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Cuando la celiaquía entra en un hogar cambian muchas cosas. Los hábitos en la alimentación, claro. Pero también toca desde entonces comprobar cada etiquetado, sacar de los armarios los productos que contienen gluten y sustituirlos por otros que, casi siempre, resultan más caros. «Ahora tengo ... mucho más cuidado cuando me pongo a cocinar por mi hijo». Lo cuenta Carmen Martín. A su hijo le diagnosticaron a los diez años y ella tuvo que adaptarse al cambio. «Me aprendí qué alimentos no puede comer y cuales sí o cómo cocinar con cuidado de no mezclar nada». La Asociación de Celiacos de Cantabria (Acecan) estima que el problema afecta a unas 5.000 personas en Cantabria. Un problema que, además, sacude también a la salud del bolsillo.
Cada vez son más los supermercados que cuentan con una mayor variedad de productos procesados para las personas que no pueden consumir gluten. Eso está bien. El problema es el precio. «Los productos suelen llevar menos cantidad y son más caros», señala Sergio San Miguel. Lo sabe bien desde principios de año, cuando le diagnosticaron. A partir de entonces le ha tocado fijarse. Así que es uno más en una queja frecuente. «¿Por qué tengo que pagar más por algo que no he elegido yo? Yo no escogí ser celiaco y encima no nos dan ayudas», se preguntan los afectados. «Un celiaco se gasta unos 600 euros más al año que una persona no celiaca», resalta Begoña Agüero, vicepresidenta de Acecan. Y, con el aumento generalizado de los precios, lo suyo se dispara. «Solemos -explican- hacer una lista con los productos necesarios y buscamos siempre la marca blanca, que por lo general es más barata».
Basta con acercarse al supermercado y hacer una comparativa de precios en varios productos. El Diario lo hizo la pasada semana. Ejemplos reales en compras sencillas. Por ejemplo, un paquete de un kilo de espaguetis de consumo habitual cuesta -hay, lógicamente, diferencias en las marcas- 0.76 euros. Uno sin gluten se va hasta 1.81 euros. Bastante más del doble. Y así, con muchos más alimentos. Del 0,85 del pan de molde convencional al 2,95 adaptado. O de los 1,50 euros por unos cereales a tener que pagar 2,59. Más de un euro de diferencia (hay más detalles en la tabla que acompaña este texto).
600 euros
más cara resulta la compra anual para una persona celiaca, según Acecan.
5.000 personas
afectadas por celiaquía estima la asociación que hay en Cantabria.
La diferencia más llamativa en este ejercicio real (de la semana pasada) está en unas galletas (de las María, clásicas). Sin gluten se van hasta los 6 euros. El impacto al pasar por caja es evidente.
Y no sólo es el precio. Los afectados explican la necesidad de prestar mucha atención a los aditivos que se incluyen en los productos para que los sin gluten tengan la misma consistencia que el resto. «Al final -explican- es mejor comer más productos naturales, que no necesiten sustitutivos. Muchas veces compramos productos sin gluten y no somos conscientes de todo lo que han metido para que se parezcan». Llegan a hablar de «porquería» para imitar sabores y texturas. Así que toda precaución es poca y no es fácil. Desde los colectivos de afectados señalan que no solo hay que estar atentos a los ingredientes de los productos, también al riesgo de «contaminar» los alimentos o los utensilios que se utilizan a la hora de cocinar. O sea, atentos al qué, pero también al cómo.
La compra, las etiquetas, el menú, los hábitos, los utensilios en la cocina... Pero también el ocio. Salir a comer fuera de casa es, aseguran, «un acto de fe». Si en casa hay que poner atención a la lista de ingredientes y al riesgo de «contaminar» las preparaciones con las mezclas o los instrumentos, fuera, la posibilidad de tener todo bajo control, se difumina.
«Nunca sabes si ha saltado aceite del rebozado, si se han caído migas por ahí... Sin duda, lo peor es no poder ir a comer a algunos sitios como hace cualquiera. Tienes que estar preguntando o cambiando de establecimiento», apunta San Miguel. Él ha tomado sus propias medidas para intentar no perderse planes con amigos o familiares y, de paso, ofrecer información útil. Este joven santanderino ha elaborado una lista con diferentes establecimientos de Cantabria en los que sabe que se tiene especial cuidado con los ingredientes y su preparación. Una garantía para no volver a casa con un disgusto en camino.
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