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Un caracol zurdo. Sí. Pero esto hay que explicarlo para que no suene a chufla. La mayoría tiene la espiral de su concha en su lado derecho. Cargan a la diestra. Pero la mayoría implica excepciones. Tan raras que un científico inglés, Angus Davison, habló de «una entre un millón». Lo hizo tras publicar el hallazgo en un parque de Londres de un ejemplar que hace que el resto parezca mirarse al espejo.
Jeremy, que así le bautizó, se convirtió en una celebridad porque su descubridor quiso buscarle pareja para seguir investigando. Pero el tal Jeremy no sólo tenía la concha cambiada de sitio. Necesitaba otro zurdo para aparearse (aunque son hermafroditas prefieren procrear en pareja) y estudiar sus genes. Aquello dio mucho que hablar. Salió en los medios, aparecieron otras dos excepciones, tuvieron descendencia... Y de todo eso había leído algo Álvaro Puente unos días antes de ponerse a podar la Dama de noche (o galán de noche) del jardín de su casa de Liendo. Allí, de casualidad, apareció un caracol zurdo que ya tiene preparada la maleta para viajar al laboratorio del doctor Davison en la Universidad de Nottingham. De broma, nada. El experto sólo tiene localizados once en todo el mundo y sus investigaciones –junto a otras universidades– concluyen que el gen que determina la mutación también afecta a la asimetría del cuerpo en otros animales, incluidos los humanos. Por cierto, el caracol de los Puente-Sanz se llama Crash.
Lefty y Tomeu fueron la primera respuesta al llamamiento del científico. Los amigos de Jeremy. Dos caracoles zurdos procedentes de Inglaterra y de una granja de caracoles de Mallorca, respectivamente. Por eso, para el envío de Crash a su futuro hogar en la universidad, Álvaro Puente ha intentado ponerse en contacto con el criador balear. El cómo ‘empaquetar’ al caracol para el viaje es lo que más le preocupaba. «En principio, en una caja de papel seco pequeña metida en una más grande para que respire», tenía previsto según las indicaciones que recibió de Angus Davison. «Pero tengo que estudiarlo bien», comentaba antes de mandar al caracol de viaje y justo un día antes de la visita al colegio de los niños. «Todos se quedaron encantados».
«Ahora nos pegaremos una temporada mirando todos los caracoles», bromea Silvia, la mujer de Álvaro, con los tres críos revoloteando alrededor de la caja de folios donde está el ‘fenómeno’ mientras su marido cuenta cómo fue el hallazgo. «Leí un reportaje y no sé si ese mismo día o al siguiente se lo conté a Cayetana –su hija– mientras estábamos dando un paseo con el perro. Cogimos siete u ocho caracoles y todos tenían la espiral en el lado derecho. Como diez días después, podando, y ya sin pensar en ello, quité los caracoles de una planta y los coloqué en la repisa. Al ponerlos juntos, me di cuenta, pero pensé que no sería tan curioso...». El caso es que, dándole vueltas a la cabeza, esa misma noche envió un correo electrónico al científico inglés. Por si acaso. La respuesta desde Nottingham no tardó ni cinco minutos.
Que si los cuidados necesarios, que si buscaran más por la zona por si aparecían más zurdos (encontraron unos cien, «y todos diestros»), que si cómo lo enviamos... «Gracias por tu contribución a la ciencia», le escribió Davison, que tiene ‘controlados’ otros dos caracoles excepcionales en el Reino Unido, uno en California y ocho más en España –«será porque os entretenéis cogiendo muchos para comerlos», bromeó en el ‘mail’–. Álvaro le preguntó si tenía problema en que antes del viaje llevara a Crash al colegio de sus hijos, en Laredo. En absoluto. Eso ha estado en su cabeza desde el primer momento. Compartir la anécdota con Cayetana, Rodrigo y Hernán. «Que sirva para despertar su interés por la ciencia y el tema de que lo hemos donado, precisamente, a la ciencia de manera altruista, para que vean que eso también es importante». Los chavales están «alucinados» y Crash ha sido el ‘niño mimado’ de la casa estos días.
¿Y por qué se llama Crash? Pues justo por la idea de Álvaro de vivir el relato en común. Todos juntos. Crash, de Cayetana, Rodrigo, Álvaro, Silvia y Hernán.
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Abel Verano, Lidia Carvajal y Lidia Carvajal
Mikel Labastida y Leticia Aróstegui (diseño)
Óscar Beltrán de Otálora y Gonzalo de las Heras
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