El «desastre» de las Cercanías no tiene fin

Resignación, impotencia, hartazgo, desastre... Los afectados cada vez tienen menos calificativos para expresar un malestar que cada día está más enquistado. «Llueve sobre mojado», reconocen incluso los encargados de atender a los pasajeros. En su caso, Mariuca se presentó, como cada día, en la estación santanderina a las seis de la mañana para coger el tren que sale a las 06.15 en dirección a Maliaño. «Cuando he llegado estaban todos fuera de los trenes porque había una avería en un cable. Como no sabíamos a qué hora iban a salir nos hemos ido, unas cinco personas, a coger el autobús de las 06.30 que va a El Astillero. Nos ha coincidido bien, pero hemos llegado una hora más tarde».

Entre las 05.00 y las 08.15 horas estuvo todo paralizado, generando el caos en apeaderos y estaciones cuando los viajeros comenzaron a llegar y se enteraron de que no había tren. «Es un desastre, cada vez vamos a peor», lamentaba a las diez de la mañana Mariuca, tras completar el viaje de vuelta desde Maliaño y Santander. «Estoy cansada de reclamar. Me dicen que hay que esperar. Venimos al paso de la tortuga y encima en estas condiciones», criticaba.

La avería –que se produjo en los sistemas de comunicaciones a unas horas de la noche en la que todavía no hay viajes programados– fue detectada de madrugada y a las 05.45 horas Adif publicó un mensaje en sus redes sociales informando de que el servicio de cercanías y media distancia de línea Santander-Bilbao/Oviedo se encontraba interrumpido por una incidencia. Fue durante unas obras que estaban programadas en Santander cuando un cable de fibra óptica se cortó y falló todo el sistema de comunicaciones.

Renfe trató de buscar una solución para no dejar tirados a los usuarios, organizando traslados en autobuses, pero no pudo llevarse a efecto por la premura de la situación y en un momento en el que la flota de autocares está centrada en el transporte escolar. La avería pilló desprevenidos en hora punta a gestores y viajeros. Como Carlos, vecino de Bezana, que, por trabajo, es un usuario del transporte ferroviario muy habitual. «Estoy hasta las narices desde hace un tiempo. Es una vergüenza. Esto parece tercermundista. Es intolerable. No sé quién dirige esto, pero no puede ser. Es muy decadente», decía con enfado mientras valoraba cómo llegar a trabajar.

Sobre las ocho de la mañana, la línea que va de Santander a Bilbao seguía cortada hasta Gibaja, por lo que no había manera de llegar a este punto para continuar el viaje hacia Vizcaya. Desde Marrón (Ampuero) a Santander el servicio se suprimió. En la de Santander a Liérganes se recuperó pero solo hasta La Cantábrica, sin llegar al destino final. En cuanto a la de Santander-Cabezón se pudo recuperar a esas horas pero solo hasta Puente San Miguel, y con bastantes retrasos y supresiones selectivas. Fueron los primeros momentos de reanudación del servicio tras las tres horas de parón.

A las 08.29, la circulación de los Cercanías se recuperó por completo en todas las líneas y recorridos, pero todavía con serias afecciones en los horarios hasta más allá de las nueve de la mañana. Adif informaba en esos momentos de que la situación «comenzaba a normalizarse, aunque todavía con algún retraso». «Aunque la avería duró tres horas, los viajeros solo lo notaron dos, porque al principio no había trenes programados. A pesar del problema, pudimos solventarlo en tiempo récord», destacaron fuentes de Adif.

Sobre las nueve de la mañana, en la estación de Adif de Santander todos los trenes salían pero ninguno llegaba todavía. Alejandro Hernández es un estudiante de Primero Geografía y Ordenación del Territorio que vive en Requejada y cada día coge el tren a las 07.40 para ir a sus clases en la universidad. En teoría llegaba a las 08.15, pero hoy lo hizo a las diez de la mañana. «Ya he perdido dos horas de una clase. Y ya desisto de poner una reclamación. He puesto muchas y acaban en el olvido. No tengo coche, pero si lo tuviera pasaría del transporte público, con el percal que tenemos con los Cercanías y el autobús», comentaba este estudiante, que sentía en ese momento una mezcla de «resignación y decepción».

Sofía, otra afectada, comentaba que salió a las 07.30 de Barreda pero su tren quedó parado a mitad de camino. En Requejada tuvo que bajarse. Reclamó el importe del billete y dice que no se lo devolvieron. «Lo llevo fatal. Una hora de retraso otra vez. Tuve que cambiar mi horario de trabajo para no llegar tarde tantas veces porque por las tardes el servicio es todavía peor». Cuando, como en esta jornada, se queda tirada, recurre a taxis compartidos con otros usuarios, «otros 10 euros. Esto es un desastre».