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«Casi el 40% de casos de esquizofrenia se recupera y puede hacer vida normal»

El psiquiatra Benedicto Crespo Facorro alerta del grave impacto del consumo de cannabis en el desarrollo de la psicosis en menores y destaca la necesidad de programas de intervención temprana

Ana Rosa García

Santander

Miércoles, 23 de mayo 2018, 07:12

Se calcula que el 1% de la población sufre algún trastorno psicótico del espectro de esquizofrenia a lo largo de la vida. En Cantabria ese porcentaje se traduce en unos 5.800 casos de esquizofrenia diagnosticados, que se eleva a 18.000 si se incluyen todas las psicosis (siendo los trastornos afectivos psicóticos, como el bipolar, los más frecuentes). Con motivo del Día Mundial de la Esquizofrenia, que se celebra mañana, las principales entidades de salud mental de España se han unido para solicitar a la Administración más recursos para redefinir el abordaje de la psicosis, que requiere «programas de intervención temprana», la vía para atajar el problema y «minimizar el riesgo de que ese primer episodio se asocie a una secuela o produzca una discapacidad».

Benedicto Crespo Facorro, psiquiatra de Valdecilla y catedrático de la Universidad de Cantabria, destaca que «tenemos que invertir en salud», especialmente ante una patología tan grave y que tiene una incidencia elevada. «Este tipo de programas de alta especialización son una necesidad a nivel de salud mental», añade. Actualmente en Cantabria funcionan dos, uno en el área de Santander y Laredo y otro en el de Torrelavega, «que cubren al 100% de la población», aunque la Consejería de Sanidad se ha marcado el objetivo de «homogeneizar la asistencia» por medio de un protocolo único, en el que ya se están dando los primeros pasos.

El dato

  • 5.801 casos de esquizofrenia se calcula que hay diagnosticados en Cantabria, un dato que se eleva a los 17.000 si se engloban todas las psicosis, como el trastorno bipolar.

«El mayor porcentaje de afectados son personas jóvenes, por debajo de los 25 años, siendo mayor el porcentaje de hombres que de mujeres», explica Crespo, quien hace hincapié en que «el pronóstico y la evolución de estos pacientes van a venir derivadas por esa intervención temprana». Insiste en que la clave es «que no pase mucho tiempo desde que aparecen los primeros síntomas, es decir, hay que acortar el tiempo que esa persona vive con síntomas activos de la enfermedad, puesto que eso implica reducir el riesgo de que deje secuelas o defectos de mala evolución». Con ese tratamiento intensivo y sin demoras, «el 40% de los cuadros de esquizofrenia se recupera y puede hacer vida normal».

Pero el abordaje de esta patología, añade, precisa cubrir «las necesidades que se generan no solo a nivel de farmacología y de psicoterapia, sino de recuperación funcional». Estos trastornos limitan notablemente las oportunidades para lograr una cualificación laboral y un empleo estable. De ahí que «un objetivo primordial» sea que estos pacientes puedan volver a sus estudios, a su trabajo, a su vida social», favoreciendo así «una visión holística» de ese tratamiento, donde hay que tener en cuenta «las necesidades de los cuidadores», porque «a veces se nos olvida la repercusión en las personas que rodean a quienes padecen la enfermedad».

Luchar contra el estigma

Por eso, apunta Crespo, «tenemos que dar cobertura no solo a las necesidades médicas sino también a las que aparecen asociadas a la patología (vida laboral, de pareja...), que van a determinar que puedan volver a llevar una vida plena», sobre todo «tratándose de jóvenes que tienen toda la vida por delante». De ahí la preocupación de los expertos por ofrecer «terapias centradas en la persona, en atender no solo las causas biológicas o cerebrales, sino también la parte humana». Y en ese punto se incluye -añade- «la lucha contra el estigma, que estos pacientes y sus familias aún tienen que soportar diariamente a todos los niveles». A su juicio, «la sociedad debe entender que la enfermedad mental no la padecen grupos marginales, sino que aparecen cuando coinciden unos factores de riesgo. Hay que asumirla socialmente sin que suponga ningún tipo de exclusión». Y eso se consigue, asegura, por la vía de «la educación».

«Debe quedar claro que quienes sufren un trastorno psicótico no son proscritos ni tampoco peligrosos, sino que son personas normales que tienen un mal funcionamiento de un órgano, que es el cerebro», expone. Se sabe que quienes sufren esquizofrenia o desembocan en un trastorno bipolar tienen una predisposición genética, una vulneración biológica, que activa la enfermedad cuando se conjuga con uno de los dos principales factores desencadenantes: una situación de estrés crónico (mantenido en el tiempo) o el consumo de drogas (cannabis y cocaína), que es «la causa más habitual». En este sentido, el psiquiatra sostiene que «no se trata tanto de la cantidad que se fuma sino de la edad a la que se empieza, que suele ser entre los 14 y los 15 años, cuando el cerebro es tremendamente plástico, moldeable, porque aún está en fase de crecimiento». Estas sustancias ilícitas suponen «un grave riesgo para los adolescentes», hasta el punto de que cerca del 5% de los pacientes que debutan con un cuadro psicótico son menores de 15 años, «aunque el boom llega hasta los 25 en los varones y hasta los 29 en las mujeres».

casos de esquizofrenia se calcula que hay diagnosticados en Cantabria, un dato que se eleva a los 17.000 si se engloban todas las psicosis, como el trastorno bipolar.

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