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Ha traído una bolsa con diferentes dibujos e ideas a su última cita en el Centro Cívico de Nueva Montaña. Los niños reunidos en la biblioteca del edificio esperan su turno para sacar una tarjeta. Nunca una tarea tan sencilla produjo más interés. La ... primera vez ha salido Spiderman, luego un tomate, seguido de un corazón y un sinfín de dibujos que nada tienen que ver entre sí. Así hasta que ha salido un cuento que no tiene mucho sentido, pero ha conseguido que todos rían a carcajadas.
Dicen que lo realmente importante es el camino, no tanto el final. Mónica López Blanco, coordinadora de actividades en la red de bibliotecas municipales de Santander, cuentacuentos y culpable del jolgorio, tampoco puede evitar la risa. Y es que la animadora sociocultural traslada ese refrán a todas las actividades que realiza con los pequeños, sobre todo en Navidad, cuando celebra más encuentros que nunca con los pequeños. Lo cuenta ella: «Hemos casado a Spiderman varias veces, y no es el único disparate que ha salido de esas tarjetas». Puede que se presente como una cuentacuentos allí donde organiza un espectáculo, pero «son los propios niños quienes trazan la historia y la crean». Y les encanta, claro.
La escena se produce cada vez que acude a la llamada de los cuentos, su materia prima «para despertar en los jóvenes las ganas de leer». Objetivo cumplido. Pero también tiene un empeño pendiente y por el que trabaja todos los días: «Demostrar que las bibliotecas no son sitios aburridos, donde haya que estar quieto como una estatua y en completo silencio. Queremos quitar esa idea tan generalizada. Que puedan decir que han estado ahí y se lo han pasado pipa, y dejar claro que es un lugar donde se puede conversar, recomendar una película, etc. En definitiva, acabar con esa idea antigua que se tiene de las bibliotecas y modernizarla, algo que ya está pasando en muchos países», sostiene la animadora. Y añade: «Es un lugar donde se puede estar en contacto con las personas, algo que estamos perdiendo mucho en la sociedad».
Y vaya si lo ha conseguido. La santanderina ha dado con la clave para despertar el deseo de los críos por la lectura. Hacen de todo. «Además de contar cuentos, los niños realizan actividades relacionadas con adornos navideños. Traigo bolas de cartulina, las pintamos, etc. Se lo pasan muy bien». Y por si la risa no fuera una asignatura lo bastante importante, añade, «se trata de un sinfín de juegos que les ayuda a sociabilizarse, hablar entre sí y crecer todos juntos».
Como un catálogo de pasatiempos que huye de su rutina habitual. Tal y como lamenta la santanderina, «los niños están acostumbrados a pasar tiempo juntos sólo en el colegio y, cuando termina, frente a una tablet o un teléfono móvil». Hay que reconocerlo. Si nos detenemos sólo en este último punto, todos podríamos aprender algo en las actividades que prepara la animadora.
López, que colabora también con el programa 'La noche es joven' del Ayuntamiento, da en el clavo de este fenómeno: «Cada uno va a lo suyo. Los chavales tienen que darse cuenta de que hay otro tipo de ocio y formas de pasárselo bien, más allá de una pantalla. Se puede disfrutar de otras maneras y, además, relacionarse con nuevas personas».
Aunque también despiertan la imaginación a través de los clásicos, López confiesa que se concentra en los cuentos más modernos. «En los últimos años se están publicando un montón de libros con temáticas muy diversas, que introducen nuevas ideas y ofrecen una nueva forma de disfrutar de la lectura. Ilustraciones que son una pasada, texturas...», enumera López, que reconoce su debilidad por las hadas.
El príncipe que tiene que ir a por la chica, indefensa y encerrada en una mazmorra custodiada por un dragón o un malo malísimo. La idea, con dos o tres pinceladas diferentes, se ha plasmado a lo largo de la historia en varios de los relatos más populares. La cuentacuentos trata de «contribuir al cambio de ese estereotipo» y normalizar roles más acordes a los tiempos actuales. «Todo eso está cambiando por completo. Hay infinidad de editoriales que están publicando libros sobre mujeres guerreras, es decir, muchos cuentos que no necesitan de un príncipe o un salvador que saque las castañas del fuego a una chica, sino que invitan a convencerse de que una misma se las puede y quiere sacar. Ahí están los cuentos infantiles de 'Las princesas también se tiran pedos'», recomienda. Se trata, al final, «de acabar de imponer lo que quiere ser cada chica y dejar que sea cada una la que decida su futuro».
Pero no se queda en las mujeres, ojo. Esta idea comprende también a los pequeños varones: «Hay que dejar de ver los juguetes como algo sexista. Si un niño quiere jugar con una cocinita lo puede hacer. ¿A caso la mayoría de cocineros no son hombres? ¿O por qué no va a jugar con una muñeca si es lo que quiere? Toda esta renovación está llegando a todas los ámbitos, también a la lectura».
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