Cántabros sobresalientes
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Los alumnos con las notas más altas de la Selectividad defienden que la constancia en el estudio, la organización y el saber controlar los nervios fundamentan su destacado rendimientoSus notas sobresalientes son las llaves que les van a permitir cursar las carreras universitarias que tenían colocadas en lo más alto de su lista de prioridades, las que les abren las puertas de su futuro. David Gutiérrez, Verónica de la Herrán, Víctor Mencía, ... Carmen de Diego y Ángel Joaquín Pelayo han obtenido las calificaciones más altas de la Selectividad en Cantabria, rozando el 10 en la fase general que realizaron los más de 2.200 alumnos presentados -ellos se examinaron además de distintas asignaturas optativas para subir nota-. Cinco perfiles unidos por su destacado rendimiento, pero bien dispares: proceden tanto de institutos públicos como de centros privados; enfocarán su camino hacia carreras científicas, sobre todo, pero también humanísticas; y han optado por hacerlo tanto en la Universidad de Cantabria como fuera de su tierra. Otra cosa que les une: en su elección ha primado la vocación por encima de las estadísticas de empleabilidad.
Ninguno de ellos esperaba encabezar el ranking de notas de la Evaluación de Bachillerato para el Acceso a la Universidad (EBAU, término con el que desde hace dos años se denomina a la histórica Selectividad), pero ahora disfrutan orgullosos de unas calificaciones que premian el trabajo realizado. «Me hace mucha ilusión y no me lo esperaba para nada. Fue una muy grata sorpresa», reconoce David Gutiérrez sobre su 9,875 que le ha situado como el número 1 de esta generación. Él ha estudiado en el instituto Nueve Valles de Puente San Miguel, centro que el año pasado también alcanzó la máxima calificación, en ese caso con María José Cossío. «No sé que nos dan», bromea al respecto.
«No soy capaz de describir la sensación. Barajaba la posibilidad de obtener buena nota, pero no desde luego estar en el top 5», refleja por su parte Verónica de la Herrán, del IES Garcilaso de la Vega de Torrelavega, enseñando su 9,853. Satisfacción que comparte Víctor Mencía, que sacó un 9,800. «El esfuerzo al final se ve recompensado», describe este estudiante del IES Alisal de Santander. «No podía creerme mi resultado -9,795- cuando lo vi. Todavía sigo en una nube», manifiesta por su parte Carmen de Diego. «¡No puedo estar más feliz!», añade expresiva esta alumna del colegio Calasanz. Mientras, Ángel J. Pelayo comparte el mérito de su 9,794 con su «familia, amigos y profesores» del colegio La Salle. «Es una demostración de que todo el trabajo realizado durante tanto tiempo ha rendido sus frutos y ha merecido la pena», subraya.
Trabajo diario, constancia, organización, descanso, saber afrontar la presión y controlar los nervios son, a su juicio, los factores que fundamentan el buen rendimiento en Selectividad. «Creo que el trabajo diario es fundamental: no vale con ponerse las pilas dos semanas antes de la EBAU, tienes que tener una buena base que se trae de mucho más atrás, incluso de la ESO. Eso es lo que marca la diferencia: saber redactar, organizar y presentar la información... A partir de ahí, repasando unas estructuras básicas, puedes solventar las pruebas sin ningún tipo de problema», reflexiona Gutiérrez, que se sumará el curso próximo a unos estudios de moda y con fuerte demanda laboral: el grado de Matemáticas. «Lo tengo decidido desde hace tiempo. Al empezar Secundaria participé en un programa de estímulo del talento matemático (Estalmat) en la Universidad de Cantabria y me enganché mucho a la resolución de problemas. Con posterioridad, me metí en el mundo de las Olimpiadas de Bachillerato, lo que reforzó toda esta pasión», detalla. De esa experiencia se llevó la medalla de oro en la disciplina de Matemáticas y la de plata en Física.
Centro IES Nueve Valles, de Puente San Miguel
Nota: 9,875
Estudiará: Matemáticas en la Universidad de Cantabria.
Dice «El trabajo diario es fundamental: no vale con ponerse las pilas dos semanas antes»
Centro IES Garcilaso de la Vega, de Torrelavega
Nota: 9,853
Estudiará: Traducción e Interpretación en Salamanca
Dice «Las semanas previas fueron lo peor, pero tras el primer examen se mitigaron los nervios»
Centro IES Alisal, de Santander
Nota: 9,800
Estudiará: Medicina en la Universidad de Salamanca
Dice «En general, los exámenes de la EBAU me parecieron muy similares a los que hemos realizado en clase»
Centro Colegio Calasanz (Escolapios), de Santander
Nota: 9,795
Estudiará: Doble grado en Derecho y Administración y Dirección de Empresas en la UC
Dice «No podía creerme mi nota cuando la vi. Todavía sigo en una nube. ¡No puedo estar más feliz!»
Centro Colegio La Salle, de Santander.
Nota: 9,794
Estudiará: Medicina en la Universidad de Cantabria
Dice «Es una demostración de que el trabajo realizado ha rendido sus frutosy ha merecido la pena»
«Trabajo, una muy importante organización del tiempo y, sobre todo, la constancia», confiesa Verónica de la Herrán que han sido los factores que han sustentado su sobresaliente calificación. Su pasión por las idiomas la empuja a estudiar Traducción e Interpretación en Salamanca, donde está realizando las pruebas de acceso específicas. También a esta capital universitaria se desplazará Víctor Mencía, en su caso a estudiar Medicina. «Creo que lo más importante es esforzarse y concentrarse bien durante la semana de preparación y luego no ponerse nervioso en los exámenes», valora sobre su paso por la EBAU. Otro que va a estudiar Medicina es Ángel J. Pelayo, siguiendo la tradición de su familia, donde existen varias generaciones de médicos. Él resume las claves de su nota en una palabra: «trabajo, trabajo y más trabajo», porque es la constancia «la que te lleva al éxito».
Por su parte, Carmen de Diego considera que ha sido fundamental «saber compaginar el estudio con el descanso los días anteriores a las pruebas, tener confianza en uno mismo y tratar de controlar los nervios, aunque a veces sea complicado». «Pero lo más importante es la constancia y el trabajo diario durante el curso», sentencia esta joven que afrontará el reto de estudiar el doble grado en Derecho y Administración y Dirección de Empresas, porque, según confiesa, «me interesa mucho el mundo de la economía aplicada a los negocios y poder combinarlo con un grado tan versátil como es Derecho, que sirve para tantas cosas, me parece una formación muy completa de cara al futuro». Por el momento, ha decidido empezar a cursarla en la UC para poder terminar mientras tanto sus estudios de piano.
Coinciden, mayoritariamente, en la que la EBAU «no ha sido tan difícil» como se temían. Los disgustos en la Selectividad son la excepción: este año han aprobado en Cantabria el 91,6% de los presentados. Un porcentaje, de nuevo, muy alto, pero que se ha convertido en el más bajo de la presente década. «Me ha parecido relativamente sencillo en su conjunto», resume Gutiérrez. «Las semanas previas fueron probablemente lo peor», relata De la Herrán. Una angustiosa cuenta atrás. Pero, una vez llegado el momento, «te das cuenta de que no deja de ser un examen más para el que te has estado preparando a lo largo de todo el curso. La diferencia radica en el espacio y los compañeros. De todo ello no fui consciente hasta pasado el primer examen, cuando los nervios se mitigaron. Finalmente conseguí asumir que aquello no se alejaba tanto de un ejercicio al que no me hubiera enfrentado con anterioridad», reflexiona. «En general, los exámenes me parecieron similares a los de clase», comparte Mencía. «Para todo el miedo que tanto profesores como padres te meten, la EBAU no me ha parecido tan compleja», resume Ángel J. Pelayo, «quizás debido a una buena planificación y preparación tanto por parte del colegio como personal». Dice que le resultó «de gran ayuda» el haber hecho otras pruebas «estresantes» antes, como las realizadas para acceder a universidades privadas.
La Selectividad marca un antes y después en la vida de un estudiante. Ahora inician una nueva etapa, la universitaria, algunos de ellos fuera de casa, que afrontan con «máxima ilusión» y una clara «predisposición» para crecer, personal y académicamente. Todos coinciden en estos propósitos. «Mi objetivo principal es sacar la carrera con las mejores notas posibles, pero el factor humano, el conocer a gente a quien le interesa lo mismo que tú, el hacer nuevas amistades, es algo fundamental, a mi parecer a la par en importancia que los propios estudios», indica al respecto David Gutiérrez.
Una opinión que comparte igualmente Verónica de la Herrán, que destaca que quiere «disfrutar» de esta nueva etapa. «Espero formarme profesionalmente con vistas a obtener un trabajo en el futuro pero, sobre todo, me gustaría vivir todas las experiencias que ser universitario supone. Crecer como estudiante pero también como persona», indica.
Ilusión es la palabra que mejor encaja en sus rostros y que más sale de su boca. «Tengo muchísimas ganas de moverme en un ambiente distinto y de conocer gente nueva. Quiero afrontar esta etapa con una actitud muy positiva, que me permita aprender tanto en lo académico como en lo personal y sobre todo, disfrutar de cada momento», concluye Carmen de Diego.
Este año los estudiantes de Bachillerato de toda España han alzado la voz por los diferentes niveles de dificultad de los exámenes de Selectividad. No entienden que haya 17 pruebas de acceso diferentes, una por comunidad autónoma, y un único distrito universitario. Denuncian que estas diferencias de nivel en función del territorio penalizan a unos frente a otros a la hora de conseguir plaza en las carreras y reclaman una Selectividad única en todo el país para garantizar la igualdad de oportunidades. Por ejemplo, este año Cantabria se ha situado a la cola del país en tasa de aprobados, lo que podría ser consecuencia de una mayor dificultad de los exámenes. Las mejores notas de la región no tienen ninguna duda de que hay que introducir cambios.
«Este sistema es tremendamente injusto. Por ejemplo, en el examen de Matemáticas de este año, las disparidades de temario y de complejidad entre comunidades me ha parecido abismal. ¿Cómo puede eso ser justo? Que un estudiante de una comunidad tenga más a favor para obtener una buena nota que otro de otro lugar es una vergüenza. El sistema debe cambiar y convertirse en uno justo e igualitario para todos», afirma David Gutiérrez, que apunta otro cambio que considera necesario introducir: «hay que hacer una revisión y actualización de los temarios».
Verónica de la Herrán está viviendo en sus propias carnes esta situación al plantearse ir a estudiar fuera Cantabria. «Soy partidaria de unos exámenes comunes para toda España, lo que supondría para todos nosotros partir de igualdad de condiciones y de oportunidades de ingreso. La dificultad y el esfuerzo serían equivalentes para todos», refleja.
No entiende tampoco Víctor Mencía cómo en un mismo país «se tengan diferentes oportunidades en función de la comunidad donde se ha nacido. Es importante cambiarlo, puesto que genera desigualdad». Pide implantar un sistema «único», como sucede por ejemplo en otros países europeos como Alemania e Italia, pero el Gobierno central se muestra por el momento reacio a hacerlo.
Carmen de Diego apunta la «complejidad» que llevaría consigo el cambio de sistema porque «las circunstancias de cada comunidad autónoma son distintas y habría que considerar muchos aspectos a la hora de elaborar unas pruebas comunes». No obstante, opina que «deberían aplicarse unos criterios generales en los accesos a las universidades de forma que ningún alumno esté en desventaja, independientemente de dónde proceda». «Es una cuestión muy complicada que es necesario debatir profundamente», subraya.
Ángel J. Pelayo analiza por su parte las ventajas de ambas opciones y plantea alternativas. «Hacer una prueba a nivel nacional permite medir únicamente los conocimientos de los alumnos, dejándose de exámenes que son considerados fáciles o más difíciles y haciendo que los puestos de las carreras sean ganados justamente». Pero, por otro lado, señala que «no está mal» que cada comunidad haga sus propios exámenes, aunque, sugiere, que para hacerlo más justo y si por alguna circunstancia un examen es más difícil que en otro sitio, «estaría bien que las universidades de cada comunidad pudieran guardar plazas para los alumnos de ese mismo territorio, favoreciendo en cierta medida que el talento propio no se marche a otros lugares».
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