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Hasta hace un par de semanas no había saltado entre los casos sospechosos de las diferentes variantes del virus ninguna desconocida. Pero de repente todas las PCR disponibles para el cribado de las mutaciones dieron negativo. Ni Alfa ni Beta ni Gamma ni Delta. Los ... microbiólogos encargados de su estudio marcaron un interrogante, al que después identificaron como variante Lambda, que la Organización Mundial de la Salud (OMS) ha clasificado recientemente como «de interés» -aún no está entre las «preocupantes»-.
Tres de los casos en investigación ya han sido confirmados, pero en una sola semana los contagios sospechosos se han multiplicado por cuatro: de representar un 11% en el cribado de las variantes en estudio a alcanzar un 44%. Y ese aumento continúa «de forma exponencial». Si el martes el director general de Salud Pública, Reinhard Wallmann, hablaba de más de 80 casos con alta sospecha de tratarse de variante Lambda, que tiene su origen en Perú -se extiende sobre todo por los países latinoamericanos-, ayer mismo ese recuento ya llegaba a 106. Y el ámbito principal en el que se localizan los contagios apuntan de nuevo al ocio nocturno. De hecho, el primer brote, que ha generado al menos 42 positivos, tiene como escenario una discoteca. A partir de ahí, el equipo de rastreadores de Sanidad ha podido identificar otra serie de focos que afectan a agrupaciones grandes, como un brote entre compañeros de pisos (hay once casos asociados), a clientes de una segunda discoteca (otros once contagios) y un tercer grupo con ocho infectados. El resto se reparte en brotes pequeños, con dos o tres infectados cada uno, y «constan al menos doce casos aislados, que suponen malas noticias», como admite Wallmann, porque dificulta aún más la labor de rastreo de sus contactos.
En conjunto, el promedio de edad es de 31 años, pero si se atiende a la mediana baja a los 26 años, lo que implica que más de medio centenar de los casos en estudio con sospecha de esta variante está por debajo de esa edad. Sobre las características de Lambda se sabe que presenta dos mutaciones que pueden ser de escape de inmunidad, aunque no hay evidencia científica al respecto aún. Lo que sí parece más claro es que es más contagiosa. «Hasta la fecha, hay pocas reinfecciones», apunta el director de Salud Pública. En concreto, entre los 106 casos sospechosos se han identificado «dos fallos vacunales y dos reinfectados, uno de los cuales está hospitalizado. Hablamos de cuatro personas en las que se podría indicar fallo de inmunidad, un porcentaje reducido».
Pero no sólo la variante originaria de Perú trae de cabeza a los rastreadores, también la rebautizada como Delta (india) es la causante en la actualidad de múltiples brotes, aunque «todos de pequeño tamaño» (dos o tres contagiados cada uno). Según los datos facilitados desde Salud Pública, en estos momentos hay activos ocho focos, que afectan a 39 personas, de las cuales se han confirmado mediante secuenciación 18. «Lo preocupante aquí», como resalta Wallmann, vuelven a ser «los casos aislados». Si hasta ayer mismo había dos en investigación, en las últimas horas se ha sumado un tercero, más «trece nuevos casos con alta sospecha de Delta recién notificados, que se empiezan a rastrear en estos momentos», apuntaba ayer por la tarde.
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Sobre la investigación en curso del resto de los brotes de esta misma variante, «en seis de ellos se ha identificado el vínculo epidemiológico fuera de Cantabria», es decir, el caso originario llega a la región ya infectado y es durante su estancia cuando desencadena la transmisión entre sus contactos. En cambio, en los otros dos brotes no se ha podido determinar el origen -aún consta como desconocido en los registros de Salud Pública-, aunque el ámbito de exposición principalmente es social.
Aunque la mayoría de los casos detectados en las últimas semanas en Cantabria se dan en personas muy jóvenes -el 80% tiene menos de 39 años, siendo el grupo mayoritario el de 20 a 29 años (45%)- que en su mayoría supera la infección de forma asintomática, Wallmann pone de manifiesto las posibles consecuencias a largo plazo: «Estas personas no ingresan ni van a tener graves complicaciones por el virus, pero es probable que algunos de ellos puedan desencadenar algún síntoma seis meses después de pasar la enfermedad». Una cuestión que aconseja no perder de vista, dado que se ha demostrado que en los jóvenes con el paso del tiempo puede aparecer «cansancio e incluso problemas que afectan a la memoria».
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