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Este pasado sábado, 1 de octubre, se han cumplido tres años desde que Carmen Merino (Cádiz, 1958), acusada de decapitar a su novio Jesús Mari Baranda en Castro Urdiales, ingresara en prisión provisional por unos hechos por los que se enfrenta a una pena de 25 años de cárcel ... y que le sentarán en el banquillo de los acusados a partir del 4 de noviembre.
Durante todo ese tiempo, Merino sólo ha roto su silencio en una ocasión. Fue el 13 de noviembre de 2020, ante uno de los tres jueces que han participado en la instrucción del caso. En esa ocasión aseguró que «no he tenido nada que ver ni con la desaparición ni con la muerte de Jesús Mari» y que su relación era «estupenda, maravillosa, vinculada al amor; nos queríamos muchísimo».
Sobre por qué y cómo llegó a sus manos el cráneo de su pareja, nada ha dicho al respeto. «Eso de que se lo habían dejado en una caja a la puerta de casa es un bulo», aclara su abogado, que avanza que la acusada «está deseando que arranque el juicio porque va a proclamar su inocencia». Eso lo tiene claro. Lo que está por determinar es si contestará a las preguntas de todas las partes (fiscal, acusación particular e incluso a los jurados populares, que tienen la posibilidad de plantear cuestiones en cualquier momento).
En cualquier caso, desde que ingresara en el penal de El Dueso, en Santoña, hace ya tres años, la encausada siempre ha mostrado un especial interés en que la instrucción acabase cuanto antes para poder defender su inocencia en el juicio. Y cuando sus anteriores abogados renunciaron a su defensa, a su actual letrado lo primero que le pidió fue que «dentro de mis posibilidades, consiguiera que se celebrara cuanto antes».
Además, Merino ha «insistido» y «peleado mucho» en los últimos meses para conseguir el sumario entero de la causa (unos 5.000 folios) al objeto de poder «leerlo» y «estudiarlo» y «poder ayudar en su defensa». Al final lo ha conseguido después de que la Audiencia Provincial diera autorización para que le facilitaran un USB con el sumario.
Según comenta su abogado, durante el último año la encausada ha estado «muy abatida» y «preocupada» porque no terminaba de fijarse la fecha del juicio, aunque también hay que decir que él mismo impugnó varias pruebas, con lo que no fue hasta agosto cuando todo quedó resuelto y se señaló la vista oral. «Ella pensaba que el juicio se celebraría antes», insiste.
En los tres años que lleva Merino en El Dueso no ha tenido ningún problema con el resto de internas ni con los funcionarios de la prisión, según resalta el letrado, que califica de «muy buena» la relación de su cliente con todo el mundo. Fuentes de la prisión santoñesa corroboran este extremo: «Carmen es una buena interna»; su carácter es «tranquilo» y convive con las demás reclusas «sin incidencias».
En todo este tiempo, la encausada ha realizado diferentes programas terapéuticos, asiste a la escuela y colabora diariamente en las preceptivas labores de limpieza del módulo en el que se encuentra. «Tiene un carácter muy independiente, sin intimar o mezclarse en exceso con el resto de la población del penal», apuntan desde El Dueso sobre Merino, «que aparenta la madurez propia de su edad, sin peculiaridades concretas».
Cuando entró en prisión hace tres años fue sometida a un examen médico-forense que concluyó que «su estado físico y psicológico se encuentra dentro de la normalidad» y que «no presenta alteraciones psicopatológicas agudas». Los especialistas la describieron como «colaboradora» y «abordable», «consciente», «atenta» y «preocupada por su situación vital».
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