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El Norte de Castilla
Valladolid
Miércoles, 15 de marzo 2023, 11:29
La Audiencia de Valladolid ha condenado a una pena de ocho años de cárcel a Amando E.R.S, el hombre acusado de disparar con su escopeta de caza a otro, de nombre Juan Carlos M.H. y oriundo de Cantabria, por la espalda al ... coincidir ambos en el coto 'Los Majuelos' de Villalba de los Alcoresel, ubicado en la provincia de Valladolid, el 25 de octubre de 2020.
En su sentencia, la Sección Segunda de lo Penal de la Audiencia Provincial, tras el juicio celebrado en dos sesiones los pasados días 2 y 6 de marzo, considera probado que el encausado cometió un delito de tentativa de asesinato al concurrir «la agravante específica de alevosía en su modalidad de ataque de manera inesperada y sorpresiva» y entender la «potencialidad mortal» del disparo efectuado, según informaron fuentes jurídicas.
Respecto de la gravedad del episodio, el fallo recuerda el informe de los médicos que atendieron a Juan Carlos en el Hospital Clínico Universitario, al haber afectado algunos de ellos al cuello y pulmones, provocando la fractura de las costillas 8a derecha y 10a izquierda, siendo ratificado por ellos en sede plenaria, en el concreto sentido que a su llegada la situación médica del herido era «delicada». «De lo que cabe inferir la potencialidad mortal del disparo».
Así, junto con la referida pena privativa de libertad de ocho años, el tribunal acuerda la prohibición del condenado de acudir al lugar de residencia de la víctima en Cantabria, como aproximarse a él, a su hermano Celestino u otros familiares que residan en Villalba de los Alcores, a sus domicilios, lugares de trabajo u otros lugares que conocidamente frecuenten, así como comunicarse con ellos por cualquier medio o procedimiento, durante los cinco años siguientes a la completa duración de la pena.
En el ámbito de la responsabilidad civil, el condenado indemnizará a Juan Carlos M.H. en 6.340 euros por las lesiones, más otros 3.893 por las secuelas, y en 8.000 por daños morales. Al Sacyl abonará 3.812,50 euros por los gastos de asistencia médica dispensados al lesionado.
Para el cumplimiento de la condena impuesta, se acuerda descontar al condenado el tiempo que lleva privado de libertad por la presente causa, concretamente desde el 25 de octubre de 2020.
La condena se ajusta más a las tesis de las acusaciones pública y particular, que habían solicitado penas de nueve y diez años, respectivamente, por delito de tentativa de asesinato, frente a la petición absolutoria de la defensa, que de forma subsidiaria había pedido interesado una pena mínima por delito de lesiones.
Durante el juicio, el ahora condenado negó haber atentado contra la vida de la víctima, Juan Carlos M., y aseguró que esa mañana tan sólo efectuó un tiro a una perdiz que volaba a siete metros de altura, algo que contradijo este último al sostener que el primero le descerrajó un disparo por la espalda a no más de veinte metros de distancia debido a que Amando no quería compartir el coto con otros.
«¡Amandín, hijo de puta, me has matado!», recordó entonces el lesionado que dijo al acusado al verse abatido en el suelo, testimonio éste, sin fisuras desde el primer momento, que fue esgrimido por el fiscal y la acusación particular para sostener los cargos por tentativa de asesinato y también tras incidir en que las lesiones, que provocaron un neumotórax y un derrame pleural, podían haber puesto en serio peligro la vida del lesionado de no haber recibido tratamiento.
Por contra, la defensa del condenado, que lleva en prisión desde el día de los hechos, había mantenido su solicitud de un fallo absolutorio al manifestar su patrocinado que en ningún momento disparó a la víctima y, de forma subsidiaria, pidió una pena mínima por delito de lesiones con arma de fuego.
«'Amandín' es de gatillo fácil y ya había disparado a otros cazadores en Villalba». En el momento de los hechos, los vecinos describieron al vecino de Valladolid detenido por disparar por la espalda a un cazador cántabro -Juan Carlos M., de 62 años- como una persona «obsesionada con la caza».
En la mis línea, varios de sus conocidos coincidieron en señalar que el condenado solía «enfadarse porque piensa que una zona es suya», así como matizaron que hasta aquel día «había encañonado a unos cuantos cazadores o disparado al aire...». Pero nada como lo ocurrido entonces.
Los hechos tuvieron lugar pasadas las diez de la mañana en el citado paraje, situado al borde de la carretera de Mucientes (VA-912), junto al pago de El Encinar, donde se encontraron Amando y Juan Carlos, dos cazadores de la localidad, aunque ambos residían habitualmente fuera –el primero en Valladolid y el segundo en Santander–. El hermano del segundo estaba a unos «setenta metros» cuando escuchó la deflagración, observó cómo «Juan Carlos se agachaba» y vio después a 'Amandín' «dejar la escopeta y salir corriendo».
Después comprobaría que a su hermano le habían disparado por la espalda, donde recibió varios perdigonazos, «algunos en el cuello y, al menos, tres le alcanzaron el pulmón», según coincidieron en relatar fuentes vecinales. «Su hermano dice que no escuchó discusión alguna y que simplemente oyó el disparo y vio caer a su hermano», incidieron entonces los vecinos.
Fueron estos los que también explicaron que no era el primer incidente entre ambos cazadores. Según su relato, Amando R., el detenido, desciende del municipio, donde conserva la casa familiar y a donde iba «a menudo, sobre todo, a cazar». Según estos testimonios, «ya había tenido muchos líos con otros cazadores y tirado de gatillo más veces». Tanto es así que algunos testigos recordaron que, al margen de haber «encañonado a otras personas o disparado al aire», también había alcanzado «con algún perdigonazo al mismo que hirió el domingo hace cuatro o cinco años». Pero entonces, añadieron, «parece ser que disparó desde lejos y la cosa no fue a más». Los vecinos, eso sí, conincidieron en señalar que en estos lances nunca hubo denuncias formales. «Ha tenido mucho problemas y discusiones con el tema de la caza e, incluso, alguna vez ha cobrado por recriminar a otros cazadores que se metieran por algún lugar del coto», apuntaron los vecinos consultados antes de coincidir también en señalar que el condenado estaba «un poco obsesionado con la caza».
El caso es que Amando se topó aquel domingo con Juan Carlos y el segundo recibió un disparo por la espalda, al parecer, efectuado a escasa distancia. El herido, aunque residente en Santander, tiene casa en Villalba. Está casado y tiene dos hijas. «También vienen mucho por el pueblo», relataron los habitantes de la zona.
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