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Gonzalo no para de preguntar a sus dos acompañantes que si de verdad le gustan las luces. Y ellas: «Que sí, que están muy chulas, que el más bonito de todo es el muñeco de nieve». Y él, entusiasmado, responde: «Esta casa es lo mejor que tiene Parbayón». Gonzalo se refiere a la que casi todo el mundo conoce como 'la casa de las luces' navideñas, situada en el pueblo de Parbayón, junto a la carretera nacional 623 (Santander-Burgos). Esa a la que cientos de automovilistas no dejan de mirar mientras pasan por delante con sus coches. «Y les ves hasta cómo frenan para ir más despacio y que los niños la vean. Un día va a haber un disgusto», dice una vecina.
La casa pertenece a Francisco Cano y a su mujer, Marián. Desde hace ocho navidades, «cuando nos vinimos a vivir aquí», ellos, bueno más bien él -es el profesional electricista- decoran el exterior de su hogar, los árboles y la finca que lo rodea con miles de luces de colores. Es, seguro , la casa particular más decorada de Cantabria. «Yo que me dedico a esto, dice Francisco, no he visto otra igual», explica el dueño orgulloso de su obra.
Cuenta la mujer que «empezó poniendo un rebaño de renos con luces en el césped y eso le gustó a todo el mundo. Pero a él le pareció poco, así que al año siguiente puso los renos y un par de árboles con guirnaldas de luces rojas y verdes». Y así está Francisco, desde hace ocho años, inventándose adornos, formas y colores, para darle luz a su Navidad y a la de todo el pueblo. Cada año va añadiendo más figuras, más guirnalda, más bombillas y algún que otro invento. La novedad de este año es un hermoso muñeco de nieve. La cabeza del muñeco es uno de los árboles, la nariz la ha hecho con un cono de obra y el gorro es una estructura de hierro hecha por el propio Francisco y que le costó un triunfo colocar sobre del árbol. «Usé el camión pluma». Sólo el gorro son 250 metros de guirnalda de luz roja y 4.500 bombillas.
Y si nos ponemos a sumar todo, este año Francisco ha encendido 30.000 bombillas. «Que son... ». Agarra el teléfono y hace cuentas con la calculadora del móvil. «30.000 por ocho centímetros de separación más o menos, pues unos 2,5 kilómetros de guirnalda». Eso es lo que tiene ‘tirado’ sobre el jardín, cubriendo los árboles de su finca y decorando las puertas, ventanas y todos los perfiles de la casa.
A Francisco casi le da mal, cuando el pasado fin de semana, la borrasca Ana y sus vientos huracanados casi se llevan volando todo el aparataje. «Menos mal que lo había anclado bien. Solo me tiró uno de los árboles»
Nadie le ayuda a hacerlo. Bueno, a veces le echan un cable sus hijos (Javier, de 7 años y Pablo, de 11), pero ellos son más de poner el árbol de dentro de casa con su madre. «Lo hago yo todo. Desde Halloween, todos los fines de semana le he metido muchas horas y entre semana cuando llego de trabajar». Marián cuenta que le veía venir a las 8 de la tarde de trabajar, muy cansado y se colocaba un casco de los que llevan una luz en la frente, como los de los mineros, y «ahí se ponía, dale que te pego, a colocar esos 2.500 metros de guirnalda, a podar los árboles para que queden redondos, a tirar cable...».
Lo inauguró el día 9 de diciembre. Dice que este año se ha retrasado un poco. Incluso en el colegio de sus hijos, algunos profesores ya le preguntaron a los niños, que si su padre este año no iba a poner las luces. Pero sí, al final se encendieron el pasado fin de semana y ya no se apagarán hasta después de Reyes. Están encendidas desde las 17.45 horas hasta las 12 de la noche y por la mañana, desde las 7 a las 8.30 horas. Tiene un programador, similar al de la calefacción, y ello solo se enciende y apaga a esas horas.
Casi un mes en el que el consumo de electricidad extra en la casa de Francisco no llega a los 100 euros. El año pasado, con 22.000 bombillas, cuenta que se gastaron unos 70 euros más de lo que suelen pagar habitualmente. «Si es que todo esto consume 1.890 vatios, menos que un secador de pelo», dice para dejar claro que no se gasta una millonada cada Navidad. Pero es que Francisco juega con ventaja, porque, como es electricista y su trabajo consiste precisamente en hacer decoraciones con luces para los ayuntamientos o empresas en fiestas, romerías, navidades y demás eventos, pues él ya dispone del material necesario, que es lo caro. Presume de haber hecho la decoración navideña o la de las fiestas patronales en Piélagos, Entrambasaguas, Ribamontán, en Colombres (Asturias), en varios municipios de Vizcaya, en Potes..., «toda la guirnalda que delimita la Torre del Infantado la hemos hecho nosotros».
Confiesa que incluso ha habido gente, particulares, que han llamado a su teléfono o a la puerta de su casa para pedirle que les haga una decoración similar a la suya en sus casas, pero ha tenido que decir que no. «Esto no lo hago para darme publicidad, bastante trabajo tengo yo ya, como para ponerme ahora a decorar casas». La única vez que las luces navideñas de su casa le han valido para conseguir un trabajo fue hace un año, cuando puso los adornos en Navidad. Le dejaron una carta en el buzón. «Era uno de los responsables del Balneario de Puente Viesgo, que pasó por delante y le gustó y me escribió una carta pidiendo a ver si le podía hacer algo similar en sus jardines».
Pero Francisco, que es un manitas y un ser inquieto, promete que el próximo año va a hacer que las luces se enciendan o apaguen al ritmo de la música. Tenía ya comprado el aparato -se lo trajeron de Estados Unidos- pero este año no le dio tiempo a ponerlo en marcha. «Están todas las instrucciones en inglés y eso es un reto, porque el único inglés que recuerdo es el que me enseñaron las monjas en Torreánaz». De todas formas, un conocido ya le ha explicado «más o menos» cómo funciona el aparato. «Es bastante complicado y me va a llevar mucho tiempo, pero para el próximo año seguro que pongo la música sincronizada con todo este tinglado», promete Francisco, que le encantó cuando vio en las redes sociales la casa de un australiano que había decorado su casa con miles de luces y estas se movían al ritmo de AC/DC. «A ver si consigo yo algo así», dice mientras su mujer se da la vuelta y murmura: «Ya veremos, ya veremos, porque igual nos acabamos rayando si tenemos que escuchar a cada hora en punto y durante todo un mes, la misma canción».
La cultura anglosajona es la culpable de ver cada día más casas decoradas con luces de colores en su exterior, sobre todo en Navidad. En Estados Unidos la fiebre por iluminar las casas en Navidad es tan importante que hay concursos en los barrios, en las ciudades y también estatales. Incluso la cadena de televisión ABC puso en marcha un talent show de luces navideñas, The Great Christmas Light Fight, en el que los mejores diseñadores de iluminación navideña del país compiten por el primer premio.
En Cantabria todavía no hemos llegado a estos extremos la moda todavía no está muy extendida, pero sí que hay muchas dueños que cuando llega diciembre ponen guapas a sus casas con luces brillantes que anuncian la Navidad. Además de la casa de Parbayón, hemos elegido otros cinco ejemplos.
En Revilla de Camargo, Alberto Valderrama dice que lleva ya más de 20 años alumbrando la fachada de su casa cuando llega la Navidad. «Bueno, es mi mujer la que se ocupa de ello. Ahora solo decoramos la parte de abajo, pero antes tenía más iluminación. Nos gusta mucho».
En Cóbreces, Milagros Carmona cuenta que ella es la pequeña de cinco hermanos y en su casa siempre se preocuparon mucho de que ella mantuviera la ilusión de la Navidad. Así que cuando tuvo a sus hijas intentó hacer lo mismo. «Nos ilusiona la decoración navideña, tanto por fuera de la casa como por dentro. Ya no tanto sólo por la decoración, sino un poco por todo, el espíritu de la Navidad».
En San Román vive Luisa. Ella y su hija, Yolanda, son las encargadas de decorar la casa por dentro y por fuera y de poner cientos de luces en los árboles de su jardín. «Nos gusta mucho la Navidad y mi madre tiene mucho humor todavía», cuenta Yolanda.
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Mikel Labastida y Leticia Aróstegui (diseño)
Óscar Beltrán de Otálora y Gonzalo de las Heras
José A. González y Álex Sánchez
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