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María Aracil es licenciada en Arquitectura por la Universidad Politécnica de Madrid, ciudad en la que comenzó su vida profesional, pues allí abrió su primer ... estudio con compañeros de la carrera. En plena crisis, «con el estudio desmoronándose», volvió a Santander, su ciudad natal, «para pensar qué hacer» con su vida. Lo que iba a ser para un año «como mucho», dice, se fue alargando y finalmente es en esta ciudad donde ha montado un negocio de diseño e iluminación cuyas dimensiones han superado todas sus expectativas. Tanto es así que asegura haber encontrado su sitio en lo laboral, porque en lo personal, seguirá siendo algo nómada. Su sueño ahora es dar un salto más y crear su marca propia.
-¿Cómo surgió la idea de montar un negocio propio?
-En plena crisis, el estudio que había montado con compañeros de carrera en segundo, se iba a pique. Decidí volver a Santander a pensar qué hacer con mi vida y ha sido aquí donde he encontrado mi sitio en lo profesional. Sin tener ni idea de lo que hacía, ni nociones de gestión, solo con muchas ganas, surgió Doméstica Santander, un negocio de diseño y decoración. La idea original era muy diferente de cómo ha desembocado. Pensé en algo de menor dimensión, una excusa para impulsar el estudio de arquitectura familiar que estaba en declive. Al final, lo que iba a servir de escaparate para nuestro trabajo en el estudio, acabó siendo el centro del negocio.
-Por lo que se ve, siempre ha sido muy emprendedora, con un estudio propio ya en segundo de carrera.
-Bueno, era un estudio montado con quince compañeros en el que suplíamos a profesores con presentaciones y pequeños proyectos. Estaba en un piso de renta de antigua de Madrid en unas condiciones... con decirte que íbamos al baño con un casco de minero porque no había luz en según que zonas. ¡Qué buenos recuerdos! Me dejaba mucho llevar.
-¿Cómo empieza con el diseño de lámparas?
-Al montar la primera tienda alucinamos con el precio tan elevado de los focos para iluminar locales comerciales, donde la partida económica se nos disparaba. Tuvimos que improvisar y diseñar nuestros propios focos. Así fue como surgió la idea de utilizar focos de obra comprados en la ferretería La Montañesa a 10 euros, con los que ahora ha surgido una buena relación porque van muchos clientes a comprarlos. A partir de ahí empecé a ponerme en contacto con fabricantes y a comprar piezas para hacer lámparas. A esto se sumó que, gracias a las redes sociales, conocí a una profesional de Zaragoza del sector de la iluminación. Empezamos a colaborar para hacer pedidos juntas y ahorrar en portes. Hoy somos amigas y me ha enseñado mucho de iluminación.
-¿Han sido siempre las lamparas su debilidad?
-Recuerdo que durante mi Erasmus en Lisboa, en una ocasión, acudí a una feria de diseño en la que me compré del tirón diez lámparas. Así que sí, podría decirse que me llaman la atención. En Santander tengo 16 lámparas en casa y en Murcia, de donde es mi pareja, nuestra casa parece un festival, tengo más de treinta lámparas.
-¿Algún consejo para los que se quieren lanzar a emprender?
-Dejarte llevar. En mi caso, no sabía que acabaríamos dedicados al diseño de lámparas. Fue de casualidad y motivado por la demanda. Entre nuestros mejores clientes hay muchos hosteleros que cuidan la mesa y los accesorios. Ellos nos empezaron a pedir ayuda para iluminar su local. Es increíble lo importante que es elegir bien la iluminación, hasta el punto de que un local mal iluminado no funciona. Al especializarnos, decidimos ofrecer diseño a buen precio. En el mercado existen diseños preciosos y económicos, pero no son originales, sino masivos. Nosotros queremos dar ese plus de exclusividad.
-¿Cuándo se dio cuenta de la dimensión que adquiría el negocio?
- Cuándo llegaban clientes a la tienda y nos contaban -y nos sigue pasando-, que viajan de Barcelona a Asturias y que se habían desviado a Santander sólo para conocer la tienda. ¡Me quedaba muerta! Yo les digo que no es para tanto. Por otro lado, las redes sociales nos sirven para hacernos idea de nuestros seguidores y clientes. Tenemos casi el doble de compradores online que se conectan desde Madrid y Bilbao que en Santander. Lo que no queremos es quedarnos solo en el mercado español, hay que salir a Europa.
-Debe ser una tentación trabajar rodeada de estos objetos.
-Sí, lo es... De todo ello me llevo a casa las cosas que nos llegan con taras, así que tengo mi casa llena de taras. Me encanta todo, las piezas de cerámica, cuberterías..., algunos de los productos que vendemos no tienen salida, pero me gusta tenerlos porque hacemos marca.
-¿Qué tal trabaja con su madre?
-Es mi socia y una pata fundamental. Ella es 'believer total', no tiene miedo a nada, mucho menos que yo. Formamos un buen tándem. Yo propongo cosas estrambóticas y ella hace que sean reales. Si fuese por mí nada se construiría. Es una gran ejecutora y con muy buen gusto. Conocerles más, a ella y a mi padre, ha sido lo mejor de volver a Santander.
-¿Cuál es su siguiente paso?
-Comienzo ahora una nueva etapa entre Madrid y Santander para centrarme más en los temas de arquitectura. Echaré de menos estar en la tienda algunos días. En cuanto al salto empresarial, el sueño y reto es crear nuestra propia marca de lámparas y vender a otras tiendas.
-¿Es muy fan de la decoración navideña?
-No soy tanto de árbol, pero sí mucho de recrearme con la decoración de la mesa. Lo hago desde pequeña, disfruto un montón preparando la mesa de la cena de Navidad y coloco tantos adornos, candelabros, figuras... que no queda hueco ni para el turrón. Eso sí, lo hago todo 'in extremis', el mismo día.
María Aracil nació en Santander y estudió en la Escuela Técnica Superior de Arquitectura de Madrid, ciudad donde residió diez años, primero en un colegio mayor, después en un piso con amigos. En la carrera bromeaba con que quería ser diseñadora de tenedores para Ikea. Hace cuatro años y medio abrió la tienda Doméstica Santander. El negocio lo ideó como algo pequeño que sirviera de «escaparate» para el estudio de arquitectura familiar en el que trabaja con su madre, también arquitecta. Siempre le han encantado las lámparas, pero ha sido algo fortuito que se dedique a diseñarlas.
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