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DANIEL MARTÍNEZ
SANTANDER.
Viernes, 16 de agosto 2019, 07:12
El pasado 7 de agosto, el operador ferroviario confirmaba que durante esa jornada se habían producido hasta 27 cancelaciones de trenes de la red de Cercanías de la antigua FEVE, la línea de ancho métrico de ferrocarril ahora unificada bajo el paraguas de la ... compañía estatal Renfe. Al día siguiente, los usuarios de otros tres servicios de las rutas Santander-Cabezón de la Sal y Santander Liérganes corrieron la misma suerte. La empresa dio explicaciones y habló entonces de diversas averías motivadas por el estado de los materiales y por altas temperaturas que se vivieron aquella semana en la región. Para Renfe fueron «problemas puntuales» y, a pesar de que realmente fue un episodio extremo, no deja de ser un ejemplo de la situación que atraviesa este medio de transporte que cada día utilizan miles de trabajadores, estudiantes y viajeros.
Desde el comité de empresa de Renfe lo tienen claro. El detonante de todo ello es la falta de inversiones materiales y personales en la red de Cercanías de la región. Esto provoca una concatenación de averías por el mal estado y la antigüedad de las máquinas y por la falta de recursos para llevar a cabo las reparaciones. La segunda consecuencia es un descenso en la calidad de este servicio público, continuos retrasos y un puñado de cancelaciones que hartan al usuario. Tanto, que el efecto dominó de todo lo anterior se traduce también en una espectacular caída en el número de pasajeros de la que todavía se conoce como 'línea de FEVE'. El sindicato UGT pone datos sobre la mesa: en 2007 movió a 4.267.412 pasajeros en la comunidad autónoma y el último año fueron 3.055.203.
3.055.207 personas usaron la red de Cercanías de Cantabria en 2018, frente los 4,2 millones de 2007.
396 trenes no circularon entre enero y junio por averías de máquinas o vía y falta de personal.
-17% de empleados tiene el servicio de Cercanías respecto a 2011. Ahora son 630, 128 menos.
El descenso es de 1,2 millones de viajeros en una década, un porcentaje del 28,4% que haría saltar las alarmas en cualquier empresa privada. «La cifra es espectacular y es una pena porque la red es muy buena. En veinte minutos te lleva de Santander a Astillero o de Santander a Torrelavega y pasa por todos los grandes municipios de Cantabria para dar servicio a un porcentaje muy alto de la población. Además, las estaciones están en el centro de las ciudades. Si funcionara bien podría ser más competitiva que la carretera...», lamenta Manuel Cortines, presidente del órgano de representación de los trabajadores.
En el comité de empresa tienen contabilizadas todas esas incidencias: 396 trenes no pudieron circular durante los seis primeros meses de 2019 «por los problemas de siempre», esas averías de las máquinas, pero también deficiencias en la vía y falta de personal, principalmente maquinistas.
«Es patético. Parece que al Gobierno central y al autonómico les interesa más la inversión en alta velocidad que en Cercanías, que es lo que se usa todos los días», insiste Cristian Suárez, viajero habitual y miembro de la Plataforma de Usuarios de FEVE-Renfe, quien también se queja de la falta de información. Como en los apeaderos no hay personal, sólo en las pantallas de las grandes estaciones aparecen las incidencias. «Te quedas tirado y ya está, hasta que llegue el siguiente tren. Pero esto no es sólo algo que pase en Cantabria, la situación es muy parecida en toda España», concluye este portavoz de los usuarios, que tras varias reuniones con el Ejecutivo autonómico, al que le pidieron que hiciera de intermediario con el Estado, no ve avances. En otros casos, la compañía sí pone a disposición de los damnificados una alternativa. Hasta 188 transbordos en autobuses y 166 en taxi en el primer semestre, que es un inconveniente para ellos y una fuga de dinero para la empresa.
Manuel Cortines | Presidente del comité de empresa
Ángela Calleja, vecina de Ganzo, es un ejemplo de esa pérdida de viajeros del servicio de Cercanías. Ahora trabaja en remoto desde casa, pero hasta hace algún tiempo era una habitual de la línea. «Empecé a ir a trabajar a Santander en tren y más de una mañana tuvimos que esperar en mitad del camino al siguiente para que nos remolcara. Es verdad que el de vuelta de las 15.15 horas lo cogía mucha gente de Torrelavega y ese solía funcionar correctamente, pero como el de la mañana daba muchos problemas al final decidí ir en coche», recuerda.
Cristian Suárez | Plataforma de Usuarios de Cercanías
Cortines afirma que ése es un ejemplo paradigmático de lo que está ocurriendo con el servicio. Porque los empleados que llegan tarde a su puesto pueden excusarse ante sus superiores una o dos veces, pero no todos los días. «Cuando alguien deja el ferrocarril por la autovía después ya es muy complicado que vuelva aunque funcione bien. Hacen falta campañas muy agresivas de precios para cambiar esa tendencia», opina.
Eso por un lado, pero el comité de empresa destaca que hay otra explicación a la pérdida de usuarios, que del mismo modo tiene que ver con la falta de personal. En concreto, de revisores y taquilleros, que han sido sustituidos por máquinas o, en el mejor de los casos, por personal externo. Como no hay vigilancia, muchos usuarios siguen subiendo al vagón, pero lo hacen sin abonar el dinero de su billete. Además, como ahora los precios varían por zonas, en otras ocasiones lo que hacen es comprar un ticket más barato. En vez de pagar un Barreda-Santander, pagan un Cazoña-Santander, por ejemplo. Es decir, que aunque hay una caída importante en las cifras de viajeros, las reales son algo inferiores a las que aparecen en las estadísticas oficiales de la compañía.
Ángela Calleja | Exusuaria
Donde no hay maquillaje es en los datos sobre el descenso de empleados, que es del 17% desde que en 2012 se empezaran a no cubrir las jubilaciones. Así, se ha pasado en la región de 758 trabajadores a los 630 actuales.
El temor de los sindicatos es que todo esto sea el inicio de un proceso de liberalización del transporte de pasajeros por ferrocarril, como ya ocurrió con las mercancías, sin que esto se haya traducido en mejores cifras de negocio. Más bien al contrario. Además, afirman que la fusión en una sola empresa de FEVE y Renfe con la «excusa» de ahorrar costes ha sido un paso atrás: «Ahora el responsable está en Madrid y no sabe lo que ocurre en Cantabria, en Asturias o en Vizcaya. Aunque todo sea ferrocarril, veníamos de dos culturas distintas y eso se está notando».
A pesar de que se han hecho inversiones destacadas, como la mejora de la línea entre Orejo y Liérganes que ha permitido ahorrar 6 minutos en el viaje, UGT dice que la mayoría de las promesas de dinero caen en saco roto. Además, todo los planes son a largo plazo, con un horizonte temporal de al menos una década. Por ejemplo, el plan dotado con 530 millones que anunció el exministro Íñigo de la Serna y que ahora Fomento ha aumentado en 62 millones más para renovación de la red y la compra de nuevos trenes para la flota. Ya hay algunas partidas funcionando, pero apenas en las rutas de la antigua FEVE. El resto, no se las creerán hasta que no sean una realidad.
Desde el comité de empresa de Renfe Operadora en Cantabria consideran que la idea que ha lanzado el Ministerio de Fomento de cobrar a los conductores una tasa simbólica por usar todo tipo de autovías puede ser un incentivo para que las personas que realizan viajes diarios comiencen a mirar más al ferrocarril y otros transportes públicos como medios alternativos. «Yo no lo veo mal, siempre y cuando haya alternativas de calidad y el servicio no sea como el que es ahora», apunta Manuel Cortines, portavoz de los trabajadores. Considera que la red de Cercanías actual sería muy competitiva si no fuera porque la falta de personal y las continuas averías obligan a cancelar trenes o hacen que lleguen con retrasos considerables. Es más eficiente desde el punto de vista económico para los usuarios –opina– y también desde el punto de vista ambiental porque se evita la contaminación que generan los motores de combustión de vehículos particulares que se desplazan por carretera.
En opinión de Cortines, a pesar de que desde los poderes públicos en España no se está haciendo lo necesario, todas las políticas que llegan de Europa obligarán a seguir ese camino, el de promover incentivos para que los ciudadanos suban cada vez más al tren: «En casi todos los países de Europa se paga por entrar en las autovías, pero en muchos de ellos, aunque haya trenes viejos, tienen un mejor mantenimiento y funcionan mejor que en España».
El PP, en contra
Esta postura es muy distinta a la del PP, que ha planteado una pregunta al Gobierno central en la que piden que aclare el posible cobro de peaje en las autovías de la Meseta (A-67) y del Cantábrico (A-8) a su paso por Cantabria, exentas hasta ahora de este tipo de pagos.
La cuestión la ha planteado el senador Javier Puente, para quien se trata de «un impuesto más que en absoluto beneficia» a esta región. Al contrario, cree que de aplicarse dicha medida «nos hará perder competitividad y productividad».
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