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Capullos españoles

Si en un futuro se nos convoca a una mudanza constitucional, debiéramos recordar que el método Unamuno no ha evitado que algunos tengan como meta no la mariposa común, sino la polilla particular

Sábado, 23 de junio 2018, 07:59

Las dos figuras literarias más destacadas de Cantabria en torno a 1900, a saber, Marcelino Menéndez Pelayo y José María de Pereda, ocupan un lugar ... interesante en la teoría de la historia de España que fue elaborando por esa época el filósofo Miguel de Unamuno. El primero representa, para Unamuno, el casticismo (o purismo tradicionalista) que impide admitir que la unidad española forzada por la Inquisición y la milicia ahogó una revolución cultural autóctona en libre intercambio con las reformas europeas. La casta histórica, retro, sofoca las posibilidades intrahistóricas del pueblo, que podrían crear nuevas formas culturales sobre el fondo universal, casta humana general. Por su parte, Pereda representa, por el contrario, con su recuperación de esa intrahistoria en el retrato de costumbres y en la incorporación de la lengua popular montañesa, uno de los dos momentos necesarios para la verdadera «españolización de España»: el regionalismo, expresión de un impulso cuya faz complementaria es el cosmopolitismo.

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