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La pandemia lo puso todo patas arriba. También los precios. La curva de la inflación comenzó a elevarse hace justo tres años. Aunque ha ido descendiendo de manera progresiva desde entonces, no lo ha hecho hasta el nivel previo al desembarco del coronavirus en Cantabria. ... El último dato de este mes de octubre la fijaba en el 3,9%, lo que sigue ahogando a los hogares justo a las puertas de la época de mayor consumo del año: las Navidades. Y lo que es peor, con los ahorros bajo mínimos y la cesta de la compra casi un 11% más cara. A las familias no les ha quedado más remedio que ir sacando dinero de la hucha. Sólo en octubre, ha revelado esta misma semana el Banco de España, los españoles retiraron 7.000 millones de euros, un 1,2% del total depositado en las entidades bancarias. Los hábitos de consumo de los cántabros también han cambiado, según explican desde los sectores afectados, «porque ahora viven más al día». Así que no queda otra que agudizar el ingenio para optimizar el gasto: más marcas blancas en el supermercado, rastreadores de ofertas, facturas más pequeñas en los restaurantes y ropa y calzado con una segunda vida previo paso por las tiendas de arreglo.
Las Navidades cada año comienzan antes. No sólo las luces se encienden primero. Los supermercados ofrecen turrones y mazapanes nada más terminar el verano y el denominado 'viernes negro' –o 'black friday', en inglés– ya está plenamente instaurado y goza de mucha aceptación. Los consumidores utilizan las ofertas para dejar hechas las compras de los regalos. Esta espiral de consumo se solapa con la navideña pese a que hay un mes de separación entre ambas.
El cuarto informe de 2023 de Unicaja Banco sobre 'Previsiones Económicas de Cantabria' revelaba a las puertas del 'viernes negro' la contracción del gasto. «El ritmo de crecimiento del consumo privado se ha ralentizado en un contexto de elevada inflación y pérdida de capacidad adquisitiva», aseguraba. Porque detrás del problema se encuentra el incremento sostenido en el tiempo de los precios. Aunque la escalada comenzó durante la pandemia, la explosión se produjo en marzo del año pasado, justo un mes después de que Rusia desencadenase una guerra con Ucrania tras invadir su territorio. El petróleo y el gas se dispararon –a consecuencia de lo segundo, también la electricidad– y aunque durante este año, a excepción del verano, se han ido moderando –la gasolina y el gasoil están ahora más baratos–, la inflación continúa elevada.
Este alza no ha podido ser contrarrestada con un aumento del poder adquisitivo de los cántabros. Los sueldos no han aumentado en la misma medida. «El incremento salarial pactado para 2023 –hasta agosto, en función de los convenios registrados— se sitúa en el 3,5%, una décima superior a la media nacional, y 0,3 puntos más bajo que el registrado en 2022», recoge el informe de Unicaja Banco.
El sector servicios es el que, a juicio del informe, mejor ha aguantado el impacto de la inflación. «La demanda turística ha mostrado una evolución muy favorable en lo que va de año», subraya el documento. El flujo de turistas ha sido constante, sobre todo porque cada vez más, debido a la prolongación del tiempo cálido durante septiembre y octubre, la temporada veraniega se alarga. Los restaurantes también resisten. «La cosa está animada a las puertas de las Navidades. Hay movimiento, se notan las ganas en la gente de salir y pasarlo bien», explica José María Cañedo, propietario del restaurante Laury, en Santander. «Trabajamos más con los menús cerrados, pero el ambiente, al menos aquí, es muy parecido al del año pasado», concluye.
Aun así, a la hostelería no le ha quedado más remedio que reinventarse. «La subida de precios no perdona a nadie, pero lo que no podemos hacer es repercutir todo al cliente. Al final, sería contraproducente. Sería mucho peor el remedio que la enfermedad», explica Diego García Fernández, cocinero y propietario del restaurante Cirana de la capital cántabra. «Tenemos que tirar de recetario y de ingenio. Hay productos con los que ya no se puede trabajar. Por ejemplo, ahora que estamos en temporada, hay setas que están por encima de los 50 euros el kilo. Conclusión: no trabajamos con ellas. El precio final para el cliente sería desorbitado. De hecho, yo no lo pagaría», subraya.
A la hostelería le sucede como al resto de consumidores. Además del incremento de los costes energéticos, la cesta de la compra se ha disparado. Estos últimos lo han notado especialmente en los supermercados y las grandes cadenas de distribución. El 83% de los compradores se han visto obligados a cambiar sus hábitos debido a la inflación. Un dato que está nueve puntos por encima de la cifra del año pasado. Es una de las principales conclusiones de la encuesta sobre 'Hábitos de Compra y Consumo 2023' que elabora la Mesa de Participación de Asociaciones de Consumidores (MPAC), un colectivo de debate formado por las agrupaciones de consumidores Avacu, FUCI, UNAE y Uncauce en colaboración con Mercadona.
Un 42% de los compradores han modificado su comportamiento para buscar más ofertas e incluso un 8% han sustituido el tipo de productos que consume por otros más económicos. En el estudio han participado 3.500 familias de todas las comunidades autónomas.
Hay más consecuencias reveladoras. Los encuestados aseguraron que primaban el factor precio frente al de la calidad en la elección de los productos, algo que no sucedía en ejercicios precedentes. La encuesta también señala que el 33% de los participantes se sintió vulnerable, el 19% de ellos porque su nivel de renta era bajo. Hacer la compra para muchos cántabros es un quebradero de cabeza. La cesta ha subido ya un 10,6%, y se espera que lo haga aún más a medida que se vayan acercando las fechas navideñas. El rey de todos los productos de esta escalada casi infinita es el aceite de oliva, que ha experimentado en lo que va de año una subida del 46,9% en comparación con octubre del año pasado, según el Instituto Nacional de Estadística (INE). Es el mayor incremento en las últimas dos décadas. El litro ronda ahora los diez euros en las estanterías de los supermercados.
No es el único alimento que acumula aumentos considerables. También lo ha hecho el azúcar, las patatas, la leche, el arroz, los zumos, los productos de confitería y la carne de cerdo. No es de extrañar que 14 de los 20 productos que más se han encarecido a lo largo de 2023 sean alimentos.
La reducción del IVA a una quincena de productos básicos decretada por el Gobierno central tampoco ha servido para que los precios bajen. Hay familias que tienen más problemas. Son las que disponen de menos recursos, las que tienen que recibir ayuda para cubrir las necesidades más básicas. «Nos está llegando un perfil nuevo de personas que no había venido nunca. La situación es complicada. Hay gente que tiene trabajo y aun así no le llega para comer», explica Sonsoles López, directora de Cáritas Diocesana de Santander. «Tratamos de ayudarlos con una tarjeta monedero para que sean ellos, con dignidad, los que elijan qué productos comprar. Debemos entender que a cualquiera de nosotros nos puede suceder lo mismo», concluye.
El comercio minorista afronta con esperanzas la campaña navideña, aunque reconoce cierta incertidumbre. «Las previsiones, tal y como está la economía y tras unas fechas de alto consumo a consecuencia del 'black friday', son una auténtica incógnita», asegura Gonzalo Cayón, secretario general de la Federación del Comercio de Cantabria (Coercán). «El pequeño comercio compite contra las grandes plataformas digitales de compras y se juega buena parte del año. Es bueno para nosotros que haya gente en las calles, y en ese sentido los ayuntamientos nos ayudan con los cada vez más y mejores alumbrados navideños», concluye.
Alas puertas de las Navidades, las tiendas de arreglos de ropa y calzado tienen más trabajo. «Para nosotros, la temporada alta empieza cuando llega el frío y la gente cambia de calzado», explica Félix Pajares. «Es sencillo. Cuando hay crisis, la gente en lugar de comprar hace arreglos», explica el propietario y zapatero de Reparación de Calzado Pajares, en Torrelavega.
Algo parecido pasa con la ropa. Las grandes firmas nacionales con proyección internacional sacan hasta tres y cuatro temporadas al año, pero cuando los bolsillos empiezan a resentirse de tanta inflación, los consumidores suelen acabar rebuscando en el armario. «Hay quien ha traído su ropa para las fiestas navideñas. A una edad, solemos cambiar mucho al subir o bajar de peso, y esas prendas que no nos quedan bien son las que traen para hacer pequeños retoques, para entallarlas o para coger los bajos», relata Leyda Pocohuanca, propietaria de 'La Cremallera', en Torrelavega.
«He notado mucho que noviembre empezó triste, pero ha terminado muy animado. Los bolsos son otros de los complementos que más trabajo», añade. «Se nota el tirón del puente de esta semana, la gente quiere reestrenar aquello que tenía guardado o estropeado», concluye.
«En una zapatería, lo más normal es lo que yo llamo, en el buen sentido, el 'chapuceo'; pero también he notado que los clientes arreglan ahora más las deportivas que los zapatos», subraya Pajares. «Cada vez es más habitual que, antes de tirarlas, nos consulten si llevan arreglo», finaliza.
El sector de las agencias de viaje fue uno de los que peor lo pasó durante la pandemia. Tras el bache y las restricciones, se recuperó. «Es una de las pocas buenas cosas que nos trajo. La gente nos dimos cuenta de que debemos vivir más el momento», explica Eduardo García, presidente de la Asociación de Agencias de Viajes y Operadores de Turismo. Durante el pasado verano, a pesar de la elevada inflación, los cántabros optaron por viajar. «Sí que estamos notando que hay cierta intención en la gente de cara a las Navidades», explica.
Eso sí, hay destinos que están descartados. «Eurodisney, por ejemplo, que es muy navideño y perfecto para ir con niños, es complicado. Es un destino que, en temporada alta y con niños y adultos, no sale nada barato», apunta.
Las opciones más elegidas son las domésticas. «Canarias es de las más buscadas, allí la oferta es amplia y además hace muy buen tiempo. También están saliendo muchos viajes a capitales europeas, escapadas de tres o cuatro días», añade. De lo que no se libran los consumidores, es de la subida de los precios. «Por lógica, si a todo el mundo le ha subido la hipoteca, la luz y la comida, lo mismo sucede en el sector del ocio y el tiempo libre. El encarecimiento se nota sensiblemente en el precio de los viajes», concluye. El ocio y la cultura en Cantabria cerraron octubre con un encarecimiento del 3,5%, según los datos del INE, aunque el máximo lo alcanzaron en agosto, cuando subió hasta el 7,2%. Desde entonces, ha ido bajando de manera progresiva.
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