

Secciones
Servicios
Destacamos
Rául Gómez- Ganadero de Cabezón de la Sal
Raúl Gómez ha sido tantas veces protagonista en historias sobre el lobo que ya apenas recuerda con exactitud cómo empezó todo, ni cuándo. «Desde el ... año pasado he perdido 16 animales en cuatro o cinco ataques diferentes», relata este joven ganadero de 26 años, que cría a más de cien vacas, cabras y ovejas en una finca de Pontonillas, a medio kilómetro del núcleo urbano de Cabezón de la Sal. Raúl es protagonista a su pesar, porque el último episodio lo sufrió el viernes y «hasta vinieron de La Sexta», presume. Los lobos «descuartizaron» por la noche a un carnero y una oveja. «Había dejado la puerta abierta de la cuadra para que salieran». En una de esas llegaron los carnívoros.
Por la mañana estaban «destripados». Los términos que emplean los criadores para referirse al estado en que se encuentran a los animales tras las acometidas de estos depredadores son escalofriantes. «No sé si estoy acostumbrado a esto, pero sí resignado», admite Raúl. «Es cierto que si se demuestra que han sido los lobos te pagan los animales, pero es pan para hoy y hambre para mañana». ¿Por qué? «Pues porque yo tengo ovejas y cabras de alto valor genético en las que me he gastado mucho dinero, que además están hechas a mí y a este lugar. Aunque las reemplace no va a ser lo mismo». Hay veces que el dinero tampoco llega. «Cuando nada más irse los lobos aparecen los buitres y las vacían» es complicado probar que han sido los cánidos, porque apenas quedan marcas de las mordeduras. «A algunas cabras no las encontramos nunca». Otras aparecen desperdigadas a lo largo de un kilómetro. Un espectáculo dantesco que empieza a ser habitual.
«Yo ya sé que si dejo el ganado fuera tarde o temprano va a venir un lobo y vamos a tener la fiesta asegurada», ironiza Raúl, que vaticina un futuro demoledor para el colectivo al que pertenece. «Llegará un momento en que los lobos ataquen de día, porque si tienen hambre y no encuentran animales por la noche, esperarán a la mañana siguiente». Raúl no tiene piedad con estos mamíferos, porque lo único que ha obtenido de ellos es desastre. «Son criminales y matan por matar», asegura y hace alusión a la decisión del Ministerio de Transición Ecológica de incluir al lobo ibérico en el catálogo de protección especial. «Es una vergüenza, porque realmente solo los que vivimos en las Comunidades Autónomas afectadas por este mal sabemos realmente el daño que causa este animal», relata indignado. Para ellos, señala refiriéndose a los defensores del lobo, «es una especie majestuosa». Para Raúl, la causa de sus pesadillas. Lo que hay que hacer, dice, «es controlar la especie, porque resulta ilógico que haya lobos a diez kilómetros de la costa».
Jesús Alonso- Ganadero de Valdáliga
Para que las ovejas vayan tras él, Jesús Alonso golpea una botella de plástico. Es hacerlo una sola vez y los doce animales corren en su busca sin parar de balar. Parecen sus hijas. Jesús no vive de la ganadería, pero todas las tardes acude a su finca en el barrio de Movellán, Roiz (Valdáliga), para cuidar de las ovejas. Hasta hace unos meses tan solo le quedaban dos y eso que empezó teniendo 25, pero los lobos han ido matando las otras en sucesivos ataques desde el año 2019. Un día cinco, otro siete, nueve... Hasta que se quedó con un par de animales. Luego compró diez más y ahora tiene la docena. Entre sumas y restas, asegura que las ovejas que quedan vivas tras experimentar este tipo de ataques «también sufren, porque abortan, no paren, se les quita el celo». Jesús lo llama estrés, «como nos pasa a las personas después de vivir determinadas situaciones». Al fin y al cabo «no somos tan distintos». Como muchos ganaderos, ahora las guarda en una cabaña por la noche, pero a la larga dice que tampoco es solución. «Si las dejo muchas horas en la cuadra terminan cojeando, porque los animales están hechos para estar en la calle, sobre todo en verano».
A él, que quieran proteger al lobo le parece bien, «pero no a costa de que se coma mis ovejas». Medio en broma, plantea que «los cojan y los lleven a lugares como Andalucía, Canarias o Ceuta, ya que tanto los quieren, y experimenten de primera mano lo que es capaz de hacer este mamífero». Asegura que los ganaderos «parecemos los malos de la película, cuando realmente esto sucede cada vez con mayor frecuencia y se producen muchos más ataques de los que aparecen en los medios de comunicación». En otros países, relata Jesús, «deciden eliminarlos o trasladarlos a otros lugares, pero aquí nadie hace nada, hasta que ocurra una desgracia», alerta sobre la posibilidad de que los cánidos «ataquen a las personas si no tienen qué comer». Y es que «en esta zona jamás –enfatiza–, jamás ha habido lobos, ni siquiera bajaban cuando caían grandes nevadas». Ahora, sin embargo, «está claro que sí». Desencantado, este propietario considera que «si la Administración, el Ayuntamiento y los guardas de Montes no hacen nada, la gente empezará a tomarse la justicia por su mano y cada uno se defenderá a su manera, lo que puede traer problemas». Porque la solución de criar a un perro que vigile a las ovejas tampoco le parece muy viable. «Si hay dos mastines y una manada de lobos, los perros salen huyendo, porque los otros les ganan en número». Para Jesús esta es «una cuestión de lógica». «No sé lo que va a pasar, pero hay que hacer algo», asegura. «Es muy fácil legislar desde los despachos, pero la realidad es este barro que estoy pisando», termina.
José María Fernández - ARCA
Si hay algo de lo que José María Fernández huye a la hora de abordar el problema del lobo son los maniqueismos. Ni todo es blanco, ni todo es negro:«Ni todos los ecologistas somos animalistas radicales y queremos preservar la especie sin que se la toque;ni todos los ganaderos tienen ganas de matarlo», cuenta el vicepresidente de Arca, buen conocedor de la especie en Cantabria y España.
«Eso que dicen de que los ecologistas hablamos nublados por la ideología, sin haber pisado un monte en la vida, deberían mirar más al detalle», advierte. Él estuvo trabajando en el Instituto Nacional de Conservación de la Naturaleza, en Madrid, hace muchos años. «Allí estudiamos mucho al lobo y aquí, en Cantabria, participé junto a otros compañeros como Guillermo Palomero y AlbertoFernández, conocidos también en el ámbito de las asociaciones conservacionistas, para elaborar el primer censo de la especie de la región». En resumen, sabe de lo que habla.
El veterano profesor del campus cántabro busca romper algunos mitos que se han convertido en lugar común del debate en torno al lobo. Especialmente ahora, tras el anuncio por parte del Gobierno de Madrid de incluirlo en el catálogo de especies de especial protección.
«Lo primero que deberíamos recordar es que el principal sustento del lobo no son las ganaderías, sino los animales silvestres. Comen corzo, ciervo, pájaros, conejos, liebres... son también carroñeros. Que se alimenten de una vaca de una explotación ganadera es, de alguna manera, una excepción», certifica el experto, que durante sus estudios en Madrid diseccionó decenas de estómagos de estos animales.
«Otra cuestión discutible es que el control tenga que pasar siempre por la eliminación. Si una manada de ejemplares o un individuo generan muchos problemas en un espacio concreto, se podrían capturar y enviar a otros espacios naturales inmensos que existe por Europa. Esto se hace en otros países de nuestro entorno y funciona a la perfección», agrega el vicepresidente de Arca. «Con todo esto quiero decir que no somos radicales, hay que controlar al lobo, pero con racionalidad y respeto».
Considera que parte del problema de incompatibilidad que encuentra el carnívoro con la ganadería extensiva es el cambio que ha habido en las últimas décadas. «Yo provengo de la zona de Zamora, uno de los lugares más poblados por lobos. Siempre conocí familias ganaderas con pequeñas explotaciones que convivían a la perfección con este animal. Lo que es más complicado es diseñar una cabaña de tipo industrial, no tener ningún control y querer que puedan campar por el monte a sus anchas».
Florencio Enríquez- Ecologistas en Acción
Defiende que es imposible construir un debate sólido en torno al lobo si no se tienen datos científicos sobre la actual población que existe en la región. «Es lo primero que necesitamos antes de seguir hablando sobre el lobo, para estar de acuerdo de forma inequívoca, porque los datos científicos son indiscutibles». Es el primer paso, según Florencio Enríquez, de Ecologistas en Acción, para alcanzar el necesario consenso. Aunque según él, esta nueva norma no debería haber cogido por sorpresa a nadie.
«El lobo es una especie de interés comunitario según la Directiva de Hábitats y según la Ley de Patrimonio Natural y de la Biodiversidad. En cambio, el actual plan de gestión incluye al lobo como especie cinegética, sin establecer concretas medidas de gestión en su condición de especie de interés comunitario», aclara.
Explica que lo peor han sido las formas en que se ha estado matando a los ejemplares en todo este tiempo. «La práctica totalidad de las resoluciones administrativas de controles letales del lobo presentan graves defectos de forma, carencia de justificación y falta de publicidad, por lo que no hemos tenido posibilidad de recurrirlas. Hemos denunciado que se realizan batidas utilizando artefactos pirotécnicos, arte de caza prohibida por la legislación, con riesgo de incendios e impacto ambiental muy negativo para la fauna».
También para él, lo importante es el justo medio: «encontrar la manera en que la actividad económica humana pueda convivir con el respeto de la biodiversidad;pero para eso hay que trabajar para dar cobertura a los ganaderos», razona. «Si una persona tiene que tener 15 mastines protegiendo al ganado y tiene que darlos de comer todos los días, eso puede suponer 15 euros diarios. Pues no puede ser que se los abandone y ese coste corra de su cuenta. Y lo mismo pasa con las cabezas muertas por los ataques. Hay que pagarlas de una manera justa y rápida».
Según sus cuentas, en los últimos dos años se han sacrificado en Cantabria hasta 84 lobos. «No decimos que haya que dejar que estos animales campen a sus anchas y puedan causar todo tipo de daños a la gente y sus reses. Pero lo que no se puede hacer es un sacrificio indiscriminado y arbitrario, sin ningún rigor científico, como se hace ahora».
Recientemente, en noviembre del pasado año 2020, «el Tribunal Supremo dictó una sentencia anulando otra anterior de la Sala de lo Contencioso-Administrativo del Tribunal Superior de Justicia de Cantabria, en el sentido de que los controles poblacionales del lobo se estaban llevando a cabo sin ajustarse a la normativa vigente. Esto no puede ser y esta nueva norma puede ayudar a que las cosas se hagan bien».
¿Ya eres suscriptor/a? Inicia sesión
Publicidad
Publicidad
Te puede interesar
Publicidad
Publicidad
Esta funcionalidad es exclusiva para suscriptores.
Reporta un error en esta noticia
Comentar es una ventaja exclusiva para suscriptores
¿Ya eres suscriptor?
Inicia sesiónNecesitas ser suscriptor para poder votar.