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En sus cinco décadas de trayectoria en Cantabria, el relato de Cáritas se ha caracterizado por un crecimiento continuado de las cifras: más socios, presupuesto, programas y también más personas ayudadas, año tras año. Hasta que el pasado mes de mayo, por primera vez, ... fue a menos. El despido de ocho de sus empleados llenó titulares y también despertó críticas. «Es una pena que después de todo este trabajo de años seamos noticia por esto», protestó entonces Sonsoles López, directora de la entidad benéfica de la iglesia católica. La responsable aclaró que la medida se tomó obligada por la «caída de las donaciones», y como consecuencia del cambio de proyectos «que estamos tomando». Actuaciones que el pasado año terminaron por mejorar la vida de 6.085 personas en la región (un 10% más que en 2022) con decenas de programas a los que se dedicó una inversión de 3.449.000 euros.
Apoyos para el alquiler, tarjetas monedero para comprar comida, para pagar las facturas o para adquirir ropa, apoyo administrativo, acceso al empleo... En la larga ristra de actuaciones de Cáritas hay un perfil mayoritario beneficiado, las mujeres (un 59%, respecto al 41% de hombres) y familias con menores a su cargo, que ven como el incremento del precio de la vida pone las cosas cada vez más difíciles.
41 casos de personas sin hogar atendió la entidad en el pasado ejercicio.
144 mujeres que se encontraban en contexto de prostitución fueron asistidas.
142 niños y niñas que se encontraban en situación de vulnerabilidad tuvieron ayuda.
4.500 personas han recibido dinero de Cáritas para sufragar los gastos esenciales.
1.200 toneladas de ropa se reciclaron en el programa 'Moda-Re' durante 2023.
Muchas de estas personas -una de cada tres-, acudieron el pasado año por primera vez a Cáritas en busca de ayuda, la mayoría a través de los 57 equipos de voluntariado de las parroquias de toda la región. Es en esos puntos de atención donde se integran la mayor parte de los 363 voluntarios que colaboran con la entidad y que son considerados el verdadero equipo de la institución. Conchita Tardajos, con 83 años, es uno de esos ejemplos. Lleva una década de acá para allá: antes en una oficina, después como cuidadora y ahora de dispensadora de las 435 tarjetas monedero que Cáritas ha repartido entre familias necesitadas. Hasta 137.198 euros se dedicaron a apoyar gastos de alimentación. «Antes lo que se hacía era dar una bolsa con alimentos; pero eso no era muy práctico. Había gente a la que le dabas el mismo producto cada vez, y luego cada cual tiene sus particularidades. Esto es mucho más digno, mucho mejor», explica la voluntaria.
Cáritas revisa a final de mes todas las facturas de los beneficiarios para comprobar que no ha habido un mal uso de la tarjeta, «y al final todo funciona mejor», explica Tardajos, que en estos diez años ha ayudado pero también se ha sentido ayudada.
«Ahora, viuda, y después de haber criado tres hijos y no haberme podido dedicar a mi carrera, porque estudié Magisterio, he encontrado en esto una manera de realizarme», insiste cuando habla de todos estos servicios a los que Cáritas ha dedicado 416.000 euros y que han llegado a 4.500 personas como Juan Antonio Villegas, que hace siete años llegó a Cáritas con una mano delante y otra detrás y con un saco de dormir como lo más parecido a un hogar cuando lo extendía bajo el puente de La Marga para refugiarse durante la noche. «Me acogieron, me formaron, me ayudaron, me dieron un techo y, ahora, desde hace tres años, me han encontrado un trabajo», confiesa agradecido.
Un puesto de trabajo es clave para lograr la inserción de la persona vulnerable pero el paso previo es conseguir un techo. En ello trabajan los técnicos del programa de 'Personas sin hogar', que en 2023 atendieron 41 casos. «Lo primero que se hace es un acompañamiento durante un tiempo para que se vaya estableciendo confianza, para conocer las necesidades, para saber qué podemos ofrecer en cada circunstancia porque los casos son de lo más diversos. Hay personas que están solas, familias con menores a su cargo, etc», detalla Laura Mazorra, técnica en este programa. Muchas veces su trabajo tiene más que ver con la labor de un psicólogo. «Según los últimos estudios, hay que tener en cuenta que estas personas llegan a estas circunstancias porque sufren lo que llamamos sucesos vitales estresantes, como puede ser la pérdida de un familiar, la de la vivienda, la del trabajo, etc, pero en muy corto espacio de tiempo. De media, suelen padecer nueve de estos sucesos casi de forma simultánea», afirma Santiago González-Pardo, otro de los especialistas.
Algunos de esos puestos de trabajo que Cáritas pone en marcha se desarrollan en la empresa de inserción de la propia entidad, como en el proyecto 'Moda-Re', para el reciclaje de ropa. El plan cuenta con 199 contenedores rojos, repartidos en 56 municipios de Cantabria y que alcanzan al 90% de la población, donde el pasado año llegaron a recogerse 1.200 toneladas de ropa. Es un trabajo que emplea a personas en situación de vulnerabilidad, que restaura ropa -la que está en condiciones para la reventa- y que también la procesa para convertirla en fibras que tienen otros usos industriales. «Queremos mejorar el medio ambiente, alimentar la economía sostenible y reducir el consumo de materias primas para una labor como esta en que cada euro de beneficio termina por reinvertirse en la propia empresa», confirma Sonsoles López antes de aclarar más cifras que están contenidas en la memoria de Cáritas sobre lo referente al ejercicio 2023.
Un año en que se acompañó a 144 mujeres en contexto de prostitución, a 142 niñas y niños, y a 11 personas con enfermedades crónicas y sin red de apoyo, que recibieron acogida en el centro Hogar Belén, gestionado en colaboración con las Hermanas de la Caridad de Santa Ana. Otros accedieron a alguna de las habitaciones de los tres pisos que tiene Cáritas en Santander, dos para mujeres y uno para hombres dentro de un proyecto que tiene planes de ampliarse en los próximos años.
Sonsoles López Directora de Cáritas
–El episodio del pasado mes, cuando Cáritas envió la carta de despido a ocho de sus empleados, despertó bastantes críticas.
–Y también hubo mucha gente que vino a nuestras oficinas para hacerse socio o para incrementar su donación. Ya hemos explicado que han caído mucho las donaciones y además nuestros servicios salen cada vez más caros porque el IPC lo pone más difícil;pero en todo caso fue una decisión por la viabilidad de Cáritas y resultó muy dolorosa.
–Dijo también que fue algo obligado porque su trabajo está cambiando.
–Esta es una organización muy viva porque las necesidades de la gente cambian mucho. Son diferentes los tiempos, y también las prestaciones que ofrecen las instituciones, y nosotros tenemos que buscar esos resquicios donde nadie más está. Eso es lo que nos hace cambiar, estar donde nadie más está.
–¿Qué van a hacer ante la caída de donaciones?
–Tenemos que buscar entre la gente joven porque nuestro donante mayoritario son los mayores. Hay que concienciar a los más jóvenes de la necesidad que hay de ayudar a los demás y de colaborar con todo lo que hacemos desde aquí.
–¿Hacia dónde va el futuro?
–Hacia la ampliación del territorio. Nosotros, como organización, no tenemos fronteras, estamos en toda España y en todo el mundo;pero lo que sí podemos hacer es extender nuestras ayudas a más lugares. El objetivo por el que vamos a trabajar en los próximos meses va a ser por llevar cada vez más programas, similares a los que hacemos en ciudades como Santander, a poblaciones más rurales que están más apartadas pero que están también igual de necesitadas.
–¿Qué tipo de programas?
–Pues es que para eso hay que entender bien la realidad de cada territorio, porque ningún lugar es igual ni necesita las mismas cosas. Lo que sí tenemos claro es que las mujeres son las personas más vulnerables y en ese sentido habrá que seguir trabajando por ayudar, por crear comunidad, por recuperar los vínculos personales, eso me parece esencial.
–Especialmente en una sociedad como esta, donde la comunicación se está circunscribiendo a internet...
–A mí me gusta estar junto a las personas y eso es lo que creo que debe ser la filosofía de Cáritas. Recuperar los lazos sociales, volver a crear comunidad. Comprar en el comercio del barrio, creer en la economía circular y apoyarnos entre todos. Me parece que la sociedad se está deshumanizando y no puede ser.
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