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A la Universidad de Cantabria han llegado este año 12.380 solicitudes de preinscripción en los cinco grados que oferta en Ciencias de la Salud: ... Medicina, Enfermería, Ciencias Biomédicas, Fisioterapia y Logopedia. 4.343 peticiones más que el pasado año. Los cupos en estos grados se han cubierto, las notas de corte han subido y comprobar cómo avanzaban las listas de admitidos ha sido una rutina estival más para quienes optaban a ingresar en la universidad.
Se atribuye a la pandemia este fuerte incremento de la demanda y tiene mucho de verdad: las cinco alumnas que protagonizan este reportaje, todas debutantes en alguno de estos cinco grados, subrayan lo inspirador que ha sido y sigue siendo el ejemplo de sanitarios e investigadores. «Han sido el motor del país. Sin ellos, nada hubiera sido posible», destaca Lourdes Alonso Calvo, alumna de 1º de Fisioterapia.
Al mismo tiempo, sus vocaciones se han forjado también gracias a experiencias y ejemplos más próximos: una tía enfermera curtida en las Unidades de Cuidados Intensivos; un primo médico «al pie del cañón»; la vivencia cercana de la enfermedad, e, incluso, el estímulo de una científica youtuber capaz de explicar las funciones del bazo en apenas quince minutos.
Marina Bahamontes | Enfermería
Lucía Pérez Pascual | Logopedia
Andrea Valero Gómez | Ciencias Biomédicas
Elena Díez Ortiz | Medicina
Lourdes Alonso Calvo | Fisioterapia
Marina Bahamontes, Elena Díez Ortiz, Andrea Valero Gómez, Lucía Pérez Pascual y Lourdes Alonso Calvo cursan ya su primer año en uno de los grados de Ciencias de la Salud de la UC. Sus razones para hacerlo tienen mucho que ver con el compromiso y la vocación de servicio, coinciden al encontrarse esta mañana de otoño. Hace sol y a esta hora ocupan los jardines de la Facultad de Medicina estudiantes que descansan entre clase y clase, que comen manzanas, charlan o estiran las piernas. Los futuros sanitarios ya están aquí.
«Esta carrera me ofrece la posibilidad de acercarme a las personas de una forma más humana. Y a raíz de la enfermedad de un familiar, he tenido la sanidad muy presente en mi vida», revela Elena, alumna de Medicina, 19 años, de Liérganes. La pandemia surtió doble efecto en ella. Por un lado, los meses de confinamiento estricto que vivió como bachiller le ayudaron a decidirse por este grado desde la reflexión. Por otro, «consciente de lo que pasaba, pensé: qué profesión tan bonita y humana, qué capacidad de ayudar a la gente en los peores momentos».
El acceso de Medicina es complejo. La demanda es altísima: solo en la UC ha crecido este año un 40,8%. Elena comenzó la carrera en Lleida, pero su idea era tratar de ingresar este año en la UC. Estar cerca de casa y el «prestigio» de Valdecilla reforzaban su decisión. Se presentó a la EBAU para subir nota y logró entrar en Medicina en la segunda lista. «Este año me salió bien».
Lleva apenas tres semanas de clases -presenciales-, y la Física médica se revela como una de sus asignaturas favoritas. También le gusta el ambiente general: «Hay gran compañerismo y eso ayuda mucho».
De padre enfermero, será la primera médica de la familia. Marina Bahamontes, en cambio, será la segunda enfermera en la suya. Su tía ha sido un espejo en el que mirarse, al igual que la madre de una de sus grandes amigas. Ambas le han permitido asomarse a la Enfermería, también en estos tiempos convulsos. Su interés temprano por la biología hizo el resto.
La demanda en este grado es también alta. Marina, con una fantástica nota en la EBAU, ha logrado entrar en la quinta lista, una semana después de que arrancara el curso. La espera costó, pero Marina confiaba en sus posibilidades.
Incorporarse con las clases en marcha le ha supuesto trabajo extra, revisar los temas dados, buscar apuntes, preguntar. Si sus compañeros le echaron una mano, ella ha hecho lo mismo con los que han llegado más tarde. Marina enfrenta el curso y su futuro profesional -piensa en el EIR, en la especialidad de Urgencias, en la investigación- con ese espíritu: «Tener una actitud optimista, tratar bien a las personas, tener detalles... Hacer el día a día de los pacientes un poco mejor», revela.
Ejemplos cercanos pueden alimentar una vocación. También puede hacerlo una youtuber. Los vídeos divulgativos de la biomédica Sandra Ortonobes (La Hiperactina) dejaron huella en Andrea Valero, Toledo, 18 años. El confinamiento, que le ayudó a pensar con calma, y la «moral» que han demostrado los sanitarios -su madre es farmacéutica-, ayudaron a inclinar la balanza.
Andrea accedió a Ciencias Biomédicas en la segunda lista de admitidos. Ya a comienzos de julio supo que cursaría su primer año en la UC, pero eso no le ahorró nervios. Ahora, instalada ya en Santander, celebra el ambiente en las aulas: «Hemos tenido mucha suerte con los profesores, están pendientes, se preocupan, comprenden la situación».
A su lado, Lourdes asiente. A diferencia de Andrea, cuya clase ronda los 50 alumnos, esta estudiante de Fisioterapia sí estudia con un modelo híbrido: los 160 alumnos se han divido en dos grupos, y estos, a su vez, en dos subgrupos. Este formato impera ahora en la UC. El rector, Ángel Pazos, confía en recuperar la presencialidad tras la Navidad.
Hace apenas un mes, Lourdes buscaba piso en otra ciudad de España donde estudiar su grado. Pero en la cuarta lista de admitidos de la UC estaba su nombre. Sus planes a medio plazo están ahora más claros: «Quiero optar al cuerpo de oficiales del Ejército y, una vez dentro, estudiar Medicina y especializarme en Trauma».
El futuro está por construirse. Elena entró en Medicina con idea de especializarse en Oncología, pero no se cierra a nada. A Andrea le gustaría combinar la investigación hospitalaria y la docencia en una universidad. Y Marina piensa en varias cosas: el EIR, la especialidad de Urgencias o la de investigación. Lucía Pérez Pascual (Santander, 19 años) es probable que se decante por la vía hospitalaria y el tratamiento de pacientes adultos. Cursa 1º de Logopedia en el campus de la UC en Torrelavega -allí también se encuentra Fisioterapia-, una titulación que en pandemia se ha revelado como absolutamente necesaria para tratar la recuperación de los pacientes intubados en las UCI.
Logopedia fue en un principio su segunda opción, pero ahora no puede estar más contenta con su elección. Las materias le parecen bien ambientadas, le permiten vislumbrar en qué consistirá su trabajo y responder las dudas que le rondaban sobre el autismo que padece una persona de su entorno. «Pensaba en cómo ayudarle». Como logopeda, podrá hacerlo.
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