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Un lector amigo de/en Torrelavega, amante de las cosas de Cantabria en grado superlativo, me remite una carta recordándome dos recientes datos sobre nuestra ... autonomía. El primero: con un ridículo millón de euros, hemos sido la región que menos inversión extranjera recibió en 2017; solo Ceuta y Melilla nos siguen. ¿No interesamos por ahí fuera? ¿Hay que enviar a Revilla a Al-Jazeera? El segundo dato de la misiva: las exportaciones cántabras han descendido un 5% mientras en España han aumentado. ¿Para qué sirven todos esos viajes al extranjero sufragados con dinero del contribuyente, si luego nos compran menos producción y nadie invierte un duro aquí?
Es una pregunta razonable de un lector razonable. Pero no hemos observado que en las esferas del poder alguien se dé por aludido; y en Sodercan menos que en ninguna otra parte. La cifra de inversión extranjera es la más baja desde 1993, cuando Juan Hormaechea dirigía la comunidad en minoría absoluta. Está feo señalar, pero en el País Vasco la inversión extranjera ha sido este año pasado de… 2.600 millones.
En comercio exterior hemos importado 150 millones más que el año anterior, y exportado 20 millones menos, por lo que nuestra balanza comercial, aun permaneciendo positiva, ha empeorado en 170 millones (una cifra superior a un punto del PIB regional).
Lo más extraordinario es que ningún prócer ha preguntado tampoco cómo es posible que Icane estime que el crecimiento de la economía cántabra fue el año pasado del 2,6%, medio punto por debajo de la media española, mientras que el INE en la Contabilidad Regional de España asegura que el aumento fue una décima superior a la nacional, es decir un 3,2%.
Poco le ha importado al gobernante la coincidencia del Icane con otros prestigiosos servicios de estudios: ha corrido a saludar la conjetura del INE, una mera primera aproximación, como si la hubiera bajado Moisés del Sinaí escrita en una tabla.
No parece que a la Consejería de Economía le duela mucho obviar a un instituto estadístico regional al que destina cada año un millón de (nuestros) euros. Casi por decoro de contribuyentes deberíamos dar más crédito a nuestros estudiosos oficiales que a cualquier otro estimado estimador. (¿Qué le parece a usted que concuerda mejor con lo que hemos visto de la no inversión extranjera y el deterioro de la balanza comercial?)
Un poder político que no se hace las mismas preguntas que los lectores manifiesta un síntoma del aislamiento mental que precede a los revolcones electorales. La economía de Cantabria va bien; lo que no va tan bien son sus indicadores. Como en aquella ironía de Montanelli, «Italia solo tiene un problema: los italianos».
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Ana del Castillo
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