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Se sientan frente a frente en la mesa que está cerca de cerrar el acuerdo y el fin del paro de médicos de Atención Primaria: Santiago Raba ha exigido el cumplimiento de los compromisos adquiridos por Sanidad, mientras Rafael Sotoca ha tratado de convencer a ... los huelguistas de que sus reivindicaciones deben ajustarse a lo que es posible. Parece que hay término medio.
Si las cosas son tal y como las explica Santiago Raba (Santander, 1972), se entiende el porqué de la huelga: cuenta que en 2015 se firmó con la Consejería –entonces con María José Sáenz de Buruaga (PP) al frente–, el Pacto por la Sanidad Pública, un documento con el que se pretendía poner remedio a la falta de médicos –sobre medio centenar en Atención Primaria–, y al problema de la fuga de residentes tras formarse en Cantabria. Tras el cambio de Gobierno, su sucesora, María Luisa Real (PSOE), no reconoció ese pacto y por tanto quedó invalidado, pero antes de concluir su mandato, en 2019, quiso firmar otro acuerdo: muy parecido al del 2015, que apareció publicado en el BOC, y cuyo cumplimiento reclaman ahora los huelguistas. Pero, ¿qué pasó tras el cambio de consejero –Miguel Rodríguez (PSOE)–? Pues que, según Raba, tampoco se atendió. La irrupción del covid cambió el orden de prioridades y, pasada la parte dura de la pandemia, llegó otro consejero más, Raúl Pesquera. «Le dijimos que los acuerdos de 2019 eran nuestra prioridad, con la limitación de agendas como tema principal, y él se comprometió a cumplirlos. Le dejamos un tiempo de cortesía, y nada; llegó el verano y le advertimos de que, de mantenerse la misma situación, habría huelga en otoño, y así ha sido».
Quien explica esto es uno de los representantes del Sindicato Médico que se sientan a la mesa de negociación con Sanidad. Médico de familia por vocación, se considera un profesional competente –«ni el mejor ni el peor»–, y con sentido común. Sus compañeros de estudios dicen que era un empollón –cursó Medicina en Santander–, pero durante su etapa universitaria también dio muestras de un carácter rebelde y reivindicativo: quizás apuntaba maneras.
Ha desarrollado toda su carrera profesional en la región: residente en Sierrallana, médico adjunto en Santoña, un breve paso por el SUAP de El Sardinero y, de ahí, a Camaleño. Actualmente trabaja en el consultorio de Vargas.
Dice que no se considera sindicalista, pero que, a falta de una organización profesional que defienda sus derechos, los médicos no tienen otra opción para hacerlo. Entre los hitos conseguidos con el sindicato destaca los pactos de 2015 y 2019 –aunque hayan quedado en papel mojado–, la autocobertura y, sobre todo, su presencia en la Mesa Sectorial.
Cuando el trabajo y la pelea se lo permiten, dedica el tiempo que puede a su familia –vive en Puente Arce, con su mujer, anestesista, y sus tres chavales–, y a sus aficiones: gran lector e interesado por la Historia, tiene entre manos 'La foto del Palace', de Fernando Jaúregui, y 'Revolución', de Pérez-Reverte. Cuando tiene ocasión, también disfruta de un buen partido de pádel. Se ha dejado para el final, con toda la intención, su otra gran pasión: volar en avioneta. Con su primer sueldo de residente se sacó el título de piloto comercial.
El extenso currículo de Rafael Sotoca (Palencia, 1971) dibuja el perfil de un profesional con dilatada trayectoria en la gestión. Especialista en Medicina Familiar y Comunitaria, ha ocupado, entre muchas otras responsabilidades, los cargos de director general de Asistencia Sanitaria de la Comunidad Valenciana y de asesor de Gabinete del Ministerio de Sanidad, durante la breve etapa de Carmen Montón.
«Se trata de una persona con experiencia en la gestión, sólida en cuanto a conocimientos y con visión estratégica, pero ha llegado a la Consejería en tiempos difíciles, y ahora mismo está ocupado tratando de resolver muchos conflictos que impiden que trabaje en líneas de futuro», indica a El Diario uno de sus colaboradores.
Es precisamente el consejero de Sanidad, Raúl Pesquera, uno de los que mejor conocen su probada competencia. «Los dos son de Palencia y son amigos desde la juventud: estudiaron juntos y trabajaron codo con codo en temas de cooperación». Sotoca ejerció como presidente de la ONG Médicos del Mundo en la Comunidad Valenciana, y fue también coordinador médico de Médicos Sin Fronteras en Argentina y en el sur de Colombia.
Es posible que esa labor solidaria le aportase ese «perfil humanístico» que le adjudican. «Me parece una persona amable y cordial: no puedo decir cómo será cuando está sentado a una mesa de negociación, pero cuando nos hemos reunido en otros ámbitos siempre he tenido la sensación de tener al lado a alguien amable, educado y dialogante, que trata de llegar a acuerdos y consensos».
El director general de Salud Pública, Reinhard Wallmann, coincidió con él en 2014 trabajando en un proyecto de ámbito nacional relacionado con las historias clínicas: Sotoca era el interlocutor del Ministerio. «Tuvimos una colaboración muy cordial y educada, y siempre mostró mucha paciencia».
Esa buena relación se reactivó tras su llegada a Cantabria. «Lo veo como una persona que no pierde la sonrisa, una cualidad muy positiva y muy buena para un equipo: es capaz de manejarse en muchas aguas, y lo mismo que sabe de sistemas de información conoce la Atención Primaria. Es alguien que escucha y entiende, y se nota que sabe: hasta ahora no le he visto tomar ninguna decisión irreflexiva o descabellada. Lo piensa todo muy bien».
Casado con una neuróloga y padre de tres niños, comparte con todos ellos el interés por las andanzas de Harry Potter. No le vendría mal que le prestara una temporada su varita mágica.
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