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Hay pegatinas por todas partes. Sobre todo en el suelo. Muchas de ellas se encargan de recordar los dos metros de distancia de seguridad que es obligatorio mantener entre personas. Otras, de distinto color, indican cuál es la puerta de entrada y cuál la de salida. Y, las más curiosas, son las flechas que guían por dónde ir para evitar cruzarse con gente. También abundan los carteles que recalcan la importancia de lavarse las manos. Y, por supuesto, los geles hidroalcohólicos están en todas las esquinas. Han cambiado hasta los anuncios que suenan por megafonía, ahora insisten en la distancia.
Con esas medidas y otras tantas más, reabrieron ayer, durante el primer día de la fase dos de la 'desescalada', los centros comerciales. Ahora ir de compras a El Corté Inglés y a Valle Real podría compararse con hacer un circuito. «Pase. Pero vaya siempre por la derecha», indicaba el de seguridad a las puertas de Valle Real. Porque ese es el camino para quienes empiezan su itinerario de compras en el interior y, hasta que la gente se acostumbre, tendrá que repetirlo una y otra vez. Son aspectos que dan seguridad a los clientes, «yo lo veo todo bien y adecuado», comentaba Susana. La joven se dio una vuelta por Valle Real porque «echaba de menos ir de tiendas».
Lo de probarse ropa también ha cambiado. Por ejemplo, en El Corte Inglés, en la zona de probadores, mantienen uno abierto, y, el de la lado, cerrado (todo señalizado con pegatinas). Los clientes que decidan finalmente no llevarse una prenda, deberán dejarla en un espacio habilitado allí mismo. Luego serán los trabajadores quienes recojan esos productos y los lleven al 'área de higienización' para tratarla antes de devolverla a la tienda. «Yo creo que lo que más va a costar es cómo probarse los sombreros», comentaba una dependienta. Nada de cogerlo y ponérselo. Quien quiera deberá colocarse primero algo parecido a un gorro de quirófano. Lo mismo que habrá que usar calzas antes de probarse los zapatos.
Aunque aún hay normas por aprender, lo cierto es que ayer cientos de personas se animaron a estrenar los centros comerciales. Muchos se acercaron a hacer devoluciones. Como Rubén y su mujer que a las 10.00 horas ya habían hecho el cambio que necesitaban. «Hemos venido cuanto antes por si se llenaba pronto», decían. Lo cierto es que el goteo de gente fue constante, nunca hubo grandes aglomeraciones, pero no faltó el trasiego. En Valle Real, no había tienda que no tuviera, al menos, un cliente en el interior. Natalia, de Zap-In, comentaba que se nota como «la gente está concienciada y respeta cada medida».
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