a los menores, en una especie de «atractivo turístico» que solo se entiende dentro de un contexto de racismo. A esto se suma la polémica sobre la protección de menores, ¿estas personas han pedido permiso a los progenitores o tutores de estos niños?, ¿se fotografiarían así con un niño que no conocen de Torrelavega?

Estas fueron algunas de las críticas que pudieron leerse en las redes sociales, donde España fue el epicentro de la conversación hasta ramificarse a países como Estados Unidos, México, Alemania o Brasil, además de varios foros de internet. La web recibió más de 15.000 visitas en menos de 48 horas y la campaña llegó hasta más de 2 millones de usuarios , con más de 300.000 comentarios en Twitter en siete horas.

Las redes echaron humo durante días y algunos medios de comunicación se hicieron eco de la supuesta empresa. Pero no solo recibieron críticas. Hubo personas que se interesaron por el servicio para falsear fotografías en sus redes sociales. Y no fueron pocas. Hasta 250 solicitudes llegaron a recibir los artífices de la campaña. «La primera que nos contactó fue una chica de Barcelona que nos pedía mandar las fotos para hacer un montaje porque, con el estado de alarma, no estaba permitido que viniera en persona, nos quedamos locos, pero después vinieron muchas más, el teléfono estuvo sonando sin parar durante tres días», añade Reyna.

Tras el revuelo, el equipo decidió sacar a la luz la verdad. Y al desvelar que no existía 'PicHelpers' también dieron a conocer otras realidades. «Lo que sí que es real es que durante los diez segundos que cada vez más personas usan para inmortalizarse abrazando a un niño desnutrido, otros dos niños mueren en el mundo por causas evitables y 71 personas caen bajo el umbral de la pobreza» advierten ahora las redes sociales y la página web, todavía en funcionamiento.

La acción plantea otro debate, ¿hasta qué punto pueden las redes sociales crear una falsa realidad en un mundo hiper conectado? Pues a veces la realidad supera la ficción. Ejemplo de ello son las campañas de 'influencers' —personas influyentes en las redes sociales— que sortean voluntariados en países del sur. «Por pura coincidencia, justo una semana antes de lanzar la campaña, Sara Carbonero y el 'influencer' Tomás Páramo sortearon en Instagram un voluntariado a las islas Maruicio con todo pagado, al ver las condiciones, eran prácticamente unas vacaciones en 'resort', justamente lo que criticábamos«, cuenta Reyna.

El santanderino Oscar Pérez, cofundador de The social MBA, conoce de cerca la realidad del voluntariado. «He visto en estos últimos 10 años cómo muchas empresas hacen, tristemente, negocio con la pobreza para enviar voluntarios sin financiar un solo proyecto, todo se va en marketing. Muchos presumen de que son muy sociales en las redes pero ahí se queda, si no va seguido de acciones posteriores, compromiso real y dedicación, no sirve para nada». Él fue uno de los creadores de la campaña, que además de generar debate, buscaba dar visibilidad al máster de innovación social. Este año The Social MBA ha arrancado su primera edición, con 200 alumnos de 13 países para formar a «líderes sociales» que puedan «generar impacto» y transformación desde diferentes ámbitos.

La plataforma de innovación social cuenta con alumnos de ONGs, perfiles de banca y consultoras, o aquí mismo, en Cantabria, con miembros de Sodercan. «Se puede trabajar la generosidad en un metro cuadrado, en tu propio barrio, en el entorno más cercano sin tener que ir a otros países, lo importante es generar acción y expandirla», concluye el cofundador.