Las casas que salvan a los perros
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Un techo de acogida provisional sirve para rehabilitar a las mascotas hasta encontrar una familia adoptivaExisten muchas formas de salvar a un perro sin hogar: adoptar, colaborar o acoger. Cuando la primera opción genera dudas y se quiere dar un paso más allá de la segunda, siempre será una buena elección convertirse en una casa de acogida, que sirve como ... antesala a una adopción definitiva. La Asociación Galgos y Podencos Cantabria trabaja con quienes deciden asumir la responsabilidad de acoger. Julio Quintana, su presidente, explica que estas casas se encargan de cuidar y guiar al perro como si fuese suyo en el día a día, pero todos los gastos están cubiertos por la asociación. «Se convierten en un hogar para un perro recién rescatado», apunta.
Hay animales que provienen de entornos o experiencias traumáticas y en la acogida se cumple la tarea de rehabilitarlos física y emocionalmente, para que puedan reintegrarse y tener una segunda oportunidad. Los voluntarios les enseñan a los perros a pasear, a tener un buen comportamiento en la casa, a hacer sus necesidades fisiológicas en la calle y siempre deben estar alerta a su estado para avisar cualquier anomalía a la asociación, quienes entregan unas pautas sobre el comportamiento del animal, facilitan los utensilios necesarios para su educación y asumen el protocolo veterinario.
Julio Quintana
Presidente de Galgos y Podencos
Mónika de la Bega
Voluntaria casa de acogida
Durante la acogida, todos los perros son vacunados, desparasitados, identificados con microchip y esterilizados, para que estén listos para ser adoptados. De esta manera, la casa gestiona a la mascota en el día a día, sin tener alguna obligación económica, a no ser de que se cometa una imprudencia por parte de quien lo acoge –un ejemplo, que el animal salga herido por ser soltado en espacios abiertos sin autorización de la asociación–. El presidente de Galgos y Podencos Cantabria puntualiza que la responsabilidad queda limitada a que, si en algún momento la vida del voluntario cambia, no tiene que llevarse al perro por obligación. «Es nuestro y siempre podrá volver a nosotros», indica.
En la actualidad, en esta comunidad autónoma la asociación registra 18 casas que cumplen esta función y 25 perros a su nombre. Los animales han llegado por diversas causas, entre ellas, son cedidos por un cazador, recogidos por una perrera o rescatados en la calle. «Cuantas más casas de acogida tengamos vinculadas, podremos salvar a más», destaca Quintana. En algunas ocasiones, quienes deciden acoger son personas que no tienen la intención de hacer una adopción, pero sí quieren tener a un perro en su vida. En la acogida ven la posibilidad de tenerlo sin cargar con los gastos que conlleva hacerlo suyo.
Así, sin ninguna prisa, la asociación busca con éxito un refugio. Aunque a veces el hogar de acogida, después de un tiempo de conocer al perro y su carácter, decide quedárselo. El objetivo de esta iniciativa siempre girará en torno a encontrar un techo que sea la tabla de salvación para rehabilitar a estos animales que han sido rescatados.
Mónika de la Vega ya ha tenido nueve perros acogidos en su casa y ha adoptado a dos de ellos: Ariel y Bekele. «Fue amor a primera vista». Es apasionada por los galgos y por ayudar. «Es gratificante para mí entregar un animal rehabilitado, enseñado y educado, y saber que va a estar bien», asegura. Aunque confiesa que, después de algunos meses de estar con ellos, le resulta difícil despedirlos cuando son adoptados, le ayuda mucho seguir en contacto con la familia que lo adopta: «Al final les salvamos», añade.
Galgos y Podencos instruye a los voluntarios para que el animal se adapte a su estilo de vida: «Hay que huir en todo momento de hacer a un perro dependiente de nosotros, hay que saber gestionarlo para que sea independiente y equilibrado, y que se adapte a tu rutina diaria».
Por su parte, Klaudyna Poczatek lleva cinco meses en esta «aventura» y «tuvo un flechazo» por Paz, su primera galga en acogida. Manifiesta que ha sido un proceso sencillo porque le han dado todas las pautas que debe seguir: «Poder formar parte de todo esto donde ves que los perros comienzan a vivir una vida nueva y mejor, y saber que tú eres parte de ello, es muy bonito y te hace crecer como persona».
Si está la voluntad de ayudar a salvar la vida de un perro, pero no es posible llevarlo a casa, se puede apadrinar. El padrino o la madrina ayuda a cubrir los gastos básicos de la mascota que se le asigne, la visita frecuentemente y la sacar a pasear. La protectora los mantiene informados sobre el animal y les avisa cuándo va a ser adoptado.
En el caso de la Asociación Protectora de Animales de Santander, Asproan, es un refugio que alberga a más de 300 perros en adopción en sus instalaciones y cuenta con cerca de mil padrinos y socios. Es una casa de acogida de 15.000 metros cuadrados. Dentro de ella también trabajan por mejorar la adaptación y el comportamiento del animal. Los sábados cientos de voluntarios llegan para visitar la mascota que le ha sido asignada. Ningún perro se queda sin salir a pasear. «Ellos salen los 365 días del año, llueva, haga frío o calor, mientras se les limpia su casita. Dentro de las instalaciones corren, juegan y se relacionan», afirma Eduardo Puertas, responsable del refugio.
Siempre que llegan solicitudes de voluntarios para apadrinar se les pregunta sobre su experiencia con animales y se intenta buscar un perro que se «pueda adecuar a las características de la persona que lo va a apadrinar». Es importante mencionar que todos los hogares de acogida, sea un piso, una casa, un apartamento o un gran refugio, cumplen su labor teniendo en cuenta que siempre la meta será lograr una adopción exitosa.
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