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«Catalizador», «punto focal y polo» del patrimonio paleolítico de Cantabria, integrado por Altamira, el Mupac y las cuevas abiertas al público, el denominado Centro de Arte Rupestre de la Unesco ... (CC2) tendrá como sede Santillana del Mar. El objetivo es que su instalación futura sirva para establecer en esos centros «estrechas relaciones de cooperación en todos los ámbitos de la gestión». El ministro de Cultura, José Manuel Rodríguez Uribes, y el vicepresidente y consejero de Cultura del Gobierno de Cantabria, Pablo Zuloaga, avanzaron la pasada semana en el proyecto de instalación de este Centro de Categoría 2 en Santillana, «lo que podría ser una realidad a lo largo del presente año», según Zuloaga. Tras presentarse ante la Unesco, el objetivo radica en ahondar en la imagen de Cantabria como «recurso del patrimonio histórico con la prehistoria como bandera». La implantación en Cantabria de la sede auspiciada por la Unesco supondría «un refuerzo trascendental para ese sistema del paleolítico en Cantabria y su proyección internacional», en palabras del director del Mupac, Roberto Ontañón.
La llegada del CC2 a la comunidad, que vive inmersa en proyectos clave de su patrimonio como el futuro nuevo Mupac y el Centro de Puente Viesgo, es una vieja aspiración que no llegó a concretarse la pasada década. En 2016, el entonces secretario de Estado de Cultura, José María Lassalle, propuso al Gobierno regional «vincular directamente» el Centro al Museo de Altamira.
Por qué en Cantabria Por ser verdaderamente capital en los ámbitos del arte rupestre y el Patrimonio Mundial, con Altamira en cabeza.
Qué supondrá Será un elemento catalizador de todas las iniciativas. Y servirá de núcleo sobre el que se articule un gran punto focal de conocimiento y gestión del arte rupestre.
Futuro Incidirá notablemente en la mejora de la gestión de los bienes Patrimonio Mundial españoles y de otros países.
El CC2 es un organismo autónomo que se vincula al Estado español y desarrolla «actividades de investigación y supervisión internacional del patrimonio rupestre». El objetivo en ese momento era aprovechar que el Patronato de Altamira lo integran los Museos de Prehistoria y el Arqueológico Nacional, la Universidad de Cantabria, el CSIC y la Fundación Botín. Tras la propuesta siempre ha existido un claro e idéntico objetivo: configurar un «anillo» patrimonial en el que caben Altamira, el Centro de la Unesco, el Mupac y la red de cuevas patrimonio de la Humanidad. En esa etapa llegaron a proponerse hasta tres nobles edificios como sede del CC2: la Torre de Don Borja, las Casas del Águila y la Parra y el antiguo convento de las monjas clarisas.
Ahora Pablo Zuloaga ha situado el futuro Centro en las Casas del Águila y la Parra. El Ministerio, mientras, estudia el borrador del convenio que deben firmar ambas administraciones antes de este verano para posteriormente elevarlo al plenario de la Unesco. Su implantación en Cantabria se fundamenta en el hecho de que la comunidad «es un lugar capital para el arte rupestre y el Patrimonio Mundial, con Altamira y otras nueve cavidades declaradas, y decenas de cuevas con arte rupestre paleolítico».
El vicepresidente sostiene que el Centro actuaría como «catalizador de todas las iniciativas que el Gobierno central y el autonómico han desarrollado sobre esta materia, y se consolidaría como punto local de referencia en el conocimiento y gestión del arte rupestre, especializado en áreas como las nuevas metodologías de investigación, conservación y difusión del arte rupestre, las buenas prácticas en gestión del arte rupestre, y estudios en turismo patrimonial y cultural, entre otras».
Rodríguez Uribes, como ya expresó el pasado año en su visita a Cantabria, apoya no solo la implantación de este Centro sino la puesta en marcha del nuevo Mupac, considerado «un proyecto estratégico no solo para Cantabria, sino también para el resto de España». En lo económico, no obstante, aún no se ha concretado la implicación del Gobierno central.
Ontañón, en su análisis de lo que supondrá la sede de la Unesco, habla de «un tejido científico y cultural de excelencia destinado hacia un 'polo' de la prehistoria paleolítica en Cantabria». Su implantación representa, a su juicio, «un refuerzo trascendental» para el 'sistema' patrimonial, dotándolo de «un excelente instrumento para la gestión de un bien patrimonio mundial». Podría de este modo configurarse «un foco de primer orden a escala mundial en la documentación y gestión de la Prehistoria paleolítica centrado en el arte rupestre».
Las sinergias derivadas de la cooperación de estos centros, explica Ontañón, son evidentes: «El Mupac, el CC2 y Altamira se beneficiarían de la investigación desarrollada por el Instituto IIIPC; éste a su vez se verá favorecido por una mayor facilidad de acceso al registro arqueológico que es su objeto de estudio»; y ambos, desde Santillana y la UC, «se complementarían recíprocamente en proyección internacional, con un influjo previsiblemente importante hacia la América hispana».
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Ana del Castillo
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