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Con la vuelta de los pacientes a los centros de salud, ahora más restringida por las medidas de seguridad que impone el coronavirus, los profesionales de Atención Primaria empiezan a descubrir el impacto paralelo de la crisis sanitaria en el resto de patologías de su rutina diaria. Episodios de ansiedad, problemas para dormir, manejo del dolor en pacientes que han aguantado en casa «de forma responsable y prudente cuando se les pidió acudir sólo en caso de urgencia», y puesta al día del control de las enfermedades crónicas (diabetes, hipertensión, colesterol...).
«No hemos dejado de atender a los pacientes crónicos en ningún momento, porque hemos estado en continuo contacto telefónico. En nuestro cupo, los hipertensos y diabéticos, en general, se han mantenido bastante estables, incluso alguno ha mejorado porque en las semanas de la pandemia, al limitar la vida social, han seguido hábitos que se han notado en su salud», destaca el equipo de enfermería de Santillana del Mar, que admite en su caso la ventaja del camino andado en el autocuidado. «Al tener pacientes bastante autónomos, que se pueden tomar la tensión o medir la glucosa en casa, sin tener que venir a la consulta, eso nos ha facilitado mucho las cosas en esta situación». Pero no siempre ocurre así. «Seguramente va a haber más diabéticos descontrolados. Ya hemos tenido casos que estaban con pastillas y han tenido que volver a inyectarse insulina», subrayan desde el centro de Puertochico, donde destacan también «los retrasos en los diagnósticos» como otro de los efectos paralelos al Covid, preocupante en dolencias serias.
«Conscientes de que tenían que cuidarse, los pacientes han sido bastante responsables. En general, ha ido bastante mejor de lo que se podía prever», comenta personal de enfermería de Vargas. Pero, además, coinciden en resaltar un efecto positivo: «Las circunstancias les han hecho ser más independientes del sistema, muchos se han dado cuenta de que no hace falta ir al centro de salud para todo».
También hay personas con patologías crónicas a las que se les está citando de forma presencial para controlar su evolución y responden que «tienen miedo y prefieren esperar un poco más antes de venir», destacan las enfermeras. Los médicos de familia han podido percibir las consecuencias de ese miedo y la angustia generada por la pandemia, con un aumento de pacientes que exponen sus dificultades para conciliar el sueño. «Estamos viendo un agravamiento de patologías psiquiátricas previas y fobias», aseguran varios facultativos consultados por este periódico. «Va a brotar una afluencia enorme».
Desde el centro de salud de Los Castros apuntan que, «si bien no tenemos la sensación de que se hayan descontrolado mucho los pacientes crónicos, porque no ha sido mucho tiempo, sí que las peores consecuencias las vamos a ver por la falta de movilidad física. Es lo más llamativo. Ese deterioro físico, la falta de tono muscular, supone pérdida de equilibrio y aumenta el riesgo de caídas». Los médicos creen que, «más que por no haber ido a la consulta o tener que regular su analítica, lo más grave es que no hayan hecho su actividad física diaria, esa va a ser la gran secuela del confinamiento».
De ahí que los equipos de enfermería estén haciendo especial hincapié en «animarlos para que salgan a dar un paseo. Se han atrincherado en casa para protegerse, pero ahora tienen que empezar a salir, porque recuperar esa pérdida de movimiento puede resultar muy costoso». También en los Servicios de Urgencias (SUAP) han notado una mayor demanda de los avisos a domicilio, «no sabemos si porque la gente aún tiene miedo de acudir al centro o al hospital», y de episodios de ansiedad.
Los profesionales coinciden en que se está viendo también «bastante patología de piel, que aunque es una de las posibles reacciones relacionadas con el Covid-19 también son propias de alergias primaverales». Aunque la pega principal de la progresiva vuelta a la normalidad ya avanzan que será «el atasco generado en pruebas diagnósticas y citas con los médicos especialistas, que nos va a demorar aún más el diagnóstico».
El ritmo de la 'desescalada' difiere del ámbito urbano al rural, casi como se refleja en la calle. «La población se está relajando, parece que se nos olvida el problema. La mascarilla se la pone, pero lo de las distancias...», advierten desde el centro de Vargas. «En los pueblos, en cambio, la gente está más contenida», añaden desde Selaya. Las extracciones de sangre también se están recuperando, aunque a un nivel inferior al habitual. Si antes se citaba a la gente a primera hora de la mañana y en un corto espacio de tiempo se sacaban todas las analíticas. Ahora se requiere cumplir con las medidas de seguridad y acudir a la hora indicada, para evitar concentraciones en las salas de espera.
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