Así ha sido el casting de Emirates en Santander: 22 candidatos y ningún tatuaje

Águeda Martínez, con unos labios rojos pintados a la perfección, ha tenido los 549 kilómetros que separan Pontevedra de Santander para domar sus nervios, pero aun así sigue temblando. Tiene 30 años, es traductora e intérprete y ha recorrido medio norte de España para intentar cambiar de vida. «He venido en coche con mi familia. Llegamos ayer y aprovecharemos para hacer turismo y pasar unos días en la ciudad», explica. Precisamente conocer otros lugares es una de las razones por las que quiere conseguir el puesto de azafata en Emirates: «Conocer mundo, formarme en una gran compañía, vivir nuevas experiencias... Todo son ventajas, ¿cómo no voy a intentarlo?».

Además de una hora de introducción y explicación sobre la oferta de trabajo, las condiciones, la nueva vida que les espera en Dubái, los documentos legales que necesitan o las ventajas que tendrán si consiguen el puesto de trabajo, la prueba de selección -que se ha realizado íntegramente en inglés- ha tenido una parte práctica con varios supuestos en los que los candidatos, por grupos, tenían que resolver distintos escenarios que se podían dar dentro de un avión. «Ha sido divertido y gracioso», han señalado los participantes. También ha habido turno para ruegos y preguntas del tipo «¿Cómo gestionar el 'jet lag'?». «No hay una fórmula exacta para ello. A unos les funciona dormir cuando se notan cansados y otros prefieren hacerlo sólo cuando llega la noche», ha explicado a los oyentes la reclutadora.

José David Vargas, un joven cántabro de 23 años con un grado en Administración y Dirección de Empresas (ADE), ha sido uno de los candidatos que más ha intervenido en la parte explicativa, además de destacar por lo bien que se expresaba en inglés. Vargas no quiere dejar pasar esta oportunidad, conoce bien los beneficios que podría tener si consigue el puesto. «Me encanta conocer gente. Hoy mismo, aquí, hay compañeros de Londres, de Rumanía... eso es lo que me gusta. Y por supuesto, viajar y formarme en una empresa tan profesional como Emirates».

Al igual que Vargas, otra cántabra, Sara Báscones, de 22 años y con un grado superior en Administración y Finanzas, quiere hacerse con un puesto en esta aerolínea «porque este empleo reúne todo lo que me gusta: viajar, estar en contacto con otras personas, vivir fuera, ganar experiencias...». Sin embargo, cree que el nivel de exigencia para pasar el corte es alto: «Aquí hay chicos con muy buen nivel de inglés y eso es lo que más miran».

Alonso Cavero, estudiante de Historia de la Universidad de Cantabria (UC), tiene 21 años y en su oreja hay marcas de un pendiente que parece haberse quitado hace muy poco. Quizá esta misma mañana. Después de dos horas de concentración dentro del salón Pedreña se le ha movido hasta la corbata. «Aquí hay mucha competencia», señala para después describir lo que para él es un trabajo ideal. «Tripulante de cabina de Emirates. Ganas un buen sueldo, 2.700 euros al mes; viajas -que siempre me ha gustado-; puedes abandonar la casa de tus padres y ser independiente... Esa es mi meta en la vida».

Entre los requisitos que la aerolínea comunicó en la convocatoria del casting figura, además del buen nivel de inglés (escrito y hablado) y no lucir tatuajes, un rango de edad concreto (mayores de 21 años), medir 1,60 y 2,12 de puntillas, estar físicamente en forma y tener un índice de masa corporal saludable, cumplir con el visado de empleo de Emiratos Árabes, al menos un año de experiencia en hostelería o servicio al cliente y «un mínimo de educación secundaria».

La compañía ya dio pistas de los atributos en los que se fijarán a la hora de fichar a los candidatos. Busca una actitud positiva, gente con confianza, flexibilidad, madurez, buena disposición y «una verdadera pasión por ayudar a los demás».